Morente. El barbero de Picasso (Emilio R. Barrachina, 2011)

Descubrir rincones del Albaicín granadino de mano de una de las voces más personales y carismáticas del flamenco siempre es un placer. Y si a eso le unimos la sensación de calma y paz que siempre transmiten los genios, tendremos entonces el clima idóneo para poder sumergirnos en un interesante documental. Enrique Morente, arropado por el legado de Picasso y sobretodo por la admiración y el cariño de su familia, nos devuelve la fe en el arte y en todo lo que estas 4 letras significan al margen del conformismo, de la industria, de lo tradicional... Cuando el ARTE (en mayúsculas) nos salpica a todos de emoción y de entrañas sangrantes, es cuando cobra su verdadero sentido.

Eugenio Arias Herranz , el barbero de Picasso, es ese personaje que inspira el finísimo hilo argumental de este documental. Una figura desconocida en la biografía del pintor que se convirtió en su confidente, en su albacea y en su amigo. Con la complicidad de este capítulo en la vida de ambos, el tercero en discordia, en una necesaria discordia, apareció en escena con el disco “Pablo de Málaga” (2008), donde rendía tributo al pintor no solo a través de sus obras, sino también mediante algunos de los textos que el malagueño escribió. Este fue el gérmen de “Morente. El barbero de Picasso”. Sin embargo, a poco más de un año de la muerte del cantaor, este episodio se reduce a una mera anécdota en la que la personalidad de Enrique Morente eclipsa cualquier pretensión narrativa.

Junto al cantaor se descubren algunas esquinas de ese Albaicín mágico no solo geográfico sino también emocional acompañado de su familia. Paseos por calles junto a Estrella Morente y a Javier Conde, su marido, y la cómplice mirada del arte y el sentimiento flamenco. En este collage no solo Picasso, los Morente o Granada son importantes, sino el propio proceso creativo que lleva a los grandes a convertirse en indispensables.

En los ensayos de Morente y su compañía se convierten en una pieza fundamental para comprender, o comenzar a entender, cómo funciona la mente de un genio. Quién si no puede aventurarse en explicar a sus músicos cómo usar el silencio en un tema. Música generada desde el silencio con la fuerza vital de un corazón flamenco e innovador... Y en ese clima propiciado por la creatividad es donde Morente es capaz de fraguar “Omega”, o de dejarse seducir por Los Planetas, por Sonic Youth o por Antonio Vega en la última canción que cantó el de Granada, “Ángel caído”... Sin anclarse al purismo más conservador y caminando por donde siente que debe caminar.

Descubrir a Morente frente al “Guernika” de Picasso, cantándole, acompañado de quejío y palmas y dejándose llevar por todo el sentido intertextual y social de las obras del pintor malagueño, no tiene precio. De cómo el arte influencia al propio arte, lo arrastra y lo lleva a otros terrenos, a otras visiones, a otras emociones y sentimientos y nos demuestra que solo los genios son capaces de abrir sus mentes, dejarse influenciar por la humildad de los artistas puros y crear obras maestras sin pretenderlo. De cuando el arte se eleva a al estatus de arte sin querer serlo. Como explica el propio Morente, Picasso creó el "Guernika" desde el corazón, sin pensar en el cubismo, en los críticos, en las tendencias... Y con esas mismas vestimentas se cubre la desnudez emocional el cantaor.

Y junto al proceso de creación la estela que llega a cada escenario. Momentos mágicos en los Baños Árabes de Granada junto a la familia en los que Estrella versiona “Señorita” de forma magistral, y en los que también Soleá y José Enrique son partícipes con los temas “Palabras para Julia” y “Soleá” respectivamente. O fragmentos de los conciertos en Buitrago de Lozoya (pueblo del barbero del pintor malagueño) y en el Liceo de Barcelona en 2010.

Un documental dirigido por Emilio Ruíz Barrachina, responsable también de títulos como “La España de la copla” (documental que se encuentra en los extras del DVD editado de "Morente. El barbero de Picasso") o “Lorca. El mar deja de moverse”. Un trabajo que técnicamente no aporta nada a la emoción transmitida desde las propias palabras del cantaor o desde la magia emanada en esos paseos y en esas charlas con su propia familia, junto a su mujer Aurora y sus hijos Estrella, Soleá y José Enrique. Rodado en alta definición y con un sonido registrado en 63 pistas, Ruíz Barrachina compone un collage en el que el escenario, las vivencias y la emoción son los medios técnicos claves de este documental. Del resto, de la realización, del sonido y del montaje, habríamos esperado un acabado más pulido. Bien es cierto que la tradición documentalista en nuestro país no está tan desarrollada como en otras filmografías, siempre al margen, claro está, de todas las visiones plásticas que Carlos Saura ha retratado a base de luz y música.

En este caso, enfrentarse al último trabajo del cantaor granadino se convierte en algo similar a un rito. Su muerte escasos meses antes del estreno de la cinta nos hacen recibir el documental con otro sentimiento. Como algo preciosita... Sin embargo la narrativa audiovisual utilizada flaquea y termina por no adecuarse a la genialidad de un personaje que trasciende a planos, secuencias y ediciones... Una pena que la precariedad de una realización más televisiva que cinematográfica acabe por deslucir la mirada de Morente. Demasiados momentos en los que aparece el staff del rodaje (autopublicitándose en sus propias camisetas) en un montaje con saltos de eje (conscientes, entendemos) que no aporta visualmente la fuerza que sí que se genera desde el carisma artístico de Morente y los suyos. José Sánchez Montes dirigió en 2005 “Morente sueña la Alhambra”, centrado más en el aspecto escénico de la música que en el proceso de creación, como retrata aquí Emilio R. Barrachina, pero con una visión más estética, la que le falta a este “Morente. El barbero de Picasso”.

Pero en todo caso, un documental más que recomendable que nos aleja desde los primeros segundos del respeto impuesto a base de reglas y poses del flamenco y nos lleva a lo largo de hora y media a recorrer la silueta de una de las figuras más importantes, no solo del flamenco clásico, sino de la innovación sonora. Solo los genios trascienden a sus obras. Solo los genios estremecen con su presencia.

“Morente. El barbero de Picasso” (Emilio Ruíz Barrachina, 2011)