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viernes, septiembre 26, 2014

The New Ramon. Sala Polaroid. Granada. 25/09/2014

Uno de los conciertos más esperados por Granada esta temporada era, para muchos, el de The New Raemon. Aunque se deja caer de vez en cuando por nuestra ciudad, está claro que es uno de esos valores seguros que siempre consigue llenar la sala con los que, como se escuchaba decir anoche en la sala Polaroid “somos muy fans tuyos”.

Bien pasado el ecuador de su gira acústica, en la que además de repasar sus grandes éxitos “de todos los tiempos”, elegidos, como él mismo comentaba durante el concierto, para contentar a todos los fans que van a verlo y estrenando, antes incluso de grabarlos, algunos de los que formarán parte de su próximo trabajo “Oh, Rompehielos” cuya salida está prevista para principios de 2015 pero, según él mismo comentaba anoche, aún tiene que ir a grabarlo.

Interrumpe así su anunciado paréntesis musical bien aprovechado para  hacer su incursión en el mundo del cómic, en el literario con el libro Memorias Sónicas, una vuelta a los orígenes para acompañar a Madee, componer la banda sonora de la obra de teatro La Pols, de Llàtzer Garcia y la compañía Arcàdia y hasta para colaborar con María Rodés y Martí Sales bajo el nombre de “Convergència i Unió”.

Tras una carrera que casi se pueda denominar fulgurante, tras su debut en 2008 con el exitoso trabajo “A propósito de Garfunkel” y publicar posteriormente “La dimensión desconocida” (2009) y “Libre asociación” (2011)  además de dos EP’s donde dio cabida a material inédito para finalmente recopilar de aquí y de allá y publicar “Epés Reunidos” (2010) al que siguió “Tinieblas, por fin” (2013) sin olvidarnos de otros trabajos anteriores, como “La invasión de los ultracuerpos” también del año de su debut y “Cuaresma” (2010), lo que dice mucho de lo prolífico que puede llegar a ser este artista. 

Con una primera parte donde los temas eran “jodidos”, como él mismo contaba, porque, eso sí, además de cantar Ramón es de esos artistas que ameniza el cambio entre canciones con anécdotas y explicaciones e incluso, rizando el rizo, lo hace a veces en mitad de una canción a la que ya ha dado comienzo y no se le caen los anillos si tiene que parar y recomenzar porque se ha dejado encendido el afinador o terminar uno de sus temas, en un giro imprevisto, emulando al mismo Chris Isaak y su “Wicked Game”.

Ramón Rodríguez es, uno de esos catalanes con un sentido del humor peculiar que, a veces, puedes colisionar frontalmente con la malafollá granaína y aún así, con la soltura suficiente para decir las cosas que le pasan por la cabeza en ese momento y que resulten, en su mayoría, simpáticas. Desde pedir al público que no cante para no despistarle hasta solicitar “de buen rollito” que se le dejasen de hacer fotos porque él, al fin y al cabo, no es Pink Floid, sino “un pringao nada más”.


Es también, un cantante con gran personalidad y muchos recursos vocales que saca partido incluso a la sencillez de sus composiciones de las que comenta “son muy complicadas, tres o cuatro acordes”. Acompañado en algunos de ellos, hacia la mitad de su actuación de Javier Vega al bajo, para enriquecer musicalmente los temas que compartieron. 

Todo esto puede dar una idea aproximada del ambiente cercano y distendido que consigue crear y cómo maneja los recursos para interpretar un setlist variado en el que consigue lucirse como artista en temas de la calidad de “Galatea”, “Grupo de danza epiléptica” o “Lo bello y los bestia” y hacer disfrutar a un público que, como él mismo reconoce, había ido hasta allí a escuchar canciones como “La cafetera”, “El cau del pescador”, “Elena-na” y “Reina del Amazonas”.

Para poner punto final a su actuación, previo bis intercalado, cambiando incluso el orden establecido en los conciertos e incluso discutiendo con el público cual iba a ser esa canción “una más y luego ya la última” para terminar, esta vez sí, con la más esperada de la noche “Tú Garfunkel” como despedida apoteósica y coreada por el público a dos voces previo ensayo explicado por el propio Ramón.


Antes que él, para abrir la noche y calentar un poco el ambiente, el cantautor gaditano Guillermo Alvah, con un puñado de temas propios para defender sobre el escenario y versiones como “Spanish Bombs” de The Clash, con la que consiguió centrar algo más la dispersa atención de un público que empezaba a llenar la sala. Buena voz y buenos temas con los que el cantante aprovechó bien su momento de compartir música con el público emplazándoles para siguientes conciertos “si les ha gustado”.

Nos encontramos así con una de esas noches que le ponen color al inicio del otoño y calor a las noches musicales de Granada y, si algo nos quedó claro entre risas y acordes es que: Ramón, no nos debes un baile.

Fotos del concierto









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