L. A. - Sala Hangar. Córdoba, 12.12.14.
Tenemos en Lluis Albert Segura, un aparentemente desaliñado mallorquín
que parece sacado de una road movie
noventera, un valor tan cierto como su apellido; y en su banda unos auténticos
puntales para un sonido que empieza a hacerse reconocible. Estos cuatro músicos
acaban de girar por Estados Unidos y han recorrido los mismos garitos que la
flor y nata de las bandas indies y
menos alternativas de la geografía transoceánica. Ello no solo les capacita
sobradamente para apabullar en el escenario sino para aumentar su propio bagaje
artístico con gotas aún más densas del rock de filiación americana que
practican. Su discografía aún es escasa, y quizás por eso sorprende lo asentadas
que tienen las canciones que llevan tocando durante dos largos años de
carretera y festivales. Llegaron a Córdoba después de torear en la difícil plaza
del Teatro Lara madrileño y llenaron la sala Hangar, una vez más encarnada como
el foco de la nueva cultura pop cordobesa, ejecutando un manojo de temas
emocionantes, intensos y tremendamente efectivos. Y todos engarzados por la
omnipotente voz del líder, un frontman entregado y dotadísimo al que –aún más sorprendente- secundaron numerosas voces
en los estribillos. Para alegrarse, la verdad.
Sin apenas presentación atacan el mejor tramo de su
discografía, sin duda el contenido en ‘Dualize’, un señor disco que se antoja
necesario en el últimamente adormecido y conformista páramo independiente, y ‘Oh, why?’ solo sirve de introducción para balazos de largo alcance como ‘Older’,
seguido del tema titular del alabado álbum en cuestión y dos imprescindibles
piedras de su muro escénico: ‘Under radar’ y ‘Close to you’, hermanando el armazón
sentimental de las estrofas con la despiadada energía de su instrumentación.
Una ‘Perfect combination’ que no hace más que echar más leña al fuego de una
olla en completa ebullición. La aliñan con ‘Hangin’ on a wire’, la parada
obligada en un muy interesante EP que publicaron hace un par de temporadas y
que no debería pasarse por alto en un recorrido rápido por sus trabajos; y la
terminan de aderezar con uno de sus pequeños clásicos, ‘In the meadow’, donde
las guitarras se conjuntan en una explosión convenientemente moderada. En
medio, un medio tiempo para el medio disco que ya andan cocinando: ‘Secrets undone’, espléndido aperitivo de lo que vendrá en unos meses.
Es obvio que con los poderes vocales de un cantante como
este la partida guarda su mejor baza para el tramo central, en el que él,
acompañado únicamente por una Gretsch ausente de efectos, pone el acento
preciso en ‘Do you wanna dance with me next summer?’, falsetes marca de la casa
incluidos, e improvisa otro de los temas paridos (y aún no criados) en la
reciente hornada. Después revisitan los de su primera camada, otra excelente y
emotiva ‘Stop the clocks’ que casi sirve de apéndice para ‘Evening love’, y lo
rematan con ‘Hands’ y ‘Crystal clear’, su primera canción oficial si atendemos
a la cronología de sus ediciones. Para entonces ya hemos compartido la
impotencia que resulta del padecimiento de voces que intentan elevarse por
encima de la música, las que salen de bocas sin oídos ni respeto alguno y a las
que el propio músico arenga –con la educación que a ellas les falta- en aras de
la creación de un clima que lamentablemente siempre hay quien intenta romper.
Salvados los habituales escollos con profesionalidad y recursos, se puede disfrutar
sin peros de la emocionante ‘Over and over’ y, enfilando el tramo final, de ‘Leading role’, ‘Rebel’ y una ‘Outsider’ donde se explayan bajo, batería y guitarras estirándose
hacia un ‘Drama’ que obedece a un perfil sonoro concreto con la mayor claridad. Es solo el principio de un fin que pocas veces fue tan menos deseado.
‘After all’, esto es justo lo que necesitamos. Una lección
de sudor, meticulosidad y canciones rocosas que culminan en un ‘Mirrorball’ resplandeciente de electricidad. Las idas y venidas a un set list escrupulosamente seleccionado para cada ocasión sitúan a
esta banda en primera línea de combate, y cada vez dejan más claro que no están
dispuestos a abandonar en ningún asalto. Es más, los que se atrevan a acercarse
al ring corren el riesgo de ser noqueados en menos que cantan dos decenas de temas.
Avisados quedan, y ojalá que pronto volvamos a besar la lona.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info:
http://latheband.com/la_music/index.php
http://www.elepe.com/la/
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