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martes, agosto 04, 2015

Arenal Sound. Playa del Arenal. Burriana, 2.8.15

Festival Arenal Sound. Playa del Arenal. Burriana, 2.8.15.

Y la fiesta terminó. Para nosotros ha sido más breve de lo habitual, pero creo que algunas pequeñas dosis son las mejores. Si algo ha caracterizado a la última edición del Arenal Sound ha sido la falta de riesto, la paulatina apuesta por propuestas puramente festivas y la incorporación masiva de djs, la mayoría de medio pelo, a un cartel en el que se ha notado, y bastante, la ausencia de un referente de la entidad de ediciones pasadas (recordamos a Placebo y Miles Kane hace un año o a Editors hace dos) y se empieza a echar en falta un poco más de variedad en los diversos escenarios. Siempre he dicho que aquí es fácilmente alcanzable el triunfo relativo, y algunos lo consiguen con muy poquito que ofrecer. Solo hace falta que te programen en el horario adecuado y que tengas un par de hits presentes o pasados para oscurecer con tu presencia al resto de esforzados currantes del rock patrio o foráneo que intenten demostrar un mínimo de profesionalidad por los diversos y maltratados escenarios (este año sobre todo, por causas obviamente ajenas a la organización) presentando discos y canciones que probablemente les vengan grandes a un evento de estas características. Cada uno busca sus propias apuestas ganadoras, lo que ocurre es que no siempre aciertas con los números.

En la última jornada del festival la cosa no empezó nada bien. Los horarios de actuaciones fueron cambiados apenas unas horas antes de la apertura de puertas y, como era de esperar, la gran mayoría de público ni se enteró. Apenas unos tuits y tibios avisos en redes sociales, a las que tampoco se les prestaba demasiada atención, provocaron el desconcierto generalizado y las sorpresas de encontrar a una banda en la fase final de su concierto cuando pensabas que estaban empezando. La reubicación de algunos de los artistas a los que la meteorología había obligado a cancelar un par de jornadas antes tampoco ayudó a ponerlo demasiado fácil para localizarlos en el cartel, aunque tampoco es que se fueran a perder gran cosa (las más esperadas de la noche, supuestamente, eran las hermanas de Nervo, con más fachada y caradura que materia sonora para ofrecer), y las caras de despiste eran frecuentes no solo entre los recién renacidos de la resaca sino en quienes intentamos adaptarnos al nuevo calendario con un mínimo de decencia. Cosas que pasan.

O a nosotros nos empieza a fallar la capacidad de análisis, o al domingo festivalero le afectaban todavía las ráfagas de viento que habían asolado las instalaciones. A los mejores conciertos probablemente de todo el cartel se les obvió mayoritariamente (nada a lo que no estuviéramos acostumbrados) y la gente que deambulaba por allí sin enterarse de nada solo preguntaba por la hora a la que actuaba Mika. Lo tenían fácil, pues fue uno de los que no sufrió variaciones en la nueva cédula, así que podrían seguir a lo suyo mientras nosotros, como dijimos ayer, seguíamos a lo nuestro. Como el servicio de megafonía parecía funcionar solo para lo menos importante y la cartelería se antojaba a precios inalcanzables –de lo contrario no se entiende que ni un mísero aviso sobre dichos cambios apareciese siquiera pegado ni en los toldos de la sala de prensa-, uno tuvo que buscarse la vida para no perderse lo que estimaba importante, sea ello así estimado por un más o menos nutrido grupo de contribuyentes. Tras el exordio vivido y escrito y el necesario período de aclimatación, resumo en otra media docena de puntos las vicisitudes musicales con las que se echó el cierre a la macro fiesta anual en la playa del Arenal.

1.  Neuman y la reestructuración. A los murcianos les jugaron una mala pasada con tanto cambio y les tocó bailar con la más fea de manera totalmente injusta. Las canciones de su magnífico álbum ‘If’, entre lo mejor de la producción nacional del último año, sonaron tal y como debían para casi nada. ‘Tell  you’ con la rabia habitual, ‘Turn it’ como ese tema que les suena a todos pero que no acaban de ubicar, y ‘Bye fear/Hi love’, obviamente sin su coautor Ken Stringfellow, muy por encima de la media. Algunas de las bandas a las que entrevistamos después nos preguntaban cuándo actuaban el rubio y compañía, para que el personal se haga una idea de lo complicado que resulta todo esto a veces. Un grupo que merece mucho más respeto, y así lo demostró, basculando entre el rock alternativo americano y el pop británico clásico. Mejor esto que nada y nada mejor que esto para empezar. 

2. Niños Mutantes y el futuro. Con la vista y el repertorio ya puestos en el atracón de festivales que los granadinos llevan afrontando estos meses, no es extraño que la entrega que los caracteriza se dosifique en función del escenario y el entorno. En esta ocasión se les asignó el primer escenario (hace dos años ofrecieron un concierto mucho más intenso en el de enfrente) y una hora de adelanto para que los lamentos por la falta de información fuesen otra vez protagonistas de los momentos siguientes a su actuación. Estos cuatro grandes ya saben cuál tiene que ser la adaptación correcta para recintos amplios en terreno y reducidos en duración, empiezan a medio gas con la acústica ‘Huesos’, siguen en la misma onda reivindicando los rincones vírgenes del Mediterráneo en ‘Barronal’, se recrean en el despecho de ‘No puedo más contigo’ y tiran de la versión más famosa del indie hispano para atraer la atención de los todavía renqueantes sounders de media tarde. ‘Como yo te amo’ ha vuelto a formar parte de su set list –parece que solo de forma provisional- y, unida a los pelotazos de ‘Náufragos’, ‘Hermana mía’ y el infalible ‘Errante’, conforman la jugada maestra de una banda que quiere cerrar la trilogía de discos más asequibles y volver a su herencia primigenia para seguir buscando el camino del éxito. Ya lo tienen, pero unos músicos de su calidad siempre merecen más y, como ellos mismos dicen al final, ‘Todo va a cambiar’.

3. Nacho Vegas y el temor. A que todo cambiara de repente y la incipiente afluencia se transformara en progresiva emigración. Al asturiano se le puede tachar de muchas cosas, desde su parquedad expresiva hasta sus divagaciones narrativas, pero como el antihéroe que es desde el principio de su carrera, todos le debemos un respeto y, por qué no, una reverencia. Se atreve a empezar su sobria actuación con ‘Gang Bang’, más conocido por la versión incluida en el ‘Freak Show’ de Bunbuy que por el maravilloso original surgido de su pluma. Y continúa recorriendo los cortes más “radiables” de su última colección, como ese ‘Adolfo Suicide’ trotón y redondo, el otro ‘Polvorado’ al que adorna con más precisión instrumental, la magnífica ‘Ciudad vampira’ para la que se hace con un ukelele, unos ‘Actores poco memorables’ sacados de una de sus mejores películas, un ‘Dry Martini S.A.’ mojado en sexo estático y la emocionante ‘Cómo hacer crack’ con el que muchos hicimos justamente eso, rendidos ante la evidencia de estar ante un grande que, de saber que lo es, renegaría de sus capacidades. Vegas estuvo charlatán, si entendemos por ello las palabras que dedicó a los supervivientes del encharcamiento colectivo y su aparentemente sincera empatía con los que reclamaban el dinero invertido. ‘La gran broma final’ con la que suele hacer mutis por el foro suena muy seria, y deja un regusto amargo por todo el tiempo que no le hemos dedicado a un artista aún más serio. Casi nadie sabrá que el asturiano y su banda, capitaneada por Abraham Boba y las otras dos terceras partes de León Benavente, dio uno de los grandes conciertos del festival. Ellos se lo perdieron. 

 4. La Bien Querida y la expectación. O la falta de ella. En un escenario de arena, con dos músicos de apoyo y sin batería ni recursos humanos innecesarios, Ana Fernández-Villaverde se intenta meter en camisa de once varas ante los descamisados que esperan otra cosa. Los temas de sus últimas tres entregas, sendos EPs con momentos más que brillantes, no es que sean difíciles de trasladar al directo, es que son prácticamente otra cosa. Ella ya viene fajada del FIB, quizá un entorno más idóneo por aquello del exotismo de su proyecto, y canta ‘Muero de amor’ con su voz exigua, acentuando los puntos melódicos de unos versos que hieren solo con pronunciarlos y que no llegan en las mejores condiciones al escenario equivocado. ‘De momento abril’ queda readaptada al formato actual, lo mismo que ‘A veces ni eso’, de lo poco tarareable allí abajo, y los ‘Poderes extraños’ que posee se clavan en un cierre que bien podría ser otro principio. La pasión justa para lo que vino después, un tipo de tormenta eléctrica mucho mejor recibida (y sudada) por la noche castellonense. Se llaman Toundra y hacen rock instrumental, a secas. No piensan ni por asomo en incorporar un cantante que no necesitan en absoluto y no se sabe muy bien si lo suyo es rock frenético, doom metal, blues electromecánico o simple fuerza desatada y sin control. Todo tiembla allá donde tocan y el cuerpo se te renueva sin que te des cuenta. Da igual que sus canciones (¿son eso?) se titulen ‘Marte’, ‘Zanzíbar’, ‘Cielo negro’ u ‘Oro rojo’, serían intercambiables y seguiríamos afectados por el mismo impacto. Otro buque de carga de varias toneladas que atraca en el puerto para quedarse un buen rato contemplando el oleaje que provoca. Tras la calma vuelve la tempestad. 

5. Tom Odell y los mojabragas. La palabra provoca, sí, pero más la actitud de los “profesionales” del foso que, objetivo en mano, acusaban al británico de empañar un cartel ya suficientemente empañado con sus líneas almibaradas de piano y sus pintas de pijo inglés refinado a la fuerza. Hay que reconocer que lo que hace no provoca en absoluto entre las féminas el lanzamiento masivo de prendas interiores y que hacerse acompañar por coros negros, vientos limpios y sección instrumental más ruidosa que la de sus discos vaya a hacerle pasar a la historia del festival, pero el chico es voluntarioso y algunas de las piezas incluidas en su sobrevalorado debut ‘Long way down’ resultan más o menos apetecibles. No, a este tampoco lo pondríamos de momento en letras grandes como cebo para próximas ediciones, a no ser que las tornas cambien mucho y se convierta en algo con mucha más sustancia, aunque dudamos que esa sea su intención. Por el rabillo del ojo, mientras tanto, esperan unos californianos mucho más dicharacheros a empezar el incendio nocturno a tan solo unos metros de distancia. La esencia está en la diferencia. 

6. We Are Scientists y las comparaciones. Con Arctic Monkeys, por ejemplo, a los que podrían plantar cara en un hipotético duelo de bandas jóvenes y descaradas. Sin la experiencia de los de Sheffield pero con su mismo arrojo, el bajista Chris Cain intenta resultar simpático soltando unas breves parrafadas en español mientras descargan sus dos grandes paquetes, ‘Dumb luck’ y ‘Nobody move, nobody get hurts’, probablemente el tema más reconocible de una banda poco o nada reconocida aún por estos lares. Ese mimetismo con las formas del rock indie más trillado les hace quedarse a medias de muchas cosas, pese a que salen por la puerta mediana gracias a la juerga final que se montan con el citado Odell en ‘After hours’, tocada a pachas con el niño bonito gracias al vínculo de su actual batería, antiguo de los americanos. Terminada la conexión UK-USA, entra en escena un libanés llamado Mika al que ya casi no tenemos fuerzas para aclamar. Tampoco es que nos resulte especialmente atractivo (y no hablo se su popular físico) un artista que solo ha grabado un álbum, el primero, relativamente memorable, y que después ha vivido de las rentas paseando su nombre y su estilosa estampa por festivales de medio mundo, pero si todavía es capaz de hacer bailar a gente de variada condición con sus himnos presentes y pasados debemos concederle el beneficio de la duda. Como él mismo dice nada más dejarse ver, ‘Relax, take it easy’.

Y así, todo lo relajado que puede estar uno después de casi siete horas de música y humedades varias, se finiquita un festival que ha conocido tiempos mejores. Como ya hemos dicho varias veces por aquí, la música es otra cosa, y de eso no se viene a hablar con propiedad en el Arenal Sound. Que la disfrute quien sepa más que quien pueda. Y el año que viene prometemos ser previsores y arriesgarnos a botar las embarcaciones que hagan falta para aguantar cualquier imprevisto caído del cielo. Será el momento de volver a empezar.


NEUMAN










NIÑOS MUTANTES
























NACHO VEGAS






















LA BIEN QUERIDA





















TOUNDRA










TOM ODELL












WE ARE SCIENTISTS

















Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney






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