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lunes, agosto 03, 2015

Festival Aspesuena - Aspe (Alicante). 31/07 y 1/08/2015

Finalizada la cuarta edición del Festival Aspesuena, es el momento de hacer balance de uno de esos festivales pequeños que no generan grandes titulares de prensa, bailes y récords de cifras o desfiles de miles de post-adolescentes en busca de diversión barata y fácil gracias al socorrido botellón. La calidad de un cartel siempre puede ser discutible según las filias y las fobias musicales de cada uno, pero lo que es inamovible es que, para algunos, lo primordial es la música y disfrutarla a la máxima potencia, sin terceros que distraigan en el camino. 

En Aspe (Alicante), no hemos tenido que mirar al cielo ni revisar los partes meteorológicos para disfrutar de un festival modesto y acogedor, a la vez que organizado con suma ilusión y esfuerzo. Huir de lo típico para completar el programa de unas fiestas patronales, dar opciones que atraigan al público más o menos joven (de poblaciones cercanas o no tanto), y todo ello de manera gratuita, vendiendo un producto sincero, no es fácil de encontrar. Sobre todo cuando la fórmula tantas veces repetida es lo que impera y se utiliza una y otra vez. 

El viernes, seguramente el día más interesante a priori de los dos que componen el festival, contaba con los nombres del valenciano Tórtel, Sidonie y Standstill. Tres bandas en momentos muy diferentes de sus respectivas carreras pero con sobradas garantías de calidad sobre un escenario.

Tórtel, el alter-ego de Jorge Pérez, sobradamente conocido en la escena valenciana, presentaba sus canciones con el honroso puesto de “telonero” bien asumido, demostrando, una vez más, que las sorpresas y los puntos álgidos siempre salen de la mal llamada “letra pequeña” del cartel. “Muchas gracias por poner vuestros oídos en los cantantes desconocidos”. Para nosotros, el ex Ciudadano no es precisamente un extraño. Con su tercer trabajo, “La Gran Prueba”, ya con algo más de año y medio de vida, Tórtel confirma la progresión y el camino hacia una orfebrería pop gracias a canciones llenas de luz mediterránea y, esta vez, con aires tropicales que encajan a la perfección con la sencillez de la historia cotidiana y las melodías cristalinas. 

“La Vieja Escuela”, con la calma que transmite, abrió un concierto en el que sonaron también temas de “Entusiasmo” como la deliciosa “Entonces sí” (seguramente la más celebrada por el público), “Los cantantes” o el single “En Defensa Propia”. Con una iluminación tenue que no hacía justicia a la luminosidad que desprenden sus canciones, la sorpresa llegó al final, cuando Ángela Pascual irrumpió en el escenario arrebatando el teclado a Jordi Sapena, mutando el tono del concierto hacia una tenebrosidad y distorsión impropia (pero muy bien recibida) del universo torteliano. 

Tras Los Átomos Djs, era el turno de Sidonie. Los barceloneses, aunque llevan tiempo repitiendo un show similar y recorriendo el circuito de festivales, son garantía de profesionalidad, disfrute sobre las tablas y fe absoluta en su trabajo. Una banda capaz de desgranar las delicadas atmósferas hedonistas y afrancesadas de “Costa Azul” o la psicodelia de salón de “Shell Kids”, jugando con referencias cinéfilas o de la cultura popular (guiños que vuelven a utilizar en su provecho en “Sierra y Canadá”, su último trabajo). Aun con altibajos compositivos o discos menos consistentes dentro de su carrera, Sidonie son el equilibrio perfecto entre el tono festivo y el oficio de contar historias. 

Puede que para sus detractores, subir a un escenario ataviados con camisas hawaianas y una enorme sombrilla reste valor a su propuesta y sume superficialidad, aunque se haga a ritmo del legendario “California Girls” de los Beach Boys. Comenzar el concierto con “Fascinado” y “On the sofa” puede asemejar quemar cartuchos demasiado pronto para el público nostálgico de su primera época, pero son la apuesta segura en el setlist de cualquier concierto de Sidonie, como la corta aproximación al “Costa Azul” (qué bien sigue sonando “Los Olvidados”, aunque la voz de Blanca Romero se sustituya por las de Marcell Caballé y Jes Senra). 

Un nuevo tema, “Aunque Dylan se muera”, e himnos para el público, como la desnuda “En mi garganta”, “Por ti”, u otros más recientes como “Un día de mierda”, que Marc cantó llevado a hombros entre el público, pusieron el contrapunto a las guitarras de “El bosque”, “La sombra” o “El incendio”

La inminente disolución de Standstill era, con total seguridad, la razón de mayor peso para acercarse a la localidad alicantina este pasado pasado fin de semana. Con las dos fechas en Barcelona en el horizonte, el viernes se convirtió en el momento más perfecto para la despedida sobre los escenarios para los que allí estábamos. En un sentido diametralmente opuesto al concierto del 25 aniversario de Bcore del pasado mes de junio, en el que no tuvo cabida el adiós ni la solemnidad del punto y aparte, y al recogimiento y el ceremonial del Live The Roof del mes pasado en Valencia (con Montefusco acompañado del Coro Cambra 16), se antojaba una personal tercera etapa en el proceso de partida de un grupo protagonista en la propia memoria musical. 

En Aspe sí estuvo presente el auto homenaje, la despedida y la solemnidad, con un recorrido por las historias del mapa emocional (ahora, desordenado), de un Enric Montefusco que cede cada pasaje vital, cada verso, a todos los que allí escuchábamos y hacíamos nuestro cada relato según lo fuéramos necesitando. Es tal la energía, la compenetración, el ritmo emocional que transmiten, que nadie puede evitar preguntarse si es realmente necesaria la marcha indefinida. 

Sin escenografía alguna, con la formación actual al completo, Enric Montefusco, Piti Elvira, Ricky Falkner, Ricky Lavado y Victor Valiente, la entrega se eleva a la máxima potencia y se pronuncian las despedidas entre la voz de Enric y los silencios atronadores. Un privilegio asistir de nuevo a la explosión en la percusión de “Nunca, nunca, nunca”, a la historia narrada en “Adelante Bonaparte” o a ese “Vivalaguerra” del que se entresacan temas como “La mirada de los mil metros” o “1, 2, 3 sombra”. Y, para terminar, en un concierto que duró poco menos que un suspiro, con los oídos atronando (incluso con lágrimas entre el público) ese “Adelante Bonaparte (I). Algunos recuerdos significativos de B.”, que resume y concentra en una sola frase, en un solo estribillo, el sentimiento colectivo y la frase perfecta para un momento como este. “Me voy a inventar un plan para escapar hacia delante...”

Tras la noche del viernes, el sábado se veía más ligero, desprovisto del poso emocional que dejó la primera jornada del Aspesuena. Siberian Wolves, El Columpio Asesino y Varry Brava componían un cartel en el que la sorpresa, a pesar de que al público le costó acercarse al recinto al principio, fueron los primeros. Alex Barberá (guitarra) y Borja Put (batería, voz) forman Siberian Wolves, y con su homónimo disco de debut han demostrado que el hard rock y la psicodelia componen una mezcla perfecta en la que caben las influencias del pasado y el más rabioso presente. Desde Sonic Youth o Led Zepelin hasta la nueva hornada del rock psicodélico con Temples y Tame Impala, los de Xátiva cuentan con verdaderos trallazos y un directo incendiario en el que la batería es golpeada sin piedad, la voz cuenta con un componente hipnótico y seductor y las líneas de guitarra lucen férrea voluntad. Sin duda, un grupo de la nueva hornada valenciana a tener en cuenta. 

El Columpio Asesino ponía el punto adulto y crudo, rematando el poso de oscuridad y densidad esbozado por Siberian Wolves. Los navarros crean atmósferas sofisticadas y difíciles de definir, en un vaivén ecléctico que hace difícil e innecesario encasillarlos en ninguna manida etiqueta. Rock, punk, electrónica, kraut, tecno, en una batidora infernal que rezuma hipnotismo, decadencia y suciedad, con el eco de una nave industrial abandonada en medio de la nada. El hedonismo, el sexo, cierto desasosiego e incomodidad ya estaban presentes, pero en “Ballenas muertas en San Sebastián” es llevado más allá y la sensación es abrumadora, envolvente. Todo está podrido, se cae a trozos y la carcoma te invade, y tú formas parte de ello. Ritmos repetitivos, enfermizos, sintetizadores como martillos y el contraste y la complementariedad entre las voces de Álvaro Arizaleta y Cristina Martínez. 

Sobriedad sobre el escenario, desgranando ráfagas como “Babel”, “Ballenas muertas en San Sebastián”, la parodia de Pixies en “Vamos”, o los consabidos hits de “Diamantes”. “Perlas” y “Toro” crean una elevada catarsis con el público, consiguiendo, en cada ocasión, una corriente de ida y vuelta que está presente durante todo el concierto pero que aquí se eleva a la maxima potencia. 

Los murcianos Varry Brava fueron los encargados de cerrar el apartado musical, aportando el tono festivo y bailable a la noche. Su mezcla de música disco, canción italiana y pop español más vintage es altamente efectiva en determinados contextos y a ciertas horas de la noche. Si a eso le sumamos el descaro con el que se mueven sobre el escenario (sobre todo su vocalista, Óscar Ferrer, que no para en ningún momento) y el desenfado y lo liviano de sus letras y su propuesta, podemos entender que fuera un gran broche a la jornada. Mirando el reloj, se antojaba imposible semejante derroche de energía a uno y otro lado del foso, pero temas como “Ilegal” (su último single), “Fiesta”, “Ritual” (que a más de un treintañero/cuarentón provocaría una brutal regresión a la adolescencia), “Fantasmas” o “Fan” mantenían Aspesuena en alto rendimiento. 

No creemos que hubiera más gente que en el Low, pero sí que probablemente el efecto fuera similar. En algún momento de la noche se reivindica a Hombres G, y, salvando años, distancias y estilos, podemos entender que la fórmula triunfe. Los paisanos Second también salen a relucir gracias al tema “Navidad”, grabado con Sean Frutos, e incluso hay un guiño a Love Of Lesbian y su “Club de fans de John Boy”. El escenario es un modesto jardín que nos recuerda vívidamente (salvando dimensiones y distancias) al concierto de Crystal Fighters en el FIB. En ese momento, lo entendemos todo. La fórmula es infalible y no tiene explicación racional por mucho que intentes buscársela, y tú, sí, también has estado ahí.

Cerrado el apartado musical, Lo Mejor del Pop Independiente DJ Set y el show de Estereobrothers Djs continuaron con la fiesta. 

El Festival Aspesuena cierra de nuevo con nota sobresaliente, con una programación efectiva y la dosis justa de riesgo y emoción para atraer a un público algo más exigente. Un evento sin más pretensiones que las lógicas, con una cuidada organización que tiene en cuenta la comodidad de público y prensa. Así que no podemos más que desear que la cita se consolide y haya Aspesuena 2016.


Texto: Susana Godoy
Fotografías: María Carbonell 
 


TÓRTEL









SIDONIE








STANDSTILL












SIBERIAN WOLVES







EL COLUMPIO ASESINO










VARRY BRAVA











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