Fangoria – Conciertos de Viveros. Valencia 18-07-13

Fangoria – Conciertos de Viveros. Valencia 18-07-13

Más de 30 años de trayectoria sobre los escenarios consiguen depurar la concepción de lo que es un show. Divertir, hacer bailar a los presentes y sudar como quizás muchos de los presentes no lo había hecho nunca en las maratonianas sesiones de gimnasio que llevaban a sus espaldas. Alaska y Nacho Canut al frente del espectáculo que Fangoria dio en los Conciertos de Viveros en sus últimos días de esta Feria de Julio de 2013. Por fin los colores de la ciudad viraban a esa “Cuatricromía” irregular de su último trabajo publicado con un maremoto de asistentes y devotos rendidos a cualquiera de los temas de su setlist.

Con los dramatismos líricos y las melodías-himnóticas a los que nos tienen acostumbrados, Fangoria sabe perfectamente a qué público se dirigen y qué es lo que esperan de su show. Lejos de aquella etapa oscura y casi cyberpunk en cuanto al sonido explorado, la formación comenzó a avanzar en la senda de una electrónica-pop de letras épicas en la que han ido recomponiendo incluso ese propio camino. Revisitar los temas clásicos de Alaska en formaciones anteriores, revitalizarlas cual Dr. Frankenstein, y electrificarlas para que volvieran a la vida. Con toda esa mezcla llegaban a desplegar un repertorio con guiños al pasado y con pasos contundentes en el presente.

“Perlas ensangrentadas” abría la noche. Sin las convenciones de tener que abrir con alguno de los temas de “Cuatricromía”, ya nos iban a perfilar qué es lo que iríamos encontrando a lo largo de las casi 2 horas de show. Bastantes temas clásicos. Desde el “Bailando” al “Cómo pudiste hacerme esto a mí” acabando por ese “A quién le importa” (¿obviamos eso de “declaración de intenciones”?) revisitado y con retoques estilísticos varios. Faltaron sí, muchos de esos clásicos pre-Fangoria, pero estos quizás fueran los que mejor podrían empastar en la fiesta de melodramas coloristas que se viviría.

Nacho Canut, Alaska, Rafa Spunky e Ikerne Giménez, acompañados del Ballet Fantasía (Susana Reche, Lara Sajén, Raúl Naranjo y Fran Vázquez) presentaban un show a medio camino entre el vodevil que ya probaron y la pretensión electrónica a la que quizás podrían aspirar con más énfasis. Flojas coreografías (erráticas en algún que otro momento) apoyadas en una iconografía oscura (cueros, cadenas, corsés, capas,...) que servían de apoyo escénico a una Alaska en primer término que centraba la atención de los asistentes.

Repaso por temas como “Miro la vida pasar”, “Retorciendo palabras” o ese “Absolutamente” que encontraba un hueco-homenaje a Sara Montiel (Santo Tomás se quedó en Madrid) despegaban pies del suelo, cámaras de los bolsillos y brazos al aire. Mucho ambiente de fiesta para una noche que no parecía llegar al final o que los asistentes querrían haber prolongado más.

Un concierto demasiado medido, sin lugar para la interrelación (aunque siempre ficticia) con el público, y encorsetado tanto o más como la indumentaria de algunos de los números escenificados. Pero es a lo que Fangoria siempre ha jugado en los últimos años, a un divismo impostado, a una teatralidad inherente a la propia naturaleza de sus canciones y a la supremacía del “queerismo” amable pero oscuro por momentos. Y ahí es donde consiguen controlar ese terreno que pocos han labrado con acierto.

Fangoria han llegado a convertirse en un producto que ha excedido de la propuesta musical que ofrecían y que han visto cómo la popularidad del reality show del que Alaska y Mario Vaquerizo son las máximas estrellas les ha beneficiado. Y si no, ¿cómo es posible que alguien que se mantuvo a la sombra durante todo el show fuera uno de los más perseguidos, coreados y fotografiados -aunque fuera en el puesto de merchan-?. Vaquerizo sabe venderse y, lo más importante, ha sabido vender a la perfección cada uno de los “productos” (grupos, nombres) que representa. Y junto a él, entre las bambalinas del escenario, una Paola Dominguín a la que ya hemos podido ver en más de una ocasión disfrutar de la música en directo en la ciudad.

Mención especial a la elegante sesión que Ley DJ ofreció a medida que el recinto de Viveros se iba llenando y que supo cómo ir encendiendo los ánimos de unos asistentes complicados de satisfacer porque iban a lo que iban. Desde luego, una sesión con mucha más intensidad y calidad que la ofrecida dos semanas antes por Obtuso Dj en el concierto de Lori Meyers.

Uno de los temas más “drama” de la noche, fue sin duda el “Desfachatez”, el último single de esa “Cuatricromía” en la que Guille Milkyway ha metido la mano (los temas de Milkyway cobran una dimensión de drama-queen con todas sus connotaciones festivas). Una catarsis colectiva casi elevada al punto del exorcismo compartido con los presentes en este tema del que os dejamos el videoclip. Quizás la mejor palabra que defina su paso por los Conciertos de Viveros de Valencia, una mezcla de atrevimiento, de descaro, y cinismo-kitch con el toque mesurado de color. En 4 tonalidades.