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viernes, diciembre 04, 2015

Rufus T. Firefly: La catarsis del número Nueve

El pasado 27 de noviembre, Rufus T. Firefly cerraron la gira de su último disco “Nueve” en la Ocho y Medio de Madrid. Los de Aranjuez dieron un concierto muy emotivo e intenso que resaltó sus muchas bondades.

Cuando se apagaron las luces, se comenzaron a proyectar imágenes del número nueve mientras sonaba el mítico “Number 9” del álbum blanco de los Beatles a la vez que los músicos eran recibidos con aplausos. Su setlist estaría dedicado a su último LP del cual sonaron prácticamente todos los temas, pero también hubo mucho tiempo para canciones anteriores como fue el caso de Incendio suicida o El Séptimo Continente. Esta última nos mostró la capacidad de la banda para crear ambientes, algo que pudimos admirar en muchos otros momentos a lo largo del concierto. Para ello se sirvieron de una coordinación encomiable entre los músicos, comenzando el tema con un protagonismo absoluto de teclados acompañados de las siempre precisas Sara Arévalo al bajo y Julia Martín-Maestro a la batería y que gradualmente irían perdiendo presencia a favor de unas guitarras con mucha distorsión. Todo esto siempre apoyado por el “frontman” de la banda Víctor Cabezuelo que además de cantar alternaba entre guitarra y teclados. Las sensaciones que nos transmitieron con sus temas son difíciles de describir pero podría decirse que cada canción de Rufus T. Firefly es un mundo al que fuimos transportados en este concierto gracias a su habilidad para crear paisajes sonoros. A todo esto hay que sumarle unos estupendos visuales de corte psicodélico y surrealista acompañando a cada tema y que contribuyeron a sumergirnos todavía más en los ambientes de Rufus T. Firefly.

El rock de esta banda, muy apoyado en los sintetizadores de Alberto Rey y en la voz etérea de Víctor Cabezuelo, está muy influenciado por la psicodelia. Un ejemplo de esto fue Metrópolis, que tocaron mientras se proyectaban imágenes de la  película homónima. En este tema hubo varias sorpresas: Al verso “hoy llevo todo el día con Standstill en la cabeza” le siguió un fragmento de La Mirada de los Mil Metros, conocida canción de Standstill, a grito de “estaría muy bien”. Si bien es cierto que se les fue un poco de las manos este homenaje que quedó un poco largo, a los pocos segundos de haber retomado Metrópolis ya estábamos inmersos de nuevo en la atmósfera de la ciudad infinita como si nada hubiese pasado.  Cuando todos creíamos la canción terminada, Víctor llamó al escenario al “dueño de la banda” Charlie Bautista, al que le pasó su guitarra poniéndose él a las teclas. Charlie se marcó un solo muy elegante que  fue potenciado por el buen acompañamiento que le brindaron el resto de músicos consiguiendo embolsarse fortísimos aplausos por parte del público.

La emotividad estuvo presente en todo momento. Quizás influyese el hecho de que era el último concierto con su teclista Alberto al que agradecieron “todo el cachondeo y todos los kilómetros”, pero tenemos que admitir que temas como Midori, Demerol y Piedras o Somos el Enemigo nos tocaron la fibra. Para esta última contaron como invitado con el “dios nórdico” Ekain Elorza, batería de Dinero al que Julia cedió su instrumento para acompañarle con un timbal y una pandereta. Ambos músicos se marcaron un poderosísimo “solo” de timbales que a día de hoy todavía nos retumba en los tímpanos y que supieron enlazar a la perfección con la parte final del tema, de mucha menor intensidad. Pero no podemos olvidarnos de la faceta más energética de los Rufus que estuvo presente en temas como Pompeya, en la que pudimos disfrutar de un mayor protagonismo de su guitarrista Carlos Campos. La banda dejó sus temas más emblemáticos para el final y no fue hasta después del “bis” que pudimos disfrutar de Nueve y El Problemático Winston Smith, que con un catártico “solo” a dos teclados protagonizado por Alberto y apoyado por Víctor puso el broche final a hora y media de concierto. Sin duda, un teclista como Alberto va a ser difícil de sustituir.
Os garantizamos que el concierto de Rufus T. Firefly fue un gran espectáculo visual y sobretodo sonoro llegando a alcanzar niveles de calidad altísimos en los momentos más instrumentales valiéndose de una amplia paleta de sonidos e intensidades. La sección vocal pese a ser también de buena calidad no llegó a alcanzar estas cotas quizás porque los coros apenas pudieron seroídos. Sin embargo, la capacidad de estos músicos tan versátiles ha quedado más que probada en este show. Antes de tocar la última canción, Víctor Cabezuelo agradeció todo el apoyo que el público les ha dado a lo largo de esta gira y anunció que empezarán a componer los temas de su próximo LP en seguida para devolver todo el amor recibido. Ya nos estamos frotando las manos.
 


Redacción: Carlos Castaño
Fotografía: Beatriz Pacheco


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