El hecho de poder asistir a una sala con un niño pequeño es además de una experiencia fascinante todo un reto. Las salas no están habilitadas para determinadas necesidades pero el ingenio y ,as ganas de pasarlo bien pueden con todo. Desde la sala todos estaban intentando hacer lo más fluida posible la entrada, la recogida de reservas y atendiendo a todas las personas que decidieron improvisar y acercarse al concierto. Teniendo niños el factor sorpresa siempre es determinante y a veces la previsión no es posible. La buena, o mala noticia es que el éxito de la convocatoria fue tan rotundo que muchos se quedaron sin poder pasar, la parte positiva es que esta acogida augura que los ciclos de conciertos se pueden convertir en fijos, e incluso, por qué no, ampliarse a más de una vez al mes. Desde Alquimia Sonora desde luego deseamos que así sea como amantes de la música y como padres.
Dentro la solución más sencilla era la más efectiva, aunque puede que en futuras ediciones tengan que poner un cercado para que los adultos que "lo dan todo" dejen a los peques disfrutar de sus primeras filas de forma pacífica.Así que los que quisieron y pudieron se acercaron al pie del escenario para verlo desde las primeras filas. Los más peques optaron por la barra del bar que goza de una vista privilegiada..
The Rubinoos es una banda americana, posiblemente así a palo seco algunos se descuadren, pero llevan sacando y vendiendo muchos discos desde los años 70 gracias a su power pop fresco y su talante divertido. Esa fue una de las notas que más simpatía causó entre los pequeños y los mayores, grandes esfuerzos por comunicarse en castellano hicieron que conectasen con la chiquillería que se aleja de los cantajuegos para poder tener una cultura musical mucho más dinámica y atractiva.
El tracklist fue un poco más breve que los conciertos habituales, los decibelios también, pero la dinámica y el contenido podría calcarse de cualquier bolo de The Rubinoos sin mover una coma.
El tracklist fue un poco más breve que los conciertos habituales, los decibelios también, pero la dinámica y el contenido podría calcarse de cualquier bolo de The Rubinoos sin mover una coma.
No faltaron clásicos de su repertorio como “I Wanna be your boyfriend”, “Peek a Boo”, o “Stingray”. Y sobre todo mucha energía positiva, y un espíritu que igualaba a los más pequeños de la sala. y es que aunque lleves desde los setenta en un escenario tener un público como el de la Moby Dick no es moco de pavo, es el más exigente y más bajito contra el que se van a enfrentar. Y damos fe de que se fueron contentos.
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