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martes, mayo 24, 2016

Pájaro en Planta Baja (Granada) 20/05/2016


Creo que la primera frase que dije cuando Pájaro empezó a tocar el viernes noche en Granada fue “a mí es que esto me emociona”. Sonaba en ese momento “Apocalipsis” la intro que abre también el último trabajo del de Parque Alcosa “He matado al ángel”, con el sonido de la trompeta marcando, acentuando, haciéndose con el espacio que dejaban las guitarras en el aire. Y de pronto esa sensación de que algo te sobrecoge, te produce una emoción difícil de explicar y que ya, desde ese momento se adueña del ánimo colectivo.


Así son los comienzos en un concierto de Pájaro, apoteósicos. Los comienzos, los finales y todo lo que sucede entre medias. Venía presentando este esperadísimo trabajo, cuatro años desde que publicase “Santa Leone” son muchos años para los muchos incondicionales que se han ido adhiriendo a su causa. La de los rockeros de verdad. Junto a él, una escudería de lujo, Raúl Fernández (guitarra), Paco Lamato (guitarra), Pepe Frías (bajo), Roque Torralva (batería) y el mencionado Ángel Sánchez (trompeta) con la que comparte protagonismo y lo cede generosamente en los muchos momentos en los que la banda acapara la atención del público.

Sin prisa y sin pausa los primeros compases de “Costa Ballena” se mezclan con los últimos de la intro y la sobriedad de Andrés Herrera se hace patente en los riff potentes y descarnados, despojados de lo innecesario el sonido fronterizo nos mete de lleno en el nudo argumental en el que Pájaro nos relata la arenosa historia de un desierto que podía ser Atacama, o la campiña Sevillana, como no hay letra nos sentimos libres de situar la acción donde queramos.

No nos da tiempo de coger aire, los pulmones ya resecos de levantar polvo imaginario, cuando el espíritu de Silvio planea sobre el Planta. Pájaro presenta la canción con cariño, se nota que si nosotros echamos de menos al de la Roda, para él fue mucho más que un compañero de viaje. Dedicada a los que están en la cárcel.

El tema, de la etapa compartida entre ambos en Silvio y Luzbel, donde militaba Andrés Herrera antes de formar parte de Sacramento, e incluido en el álbum “Al este del Edén”, se merecía esta segunda oportunidad. No porque no se la escuchara en su momento, sino por su especial intensidad y calado. Ahora, recuperada, se incorpora al conocimiento colectivo actual con un sonido de lujo. Dicen, las “malas lenguas”, que suelen ser las mejores, que Silvio no cantó esta canción nunca en directo porque no era capaz de aprenderse la letra. Supongo que será cierto, como cierto es que Andrés le pone un gran cariño al hacerla suya. Hacerla nuestra al fin y al cabo.


Desde ahí, una mirada cuatro años atrás en un “Luces rojas” que nos sabíamos de principio a fin y que cantamos con ellos desde el público sin cuidarnos de afinar adecuadamente, lo importante es que “la vida no es como empieza/ es como puede acabar” y que “las luces rojas nunca son tan rojas como ayer” y eso, cantado así, entre todos, termina teniendo un aire casi místico.

Entre algunos temas, mientras los músicos afinan, afina también el humor sevillano de Pájaro, un humor distinto al nuestro que quizás por eso, y porque nos suena sincero, hace que el público ría abiertamente de las ocurrencias del maestro. Cogen fuerzas así para soltar dos trallazos a bocajarro “Ione” y “Danza del fuego” con mención a Falla y a su talante gaditano, andaluces tenían que ser, los dos, uno para componer ese pedazo de pieza y otro para llevársela al lado del surf sin quemarla.

Por supuesto que no faltaron “El Dorado” (compuesta, según Pájaro, por Raúl Fernández y el resto de la banda), “Guarda che luna”, “Viene con mei” o “Perché”, pero es que si llegan a faltar no le dejamos salir de la sala, hasta que nos la toquen, la emoción del público era explícita en ese sentido. Un primer amago de terminar el concierto, con “El padrino” y el público, incansable, pidiendo más.


Sin hacerse de rogar demasiado, un final apoteósico, bien planteado, viniéndose arriba y haciendo que los demás también nos viniésemos muy arriba, por supuesto “Palo Santo”, “Santa Leone” y la siempre bien recibida “Las creaturas” y entonces Pájaro se vuelve hacia el público y nos dice “y ahora, una de regalo, porque si no la tocamos reviento… “así es él, de una sinceridad brutal y así, suena “Corre chacal” para cerrar la noche. Y se encienden las luces, y suena otra música, empieza la fiesta de Discos Bora Bora y Monkey Week pero ya no va a ser lo mismo. ¿Me creéis si os cuento que esa noche soñé con pájaros?

Crónica y fotos: María Villa

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