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viernes, noviembre 02, 2012

The Wellingtons + Bipolar – El Loco Club. Valencia, 31-10-12.


The Wellingtons + Bipolar – El Loco Club. Valencia, 31-10-12.

Este miércoles 31 de octubre, mientras en Madrid morían varias chiquillas en una discoteca, demostrando varias cosas (la estúpida estulticia del ser humano, sobre todo en la época adolescente y post-adolescente, permitiéndose lanzar bengalas, como “diversión”, en lugares llenos de gente y de difícil salida, haciendo pagar, triste, tonta y negligentemente, con su vida a unas crías; la cabronería rampante de los dirigentes y guardianes de esas payasadas sin gracia llamadas discotecas; la dejadez de los gobiernos y ayuntamientos, empeñados sólo en recaudar para sufragar “su” crisis persiguiendo a los niñatos que se montan botellones, pero que miran hacia otro lado a la hora de garantizar la seguridad de la gente en recintos cerrados, donde el alcohol, sí que sí, es legal y a un precio desorbitado), en el valenciano El Loco Club las cosas se tomaban con más calma, como una diversión sana y en buena compañía: en teoría, una fiesta de Halloween (aunque los disfrazados sólo eran una ínfima minoría) dedicada al power-pop, merecedor, evidentemente, de este tipo de homenajes. Si los grupos eran los acertados, ya es otra historia, pero intentaré dilucidarlo, según mi propia opinión, en las siguientes líneas.

Los teloneros eran los catalanes Bipolar. No vamos a negarlo: le pusieron ganas y salieron con la fuerza de un huracán, con un breve prólogo electrónico que engancharon con sus potentes guitarras. No apuntaba mal, pero no había pasado un minuto cuando se empeñaron en cargarse su propio concierto, convirtiéndose, con la intervención continua del cantante, en, más que música (que no había por dónde cogerla), un ejercicio de autobombo de pinchadiscos verbenero (y venga “vamos, Valencia”, y venga “esas palmas arriba”,...) de, de nuevo, discoteca. Sí, darían el pego para la fiesta MTV, o para Los 40 Principales, o incluso para una noche de farra en la Falla del barrio (ahora mismo, tanto monta que monta tanto), pero el apodo de indies que se han querido colgar se les queda grande: Bipolar, lo que en verdad quiere ser, es el nuevo El Canto del Loco o Pignoise (o Melendi, si hace falta: no se les ve precisamente autorales para sacarle una concesión a la discográfica que, seguro, pronto les fichará).

El concierto de Bipolar (que, además de las canciones de su primer disco, No es el final, tocó una nueva, como si importara o hubiera alguna diferencia, y una versión de Oasis, de su canción más conocida, Wonderwall, por supuesto) acabó siendo repetitivo, tanto en música como en gestos, prácticamente la actuación de un principiante sobrado de ruido y guitarreo, pero limitado de mollera, que monta un grupo igual que el que podría tunear su coche, con el objetivo de ligar con las chicas y fardar con amigos y vecinos (no diré convertirse en el “rey del Polígono”, porque me horroriza esa expresión, pero así nos entendemos todos), capitán del equipo de fútbol que suplen con mucho músculo y bastante caradura (para lo bueno y para lo malo) esa escasa sesera sobre los hombros. De todas formas, no debería sentirme tan indignado (en verdad, me importa mucho menos de lo que parece, sobre gustos... Yo encantado de que tengan su público adolescente adepto incondicional y todavía más encantado de no pertenecer personalmente a su espectro poblacional), puesto que, al fin y al cabo, su concierto estaba patrocinado por Coca Cola, cuyo concurso, al parecer, ganaron, recibiendo el derecho de telonear a The Wellingtons. Eso indica muchas cosas y convierte en comprensible la mayoría de ellas. Pobre bagaje.

Evidentemente, Bipolar, que no dejaron durante toda la noche de pedir a la gente que se acercara al escenario, intentando cubrir esa especie de agujero negro vacío de gente que había en medio de “la pista de baile”, no tenía nada que hacer frente a The Wellingtons, que antes de empezar ya habían transformado la matería (o la no-materia) en presencia humana.

El intermedio entre los conciertos fue uno de los más prolongados que recuerde haber vivido (casi una hora, diría yo), pero cuando aparecieron The Wellingtons, maquillados de zombies, imitando los toscos movimientos de los muertos vivientes (a excepción de la teclista Anna Dobbyn, que entro haciendo algo muy raro, como andar normal, y que no parece precisamente llamada para triunfar en el mundo de la interpretación y el arte dramático), se les perdonó la larga espera. Después de aquello, rebautizados por Kate Goldby como The Zombietons, la actuación, en verdad, no ofreció ninguna novedad a aquél que conozca un poco la banda, limitándose a desgranar las canciones más cañeras de sus discos, dándoles una potencia de la que a veces carecen en el estudio. En un par de ocasiones se salieron un pelín del redil del power-pop, camino hacia algo más lento o incluso hacia el country, para el que parecen estar ciertamente dotados, a tenor de las buenas maneras que demuestran en sus escasas incursiones en el género. Son las mismas buenas formas que demostraron hacia la gente: escucharon a Bipolar de pe a pa mezclados entre el público, sin tonterías de esconderse en el camerino y demás. Cuando Bipolar los citaron entre los agradecimientos (además de a Coca Cola... sic), la gente se giró en pleno y se sorprendió de lo cerca que los había tenido, creyendo que habían gozado de unos compañeros de fiesta más: The Wellingtons son encantadores. Y no sólo encantadores, sino que también arrolladores: a pesar de algunos cambios en la formación (bajista y batería), su concierto fue todavía mejor que el anterior que ofrecieron en Valencia, también en El Loco Club, el año pasado. Qué pena tenerlos viviendo en las Antípodas, seguro que son los compañeros de fiesta perfectos: serenos, humanos y geniales. Con los más cercanos geográficamente Bipolar, en cambio, creo que mejor no me voy de parranda (bueno, si me lo pidieran seguro que aceptaría, que soy incapaz de decir que no). Lo siento.

                                                                      Bipolar







The Wellingtons












The Wellingtons - "I'm Feeling The Same Way"

The Wellingtons - "I Get My Heart Broken Everyday"

Bipolar - "Perdida"

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