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domingo, febrero 22, 2015

Furia presentan "Listen to Phenomenal Western Rock Combo" en Polaroid Club (Granada) 21/02/2015


Si tú, que estás leyendo esto ahora, eres de los que baila con la música del telediario y todavía guardas en el “almario” el recuerdo de las tardes de sábado viendo western con tus padres, y se te ponen los pelos de punta “Por un puñado de dólares”. El de anoche, en Polaroid Club, era tu concierto. Y digo era porque, habiendo visto otras veces la sala abarrotada, el lleno discreto de anoche me hizo pensar que más de uno no se había enterado de que Furia venían a Granada. Aún así, se ve que estábamos “los mejores” porque el ambiente fue inmejorable.

Furia es un grupo que entra levantando polvo, a golpe de Fender y tacón, con la fuerza de una diligencia a toda velocidad por el desierto de Arizona. Un caballo al galope que ha perdido a su jinete en plena carrera mientras le persiguen los indios y, al final de la escena, un garito londinense donde el mejor noise suena entre unas buenas pintas. Alucinante.

Es, el típico grupo sin etiquetas que se siente más cómodo si lo dejan cabalgar sin bocado ni montura. Llegan en plena gira presentación de “Listen to Phenomenal Western Rock Combo” (2013) y como flamantes ganadores del Desencaja’14, así que espero que vuelvan por ese motivo a Granada, porque esta visita me ha sabido a poco y porque, sinceramente, los que no habéis ido os habéis perdido un conciertazo tremendo.

A las riendas, Goli (guitarra y voz), un frontman carismático con una personalidad entre loco y genio que sabe que, desde el primer taconazo sobre las tablas, todo lo que sucede en adelante es parte de un show. Junto a él, Nur (guitarra, coros, voz en algunos temas) adopta una actitud shoegaze y mantiene la concentración en las cuerdas, mientras su compañero transforma el concierto en un verdadero espectáculo que va ganando fuerza a cada instante, hasta llegar a parecer una verdadera manada de caballos desbocados, con momentos sublimes en los que la fuerza de las composiciones alcanza el clímax musical.

Parte de este fabuloso combo, dándole mucha fuerza al sonido general de la banda, uno de los mejores baterías que he visto últimamente, Fran Santamaría. Impresionante ver cómo este chico se comía por momentos el escenario y marcaba el ritmo del show y de la noche a golpe de baqueta. Junto a ellos, otro músico de los que no va de relleno, de los que aporta de verdad, Nelo Escortell, al bajo. Aptitud y actitud por parte de todos ellos y eso, gusta.

El bueno, el malo, el álamo, la diligencia, la chica de Tarantino y mucho polvo en el aire mientras suenan temazos como “Machete”, “Road old road”, “Money” o “I’m a man”, que en directo suena más intenso incluso. Entre tema y tema, Goli presenta el siguiente con un spanglish gibraltareño que, en ocasiones, te hace pensar que ha pasado largas temporadas con la mafia calabresa y ha cogido cierto deje italiano.
Lástima que a Nur no se la escuchaba bien del todo (a pesar de que fue uno de los mejores conciertos que recuerdo en Polaroid en cuanto a sonido)  porque cuando empezó a cantar “Shake it” mientras Goli hacía “el indio” hubo un momento álgido en el que se notó que el grupo se había hecho por completo con el público y ya no iban a bajar la guardia.

“In my room”, con un postnoise muy interesante, situaba de nuevo a la banda en la órbita del rock progresivo y demostraba, nuevamente, que contar con la discreta presencia de Nur es un lujo cuando se la escucha y deja que Goli, en un plano coprotagonista, se dedique a rizar el rizo y dar más espectáculo aún si cabe, y dar densidad a las guitarras, mucho más atmosféricas y receptivas a cada golpe de furia que le imprimen a un tema con un estribillo casi hipnótico.

Pero no, el concierto no termina en ese momento ni en ese tono, otra vuelta de tuerca y aparecía en escena Ennio Morricone, con ese puñado de dólares que hizo poner las cervezas en alto y levantar también los ánimos al máximo haciendo difícil la despedida de un grupo que llegó disparando a bocajarro. Trallazos de un western-surf-rock que convive incluso con sonidos más psicodélicos de temas “Pushloop (Golpe al equilibrista)” y con un Goli que no para un momento en el escenario. Y todo eso, casi, casi, sin despeinarse.

Nos marchamos de la sala con la esperanza de que el malo de esta película tenga un final feliz, que la chica se quede amordazada en la silla, que los indios se suban al tren del progreso y que Furia siga llevando esta experiencia musical a las salas por las que aún tienen que pasar, porque, cuando ellos toman el escenario, cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia. 

Crónica: María Villa
Fotos: Beatriz (Perse Fone) 

Más fotos en: PERSEFONE

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