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miércoles, noviembre 09, 2016

Tórtel - "Transparente" (I*M Records/Intromúsica, 2016)

El valenciano Jorge Pérez ofrece candor y contundencia a partes iguales en un disco de pop casi perfecto que derrocha identidad propia.



El equilibrio: ese insondable objetivo que se desdibuja en el horizonte de cualquier artista inquieto. Qué fácil es caer en la desmesura, que se te vaya la mano en el intento de sonar diferente, de evolucionar. 

Reconozco que eso fue lo que pensé cuando vi a Tórtel presentar con banda completa las canciones de su inminente nuevo disco este verano en los Jardines de Viveros de Valencia. Me pareció que la supuesta actualización (vía ochentas) de su sonido era algo de pega. De alguna forma, no me convenció ese revestimiento tan "producido" que agarrotaba unas canciones que quizá demandaban un tratamiento más sencillo. Tampoco en "La gran prueba" (2014), su anterior trabajo, aunque contenía canciones fantásticas, me pareció demasiado acertada la búsqueda de un sonido más actual, que no superaba, ni alcanzaba tampoco, la maravillosa exuberancia mediterránea de "Entusiasmo" (2012).

Quizá por eso la noticia de la edición de este "Transparente" fue recibida con el suficiente escepticismo por mi parte como para que al escuchar su adelanto, "En defensa propia", mi ceja se arqueara. Pero no, no la arqueé por lo que yo esperaba, que era la confirmación de mis sospechas, si no por todo lo contrario: ante mis oídos se presentaba la perfección pop. Una canción de sonido grande, inabarcable, de estructura sencilla pero poso profundo que infectaba irremediablemente tras segundos de escucha. Éste sí que era el Tórtel que yo quería oír aunque claro, habría que escuchar las restantes 9 canciones del disco para ver si refrendaban la primera impresión. 

Jorge Pérez, aún con su alma de eterno adolescente, es perro viejo. Sabe que el cuarto disco de un proyecto musical puede suponer la confirmación o hundimiento del mismo y por eso, ha procurado con todas sus fuerzas que "Transparente" sea el disco perfecto. ¿Lo ha conseguido? Veamos...

Producido por Al Pagoda, ex-miembro de los también valencianos Pollock, el disco se ha grabado entre casa de Jorge, los Millenia estudios de Valencia y los ya habituales, para él, Río Bravo. La masterización corre a cargo nada menos que de Joe Lambert (Sharon Van Etten, Antlers, Wild Nothing...), mítico ingeniero de sonido del mundo indie americano. Se ha hecho acompañar a los instrumentos por sus habituales Cayo Bellveser y Xema Fuertes, pero también por Pagoda, Enric Alepuz (Gener), así como una abundante pléyade de ilustres colaboradores: Juanma Pastor (Johnny B. Zero), Jordi Sapena (LHR) o Rauelsson, por citar algunos. 

Hay, pues, una intención de hacer las cosas a lo grande y también de sonar a lo grande. Eso es lo que siente uno en cuanto le da al play y suena "Respira", canción en la que además, encontramos una intención de abrirse al mundo, dejando definitivamente atrás aquella postura tan mediterránea de hace unos años. La sintonía de una radio sudamericana y unos teclados de aire oriental dan entrada a una canción tan oxigenante como su título. Una puerta de entrada que invita a pasar amablemente señalando el umbral de algo bello. 

Y todo lo que encontramos en el disco lo es. Es difícil afirmar ahora algo así, pero éste es quizás el paquete de canciones más brillante que Jorge ha alumbrado en su carrera. Quizá el encanto de andar por casa de algunas de sus primeras andanzas se haya perdido por el camino, pero esa pérdida ha merecido la pena. Las estancias amplias que diseñan estos nuevos capítulos de su carrera, los movimientos placenteramente circulares en que nos envuelven, así lo demuestran. Tórtel es capaz de mezclar, con naturalidad, candor y contundencia a partes iguales ("con una llave enorme estoy rayando coches", dice en la canción titular) encontrando un equilibrio perfecto entre lo que fue y lo que será. 

Las canciones aquí no aparecen impostadas ni disfrazadas de actualidad. Suenan modernas porque son modernas, aunque las escriba un tipo de cuarenta años. Él sabe perfectamente que rodearse de sangre joven le va a mantener alerta, le dará otro enfoque, pero de ninguna manera se aparta de una senda que ha ido trazando durante muchos años de trayectoria. Al fin y al cabo, las canciones son lo que importan y él ha sabido cultivar a conciencia un arte tremendamente personal para escribirlas que comienza a postularle como uno de los grandes autores del pop estatal, no hablemos sólo del valenciano. Hay una coherencia muy arraigada entre toda su obra sin dejar jamás de mirar hacia adelante. A eso se le llama evolución. 

Y ha ganado la partida: la hondura de composiciones magníficas como "El invitado", "Aquí y ahora" (con ese comienzo tan de película de John Carpenter), la cándida desnudez (y contundencia) de "Transparente", el homenaje a las canciones de Brian Wilson y Phil Spector de la ma-ra-vi-llo-sa "La luz de siempre" o ese pequeño homenaje al sunshine pop en forma de sampler a los Lovin' Spoonful que es "Sonámbulos", sin contar con el single perfecto que es, vuelvo a decir, "En defensa propia", configuran un disco a la altura de la perfección, que no deja resquicios a la crítica. Definitivamente, me rindo a él. 



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