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viernes, noviembre 25, 2016

Maika Makovski en Teatro Alhambra (Granada) 24/11/2016


Absolutamente  magnética, con una presencia que ocupaba por completo el escenario que compartía con Brossa Quartet de Corda a modo de banda, así llegó anoche Maika Makovski al Teatro Alhambra para presentar “Chinook wind”, un trabajo que llega tras cuatro años de silencio en el que la artista ha hecho sus incursiones en el mundo del teatro. Lo hacía con un espectáculo atípico, distinto al que hemos disfrutado con ella en sus anteriores trabajos.

Sin la presencia, siempre mágica, de ese piano en el que ella se muestra volcánica y entregada. Un piano que echamos de menos los que admiramos esa capacidad de fundirse con el instrumento que muestra la artista, pero que no se echaba en falta en el amplio espectro de sonidos, dulces y matizados, que aportaban violines, viola y cello junto a una sutil batería y el contrapunto que da la trompa a las composiciones.


Así, con una honestidad y una desnudez que la favorecen y la realzan, Maika Makovski entró de lleno en “Canadá”, el primero de los temas de este nuevo trabajo, esperadísimo tras este parón en el que ha mantenido en vilo a sus seguidores, para seguir viajando, entre el viento, por este álbum intimista, profundo. Un trabajo que va a la esencia y a sus raíces macedonias, un país en el que, si en otro momento se sintió extranjera, ahora ha incorporado a su acerbo cultural con resultados tan vistosos como “Makedonjia”, tema que cierra el disco, en el que se lució especialmente con su puesta en escena.

Entre medias, otros ocho temas de la misma profundidad, un viaje al interior de una de las artistas más completas del panorama actual. Un viaje compartido con un público que a ratos se sentía sobrepasado por la intensidad que transmitía la cantante, a través de una voz única y una personalidad irrepetible. Pegados, literalmente, al asiento.


Si en alguna ocasión se la ha comparado a PJ Harvey, hay que decir que con la inglesa sólo comparte la producción ocasional de John Parish, que ha trabajado con ambas y que deja, en este último trabajo algo de su impronta personal en temas como “Blonde Poetry”, un corte en el que el productor intervino con mucho acierto.

Temas como “Bulldog” dieron pie a la retrospección y a sumergirse con ella en su universo personal, un universo lleno de magia donde ella, como un volcán, una bestia escénica que sabe calar en lo más profundo, se mueve como pez en el agua. Acompañando los temas con la desnudez de su guitarra y, a veces, armada sólo de esa voz de registros imposibles, la mallorquina (de madre andaluza y padre macedonio) dibujó e hizo palpables las canciones con la sutileza de sus propios movimientos.


Elegancia en estado puro, no sólo en la interpretación del trabajo que presenta en esta gira, sino en sus miradas atrás, a los temas de ese “Desaparecer” un álbum que supuso un hito en su carrera. Todo su talento y su arte al servicio de una experiencia que supo llevar más allá de la propia música, al un terreno donde sentir, casi saborear incluso, una música compuesta para compartir ese viaje que tan importante ha sido para ella, a Macedonia. Un país de pocos recursos y mucha generosidad, un país donde buscar otras melodías y otras músicas, y que ha supuesto, sin dudas, una parada obligatoria en su intensa carrera musical.

Desde allí, hasta nuestras fronteras, acercando nuestras culturas, Maika Makovski hace verdadera magia en una gira que visitará principalmente teatros, quizás para darle ese toque escénico, teatral pero cercano, a un espectáculo que discurrió entre la densa atmósfera de humo sobre el que las luces dibujaron y realzaron cada uno de los momentos, cada uno de los temas, cada una de las notas de una artista imprescindible.


Crónica: María Villa
Fotos: FOL CONTRERAS / J.M. GRIMALDI


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