Suzy & Los Quattro + The Rubinoos – El Loco Club. Valencia, 9 – 11

Suzy & Los Quattro + The Rubinoos – El Loco Club. Valencia, 9 – 11 – 12

El viernes 9, unas horas antes de asistir al concierto de Suzy & Los Quattro y The Rubinoos en la sala El Loco Club (Valencia), vi, de casualidad, el cartel promocional del evento. “La mejor gira powerpop del año”, rezaba éste (habría que decir que la gira en cuestión había comenzado la noche anterior en Barcelona, y, tras hacerlo este fin de semana por Vitoria, todavía, hoy mismo, pasará por Zaragoza, Burgos, León, La Coruña, Madrid y Castellón). Reconozco que me resultó inmediatamente exagerado, pero, después de una sensacional noche, no me queda más remedio que concederle la razón absoluta.

Suzy & Los Quattro empezaron su concierto “inaugural” con casi una hora de retraso, pero salieron apabullantes. Encabezados por su maravillosa y expresivamente poderosa cantante, y sin palabras o presentaciones estériles (sólo hubo un par, una cuando el guitarrista perdió su slide y la estuvo buscando por todas partes, lo que aprovechó Suzy Chain para atribuirlo a que alguien lo habría confundido con un vaso de chupitos), engancharon canción tras canción, como recuperando el tiempo perdido tras el retraso anterior, con una velocidad superior a las motos que han estado dando por saco todo el fin de semana en Cheste, dispuestos, al parecer, a tocar todas las canciones de su repertorio en una sola noche.

A un mínimo que puedas sentir su música (la música, en general), el directo de Suzy & Los Quattro es para tirarse por los suelos, igual que hace la cantante, cuyo continuo movimiento conseguía agotarte solamente con verlo, mientras el guitarrista enseñaba una y otra vez sus supuestos músculos, en expresión, quizás, más de fortaleza musical que de chulapón de playa, al mismo tiempo que te aceleraban el corazón y se colocaban ventajosamente como un balsámico para los sentidos, un afrodisíaco sonoro, una balsa para navegar sobre un mar de mediocridad y aburrimiento.

Si el concierto de Suzy & Los Quattro fue oceánicamente vertiginoso, el de The Rubinoos (como aquéllos, un grupo que cobra todo su sentido en los directos, cuando, en contacto con un público que les sigue el rollo, expresan todo lo que puede quedar medio cubierto en sus álbumes, derramando, haciendo estallar en vidrios diminutos, la botella medio llena o medio vacía de lo grabado en el estudio anteriormente) transitó entre dos orillas: la del baile movido y disfrute continuo al que se (y nos) habían entregado paganamente sus teloneros, y el del beso con tu chica/o al final de la velada (ey, que The Rubinoos son americanos de toda la vida, y todavía son creyentes en el final feliz y en la emoción primeriza del baile de instituto). Los hermosos y clásicos juegos de voces de The Rubinoos eran un trozo de vida, de ésa que, con el tiempo, va recogiendo polvo pero sigue sonando cual engranaje perfecto, un círculo concéntrico cuasi-perfecto, como los vinilos que había en venta en un tenderete montado en una esquinita de El Loco Club, vinilos de esos de verdad, no de los que unos cuantos, para quedar más chulos que nadie, se sacan de la manga hoy en día. Una vez escuché a K.D. Lang comentar sobre Roy Orbison que su música nos trasladaba a épocas en las que todo parecía más ingenuo, más inocente, más romántico... Vale, puede que no lo fuera, pero pasar una noche con The Rubinoos se asemejaba bastante a aquel paraíso perdido y posiblemente irrecuperable. Y eso te hacía sentir bien.

Imposible no encontrar este concierto encantador y no salir de él de buen humor: las 2 de la madrugada, cuando salí de la sala, eran como el albor de un nuevo día, uno, bajo la lluvia, lleno del sol de verano. Yo llevo dos días con una sonrisa en la cara, y eso que no ha parado de llover. Los paraguas deberían estar hechos del material de los sentimientos felices.

Suzy & Los Quattro