Emma
Get Wild celebraron la presentación oficial de "Once I was a
tiger" y también de su nueva banda, (tres meses después de su
concierto en la Sala Russafa, en la que dieron anticipo de ambas
novedades), en la Sala Dieciséis Toneladas acompañados de los
locales Junior Mackenzie y del asturiano Pablo Und Destruktion.
En
la cultura anglosajona, unir viernes y 13 es augurio de malos
presagios. En la cultura hispana, su tópico equivalente, que
coincidan en una misma hoja del calendario el segundo día de la
semana con un 13 sólo invita a sus usuarios a que desistan de
casarse o embarcarse en tan fatídica fecha. Ni lo uno ni lo otro
parecía figurar en los planes de los presentes en la sala 16
Toneladas. A los que allí estabamos con puntualidad británica según
se nos convocaba en el cartel, medio centenar de personas incluyendo
miembros de los grupos, allegados, técnicos de sonido, y demás
gente de la escena, parecían muy tranquilos y sin dar ninguna pista
de que tuviesen previsto realizar una singladura nocturna o
embarcarnos en una celebración nupcial sorpresa.
Sí
se veían caras de nervios (algunas), preocupación (pocas), ilusión
(las más, entre ellas la mía), y sobre todo caras ajenas al
jolgorio folklórico festivo que también nos rodeaba en estas
fechas: en la cultura valenciana, 19 y marzo significan que tus más
mínimos derechos ciudadanos van a ser ninguneados por una mayoría
tan incívica como nativa. Esta entrada pretendidamente ácida con la
movida falleril, no dejará de tener una importancia mayor avanzada
esta crónica. Os lo aseguro.
Lo
cierto es que el pasado fin de semana, entre las once horas p.m del
viernes y las tres a.m. del sábado, las paredes de la Sala
Dieciséis Toneladas se convirtieron en los muros aislantes que nos
protegían de un entorno hostil (y de una retórica aparentemente
crítica de una eficacia y estética propias de la factoría Walt
Disney),
como
de un contendor que iba a albergar propuestas tan diametralmente
opuestas y a la vez, tan estimulantes como el histrionismo tranquilo
del asturiano Pablo Und Destruktion, guaje capaz de aunar en un todo
lleno de sentido, los recientes ritmos digitales con las atávicas
tesituras vocales de la música popular; la propuesta que parece
nacida en tierras situadas más allá del Atlántico y que bebe de
músicas tan atávicamente contemporáneas como el rhythm &
blues, el alt-Country, gotas de soul y el rock'n'roll de sabor más
añejo: Junio Mackenzie. Los anfitriones, Emma Get Wild, cerraban una
noche en la que la presentación de su cuarto trabajo, acompañados
de la que va a ser su nueva banda, presagiaba una de esas noches en
las que, más que la hoja del calendario, es el resguardo de la
entrada que a partir de esa noche conservarás en el cajón de tu
mesita de noche la que te refiera si fue o no fue una gran noche.
Cuando
la gente ya buscaba sitio para ver el castillo, en el interior del
Dieciséis Toneladas, medio aforo se acercaba con timidez al
escenario sobre el que el guaje acompañado de una guitarra, varios
pedales para distorsión y loops y una caja de ritmos, nos iba a
presentar su propuesta. El breve set ofrecido por Pablo contó con
seis temas, entre los que incluyó sus tres más clásicos: "España
sin dientes", (con la que finalizó de manera brutal) "Pelayo"
y "Agujero". Los tres metros de distancia entre el pie del
escenario y la primera fila de espectadores sugiere, de manera
metafórica, (como en muchos otros conciertos) la distancia emocional
entre la propuesta del asturiano y su recepción por parte del
público. La llegada al local de Mr. Pefumme, y acompañantes,
rompió por un momento la desconexión entre público y artista,
acompañando la asturiano en las letras y coros.
La
inclusión de Pablo Und Destruktion en el cartel de esa noche
correspondía una minigira de cuatro fechas en las que el cantautor
tocaba en Kafcafé el viernes, precedido de Nestor Mir y
Gilbertástico, y que proseguiría con dos sets con entrada libre en
las salas Voodoo de Alcoy y Dublín de Gandía en compañía en ambos
locales de Mr. Perfumme. Todo ello está organizado según la
filosofía de Circuit InterCities, una inteligente inicativa local
que te contamos aquí.
Sobre
la medianoche, Junior Mackenzie (voz, guitarra, slide), junto a Marta
Domingo (voz, coros, violín), Andrés Mauricio Bedoya (bajo
eléctrico y contrabajo) y Luís Ciru (batería) tomaron el
escenario, justo cuando el aforo llegaba al máximo de la noche. Si
bien Mackenzie es una de las figuras que más se repite en la oferta
de música en vivo local, lo cierto es que cada oportunidad de verlo
es una cita ineludible con la música con vocación de autenticidad y
carácter lúdico. Los cuatro convirtieron el escenario (en parte
gracias a un cambio del encargado de luces que cambió los tonos
verdeazulados por un rojo intenso que convertía el escenario y sus
alrededores una parrilla sobre brasas al rojo vivo que se convertía
en el complemento visual perfecto para lo que el cuarteto iba a
desarrollar en su casi hora de encendido show.
Rhythm
& Blues, Folk, Soul (sobre todo en la parte vocal) y añejo
Rock'n'Roll son los géneros sobre los que se extiende el territorio
Mackenzie. Con el apoyo de su tremenda sección rítmica, Luis el
baterista junto a Andrés, que, pertrechado por su contrabajo
consiguieron ambos transmitir a niveles subcutáneos de los
asistentes el ritmo de lo que íbamos a oír. Por su parte, Junior y
Marta se encargaron de forma brillante de la parte melódica del set.
Por un lado el juego de voces entre ambos, con una tesitura profunda
y grave la de Marta, con una capacidad innata para tutear cara a cara
al Soul o al Godspell, y por otro lado Junior, capaz de recorrer la
Ruta 66 adoptando el tono de voz que corresponde al saltar cada línea
de condado .Y sin olvidar ese recorrido como de montaña rusa tan
increíble que traza entre su tesitura de barítono cuando acomete
canciones inspiradas por las siete primeras décadas del pasado
siglo, hasta sus increíbles falsetes que nos transportan de repente
de áridas tierras resecas a los mullidos sofás del Studio 54.
Por
otro lado, la guitarra de Junior, tanto cuando blande la acústica
como la eléctrica, deletrean gastadas fórmulas próximas al
rock'n'roll sin que por ello pierdan su efectividad, potenciando ésta
además con las líneas melódicas del violín de Marta. The Dexy's
Midnight Runners, The Black Keys y los Creadance Clearwater Revival
sobrevolaron en espíritu el escenario dando la impresión en
ocasiones de que se habían apoderado de los altavoces.
El
próximo sábado 28 de marzo volverán a subirse al escenario, es
este caso del de dELUXE POP CLUB con motivo del Acustic Gramolafest,
en compañía del trovador Gilbertástico, por ello en esa ocasión
nos detendremos de nuevo sobre el cuarteto que sigue triunfando en
buena medida a las bondades de " Mr. Good Horse".
No
puedo precisar la hora exacta sobre la que hicieron su aparición
Emma Get Wild, pero sí que parte del público a esas alturas había
desalojado la sala, sin lugar a dudas seducidos por el atractivo
programa festivo. Emma
Get Wild son un grupo al que los medios no deberían situar en la
primera fila de la información cultural, si no que su casi
permanente presencia debería ser reclamada por un importante sector
de los consumidores culturales. El caso es que la presentación
formal de su cuarto larga duración, "Once I was a tiger"
no es una cita cualquiera para los que tenemos a la pareja formada
por Isa y Salva y, en especial, su disco "Dark Stories of The
Secret Coner" como referencias en el panorama del rock'n'roll
nacional. "Once I was a tiger", magníficamente
representado en la portada de Stella Blasco en la que su gata Puna se
enrosca sobre sí misma en un ejercicio de encogimiento que desde la
primera vista asumimos como resumen visual de lo que el álbum
ofrece: una búsqueda de uno mismo huyendo de modernismos impostados.
Vamos a buscar lo universal en lo propio, en lo íntimo, no
necesariamente bajo las engañosas luces de los atractivos neones del
exterior.
Dar
comienzo al set con "Roses" fue uno de los mayores regalos
que nos deparó la noche. En formato dúo, con el único apoyo de una
guitarra en las manos de Salva y la voz de Isa, interpretando una de
las mejores canciones de su disco, Emma Get Wild despejaba cualquier
duda sobre porque nos encontrábamos a pie de escenario
escuchándolos. No por ser un momento esperado, soñado, predecido e
imaginado hasta en sus más mínimos detalles perdió un sólo
momento de su mágica brillantez. El disco de Emma Get Wild, Once I
Was A Tiger, alberga una decena de maravillosos temas como te
indicamos en la recientemente publicada reseña
y esta noche íbamos a poder disfrutar de ellos en directo.
"Mad
Man moon", otra de las delicias que encierra el álbum empezó a
sonar con toda la banda sobre las tablas: Àlex Badía a los teclados
y pandereta ( y en varias ocasiones luciendo su magnífica
Rickenbaker), Santi a la batería con su "toque" maestro y
las dos nuevas incorporaciones, tras los exilios extranjeros deseados
por Scott LeVore ( India) y Sr. Correcto (Francia): Estela Tormo al
bajo y Leah Robin a la guitarra. Con "Counting magpies all the
way home" y "Look to the beats" ofrecieron otras dos
de las mejores joyas que atesora el álbum: La primera uno de los
temas más hermosos e intimistas de los diez cortes y el segundo, su
aproximación más obvia al rock'n'roll, con ese característico
punteo que le da esa querencia americana a la canción.
Que
después sonase "Beat box conecction" significaba tanto que
el extenso repertorio de Emma Get Wild no nos iba a privar de temazos
como éste, como de que en su setlist un álbum tan grande e
ineludible como el "Dark Stories from the secret corner"
seguía teniendo cabida aún en una noche de estreno. Afortunadamente
para los devotos del disco blanco del dúo, sonaron además de la
citada joya, "Armaggedon", "Sweet Unrest",
"Mideast" y "Mice on Ice". Temas antiguos que
sonaban con la misma intensidad con las nuevas componentes. La
complicidad de Estela con su mellizo en la base rítmica, Santi, así
como la conexión entre Alex, Salva y Leah es tan obvia como
resultona. Para Leah debió de ser un momento muy especial tocar el
irresistible solo que interpretaba antaño Pablo Riñón, en uno de
los momentos más mágicos del repertorio de la banda: el sólo de
"Sweet Unrest".
Para
finalizar atacaron el primer tema del disco presentado. "Silver
Fox" es una de las mejores canciones de "Once I was a
tiger", por ello se nos presenta en primer lugar, pero, en uno
de esos giros a los que nos tiene acostumbrados la banda, la
desarrollaron como un tema largo, con un deambular entre lo onírico
y lo psicodélico que nos hizo disfrutar aún más si cabe, demorando
el ya anunciado final. Lo único que puedo añadir es que,
sinceramente, no se pierdan este disco. Y de igual manera, no se
pierdan sus directos.
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