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lunes, mayo 30, 2016

Nacho Umbert + Sáez - Las Naves. Valencia, 27-5-16


Es difícil ser objetiva al intentar contar cómo Nacho Umbert hace fácil y de forma natural algo tan pretendidamente complicado dentro del panorama musical que nos rodea. Unas canciones llenas de una materia complicada de conceptualizar o delimitar, que apuntan directamente al centro intangible de todo y que cobran un sentido propio y superior en cada escucha. 

Quizás por ello resulta tan acertada la elección de Javier Sáez para estrenar escenario, en un concierto con sabor especial para el valenciano por repetir en el mismo escenario que resultó ser paso importante del trayecto de su primer disco en solitario, “Camina Conmigo”. La puesta de largo de este trabajo reveló para muchos la figura incipiente de un cantautor que juega con la intimidad y las narraciones, de afilada sensibilidad y cercanía. En esta ocasión, el envoltorio se definía con el acompañamiento de Guillermo Sanz, discreto escudero pero imprescindible a la guitarra y a los ocasionales coros. 

Sáez ofreció las canciones de “Camina Conmigo”, en ese universo paralelo de luces bajas y cuerdas que lo caracterizan. “Monstruo”, “Elixir”, “Duerme”… y la que abre el disco e hizo lo mismo con el concierto del pasado viernes conjugaron una segunda oportunidad para defender con solvencia sus composiciones. Destacaremos “Puedes”, donde Guillermo Sanz da un firme paso adelante, y la íntimamente respetuosa y certera versión de “Lucha de Gigantes” de Antonio Vega. 

El pasar de las páginas del gran libro de familia de Nacho Umbert se convirtió, a continuación, en una ceremonia cercana en la que las historias se suceden lentas, próximas, con una sutilidad cotidiana en la que el tiempo se detiene. 

En su rol de narrador de vidas, desgranó su universo personal en el que las historias son propiedad de quien las cuenta, despertando, si acaso, el recuerdo del que escucha. Una breve presentación sitúa la narración dentro del hilo familiar, desentrañando en parte las razones que llevaron a cada una de las canciones que forman “Familia”. 

Fue un concierto con dos partes diferenciadas y ritmos sutilmente diferentes; la primera comenzó con la fábula familiar y futbolística “Sudamericano” y se sumergió en el humor masturbatorio de la “Fruta Prohibida”. Allí sonaron los capítulos de esa gran novela: el doloroso final de “Que lo sepa Cary Grant”, la habanera en “Barbarroja” o el cuento politizado de “Santa Inquisición”. En la segunda, el repaso a títulos claves de sus dos discos anteriores se hizo corto pero nos ofreció la oportunidad de revivir temas como “Red Eyes”, “Cien Hombres ni uno más” o “Superhéroe”

No podríamos dejar de destacar el lujo de contar con Raul Fernández Refree, capaz de vestir canciones (incluso de desnudos, como la exuberante demostración en “Luz Artificial”) con un envoltorio de guitarra y pedales omnipresente y cegador. El intimismo de las canciones de Umbert encuentra allí el contrapunto de rudeza y lirismo en sus cuerdas y las dota de una fuerza exuberante que las completa magistralmente en el directo. 

Y hasta los errores, que, al igual que en la vida, nos permiten aprender aquello que no está escrito en los manuales, cobran su sentido en un conjunto tan increíblemente emocional y perfecto como cabría esperar desde la primera nota, desde la primera historia. 


NACHO UMBERT















 

SÁEZ


















Texto: Susana Godoy
Fotografías: María Carbonell
 

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