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martes, abril 07, 2015

MBC Fest: La delgada línea que puede convertir un festival gourmet en un fast-food festival

Las expectativas que generó el MBC Fest desde su puesta en marcha saltaban por los aires a dos semanas de su celebración y el poso de la desconfianza no desapareció una vez cruzamos la entrada. No era oro todo lo que relucía pero quizás todavía quede un haz de brillo que cuidar.

Dejar macerar los ingredientes para luego saborear la exquisitez de los mismos. Eso es lo que hemos hecho en estas horas posteriores a la primera edición del MBC Fest que se celebró en el Puerto de Sagunto de Valencia del 3 al 6 de abril. Pero aún a estas horas, exquisitez poca. No creáis que vamos a lanzar cuchillazos a diestro y siniestro cual Uma Thurman katana en mano, pero sí que intentaremos mostrar la parte que quizás no consiguió verse de forma tan directa durante estos días de festividades católicas y querencias musicales noventeras. Lejos de conseguir un notable pero apuntando maneras, el proyecto que a modo de mecenas iniciaba el apellido Broseta, quiso desmarcarse de lo que el SanSan (por coincidencia de fechas) ofrecería en Gandía. Quizás un proyecto demasiado grande para una primera edición y que adolecía de esas ansias de diferenciarse del resto a toda costa. Esa individualidad les pasaría factura, incluso antes de comenzar… 

Un festival de música con nombres internacionales y nacionales y nutrido con bastantes bandas locales. Vamos, hasta ahí, todo normal. Y solo eso habría bastado para que el acabado final hubiera optado a un notable alto. Musicalmente con ese apego nostálgico y noventero que casaba perfectamente con la media de edad de los asistentes (y, dicho sea de paso, de sus vástagos, a los que intentan adoctrinar en la ciencia de festivalera), y con una línea estricta que se cumplió en las tres jornadas: horarios clavados. Esto es lo que más se ha comentado en las crónicas posteriores (y en ocasiones calcadas)... será que el tema de la puntualidad es un valor que nunca ha estado al alza...

El acierto de unir sinergias con el Deleste o, mejor dicho, con el gusto a la hora de programar un soporífero viernes, llegaba de la mano de este otro festival y de la experiencia que Mr. Polar y Mr. Medina. “La experiencia es un grado”, y quizás puedan tomar nota también en el MBC Fest

Musicalmente poco podríamos aportar a estas alturas que no se haya dicho ya. Desde lo mejor de estos tres días de música con los irlandeses Ash compartiendo pódium con la sesión de baile de una casi-sin-voz La Roux o con la perfección emocional que siempre ofrencen Standstill casi con los ojos cerrados. Un sonido más que digno para la primera edición de un festival aunque en ocasiones nos estallaran los bajos en el oído medio como en el caso de Javiera Mena o acusáramos la falta de un volumen contundente. Pero son solo nimiedades si valoramos en conjunto el aspecto técnico. 

Lo que sí destacaríamos en este apartado musical es el ver cómo los músicos se perdían por el festival viendo otros conciertos. Miguel Ángel Landete de Senior viendo a Tórtel, Carlotta Cosials de Hinds subida a hombros y dándolo todo en el concierto de Novedades Carminha, Johnny B. Zero en el de Betunizer o incluso a Carlos Ballesteros de Hidrogenesse en el de Javiera Mena. Eso es lo que, como público-no-objetivo, destacamos del festival y nos deja una sonrisa y una visión a la que no estamos acostumbrados en la escena local, al menos a este lado del Turia. El resto, la verdad, ya es cuestión de gustos y de aceptar que Perro toquen a las 3 de la madrugada… 

Sin embargo, toda esa presencia blanca, cual marca de supermercado inocua, dejaba algunos damnificados por el camino. Algunos de los más perjudicados fueron aquellos que no fueron cabezas de cartel de escénicas. Solo Cabo San Roque y Los Corderos junto a Za! tuvieron el respeto escénico que merecían, desde el inicio, tanto ellos como el resto de propuestas. Propuestas que la organización no cuidó y que dejó al amparo de los oídos más afilados. Solo aquellos capaces de eliminar el sonido que llegaba de los dos escenarios principales pudieron entregarse a la trama escénica de La Coja Dansa o Francachela Teatro. ¿Qué alma cándida puede creerse que los decibelios que destilaron Hidrogenese o The Horrors no afectarían? Queremos creer que los recortes presupuestarios del festival pudieron ser la daga que se clavó en esta parcela del festival y no la falta de sensibilidad artística. Pero esto quizás mejor explicárselo a todos y cada uno de los bailarines y actores que llegaron al festival con la ilusión de hacer notar una disciplina olvidada en las moderneces varias del hipsterismo sonoro. 

Porque, no nos equivoquemos: este festival gourmet se convirtió en un festival de música al uso y muy cercano al fast-food cultural de digestión rápida. Poca cancha, ya fuera por espacio o por ese canon de novatada al que tendrían que someterse, a esas pinceladas que hacían más interesante el MBC Fest desde sus inicios. Pinceladas “interruptus” como la de los ilustradores que darían color, durante solo unas horas, al festival. De espaldas al público y hasta el anochecer; sobre unas mesas que hacían de improvisados soportes verticales y con un lienzo que quizás no fuera el idóneo para esa labor de ilustrar la música de esta primera edición del MBC Fest. A contrarreloj cual vampiros inversos que al ponerse el sol deben de alzar las manos y dejar de pintar a Samuel T. Herring, Javiera Mena o a Elly Jackson. Si hay algo que la adversidad dejó en este escaparate de espaldas al público de creatividad colorista fue, como decía Luis Demano en redes sociales, “comprobar el compañerismo que se respira en la ilustración valenciana” cuando a varias manos, ilustradores y amigos ayudaron a acabar, antes del toque de queda lumínico, el lienzo dedicado a La Roux

Muy de moda parece que está la preposición “pro” en los festivales que proliferan por la “contorná”. En este caso, el MBC se cubrió las espaldas y dejó esa “pro”(mesa) a un lado para traer a la sobremesa unas conversaciones al respecto del lienzo musical actual. “Qué buena pinta”, recordamos que algún compañero de medios dijo cuando se desveló el contenido de las mismas… ay, incautos… Que las conversaciones tuvieran su espacio en el festival no era garantía de una calidad mínima fuera de una reunión de amigos. Un fifty-fifty, dejémoslo así. Una primera jornada de encuentros que dejó bastante que desear, tanto por sus participantes como por una flojísima argumentación. El escaso interés por parte de los profesionales acreditados al festival tampoco ayudó a que del debatir sobre “quién decide mis gustos musicales” o el estado del “crowdfunding” pudieran sentar las bases de esta, a priori, interesante (y necesaria) propuesta participativa y de opinión. Mucho más se aportó en las mesas redondas que seguirían un día después, lejos de polémicas insostenibles acerca de si (y perdonad que en esto sea intransigente) las mujeres, en general, huímos de la crítica musical, de este periodismo (siempre con tufo y cariz machista) o, como uno de los ponentes utilizó a modo de ejemplo, “de una guitarra si se nos pone delante”. Valoremos a quienes realmente puedan ser prescriptores de algún tipo de conocimiento para trabajar todos en una misma dirección, compañeros

Salvando aquel desgobierno semanas antes del festival y que condujo al pánico a todos los que habían planificado sus vacaciones de Semana Santa,… salvando que esas propuestas alternativas de danza-ilustración-diseño (lo del diseño sería casi mejor decir que Domestic Data Streamers pusieron un stand más que señalar que había una puerta abierta al diseño) quedaron a medio gas, a medio mimar y a medio camino de ninguna parte (esperemos hayan tomado nota desde la organización),… salvando agujeros organizativos y de concepción final del festival, el MBC Fest verá una segunda edición en 2016, y así se apresuraba a salir en rueda de prensa su director Juan Carlos Vidal, aún con el festival de cuerpo presente, junto al alcalde de la localidad, Sergio Muniesa. Unas cuentas que todavía no nos cuadran mucho: 12.000 asistentes en 3 días... y a la cabeza nos vienen las imágenes de las escasas 50 personas que asistíamos al concierto de The Soda Club. Números, estadísticas y generalidades, vale. Esperemos que el festival crezca para bien y no para consolidar todos esos errores o para deshacerse directamente de las parcelas menos cuidadas. Así sí que se compite por ofrecer un cartel diferente enfocado a la cultura musical más que al fagocitamiento de la misma para regurgitar posteriormente otro parque temático más en la jauría de festivales. Os dejamos aquí la pregunta: ¿creéis que hay esperanza para el MBC Fest más allá de la redención musical?Desde estas líneas seguimos confiando en que es posible ahondar en la brillantez que parecía divisarse meses antes del festival, que rectificar es de sabios y que la crítica y más aún, la autocrítica, es necesaria para crecer y para lograr lo que se persigue. 

PD: 2 días después de dar por finiquitado el festival, unas horas después de publicar este artículo, la organización del MBC Fest lanzaba a la venta abonos para la edición de 2016. ¿Tanteo, necesidad de recaudar algo más de lo ingresado en esta primera edición o simplemente cuestión de marketing? Sea cual sea la razón, la Semana Santa del año que viene contará con la penitencia y redención de un festival que puede ir a mejor si quien debe hacerlo, apuesta por él. Nosotros desde luego que lo haremos.



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