Nanga Parbat. Recordshop. Valencia,
21 – 12 – 2014
Seis meses llevaba Nanga Parbat
sin tocar en directo (y la última vez ni siquiera fue en Valencia),
y parecía que ya había ganas, a tenor del llenazo de gente que se
arremolinó en el pequeño aforo del Recordshop (quizás no
eran tantas, pero, desde luego, en el algo diminuto local, parecían
muchas más), todos preparados y dispuestos a abrir el lazo de ese
primer regalo de Navidad, servido entre sonoros y agradables
cascabeles, que nos traía la banda.
Nanga Parbat, a pesar del tiempo
pasado, siguen dándole de forma majestuosa al más puro folk, con
esos aires calexicanos y fronterizos, con ese aliento americanizado,
pero no de manera forzada, con esa tempestuosa calma, esa tormenta de
arena destinada a cubrir nuestras penas y miserias de una elegancia
tenaz y misericorde, a secuestrarnos de ese “no lugar” en el que
estábamos perdidos, en ese tiempo sin espacio.
Sorprende que, en medio de un trabajo
tan serio como el que hace esta banda, nunca se muestren aires de
superioridad ni de intelectualización alguna. Siempre estamos en el
terreno de la emotividad, del elogio al detalle, de un acorde siempre
más, ése que cambia nuestra perspectiva hacia el camino recorrido
durante el resto de la canción, convirtiéndonos en un espectador
activo, en un ser que observa los reflejos cambiantes de la sombra de
su soledad. Y todo es bonito: la interpretación, la forma de hacer
sonar los instrumentos, la voz de bajo perfil con la que se barniza
el aire alrededor de esas largas, kilométricas, introducciones
instrumentales... Quizás se echaron ayer en falta esas pequeñas,
pero apetecibles, descargas de ritmo que asaetea el ep de debut
(seguimos esperando nuevas entregas) de Nanga Parbat (las
canciones estar estuvieron, pero en una versión más ralentizada),
pero supongo que el grupo está derivando, sobre todo en acústico,
hacia un paraje más ambiental, unas estaciones de paso en su
transcurso vital, unas paradas bajo la lluvia. Sólo entonces, en la
quietud de la inundación, Nanga Parbat nos hace navegar en
medio de todo este deshielo en un pequeño barco de poesía.
Nanga Parbat - We'll Be Alone Too
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