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viernes, diciembre 16, 2016

The Damned + Resabiados. 14/12/2016. Sala Moon (Valencia)

Pese a los rumores de cancelación, el combo británico de punk, que celebraban cuarenta años de existencia, supo reivindicar su dilatada e interesante historia en un concierto más que solvente.

Los rumores sólo anticipaban el desastre. Que si habían cancelado en Barcelona, que si Dave Vanian tenía anemia (como lo leen: el conde Drácula padece ANEMIA), que si ya habían suspendido alguna otra fecha... Resultado: afición temblando, promotores temblando, mundo entero temblando, ante la remota posibilidad de que Valencia padeciera una segunda riuà en forma de concierto no celebrado de The Damned. Para una vez que se venden entradas en esta ciudad...

Pero no llegó la sangre al río. Para algarabía de todos, el benévolo dios del rock quiso esta vez que todo se quedara en susto. Captain Sensible y sus secuaces estarían descerrajando sus salvas punk ante nuestras caras a (casi) la hora prevista y en plena forma. El smiley de whatsapp con la gotita de sudor en la frente no representa suficientemente las caras de alivio de toda la fauna y flora que se agolpaba tanto haciendo cola con bastante antelación a la puerta de Moon como, sobre todo, en el bar de la esquina. Todos ellos representaban una venta de entradas generosa que se aproximaba al sold-out. No está mal para unos viejunos.

Como digo, convenía pasar con antelación si lo que querías era presenciar el concierto de tu vida (me consta que para algunos lo era) en primerísima fila. Al entrar en la Sala Moon (antigua Roxy), a la cual no acudía desde hacía mucho, la verdad es que me tomaron al asalto un buen montón de recuerdos de otros tiempos. Muy remember todo. Desde la gente, que era casi la misma que uno podía encontrarse por aquí hace 20 años, como la sensación de expectativa que se generaba en aquél entonces ante un concierto de estas características. Se notaba que habíamos esperado muchísimo tiempo a los reyes del punk oscuro, aunque claro, ya no estábamos para pegar tantos botes como hubiéramos pegado entonces.

Por tanto, una vez situados casi todos en nuestros puestos de salida (ya veríamos dónde acabaríamos al final) y puntuales al horario anunciado en última instancia por la organización, aparecieron una de esas bandas de Valencia formadas por veteranos que le echan tanta sabiduría como entusiasmo al producto que ofrecen. Hablo de Resabiados, agrupación formada por ex-integrantes de formaciones históricas de la escena punk (Generacion 77, Miserables, Tail, Pendencieros...) que con su punk rock de combate hicieron exactamente lo que se esperaba de ellos: calentar al difícil público que espera impaciente a sus ídolos. Lo consiguieron a base de furia y actitud, con canciones tan explícitas como "Huye", "Fines de semana en los ochenta" o "Libre", las cuales rezumaban ese espíritu old school que trae a la mente bandas como Dead Boys, Radio Birdman, Clash o de más cerquita, Eskorbuto o Desechables.

Y cómo no, una vez apartados todos los trastos de los teloneros y dejado todo al gusto de la banda estrella (que hasta llevaba roadies, esa especie en extinción...), la presencia de ésta en escena no se hizo esperar más de lo necesario para pillar a su hinchada lo suficientemente enfervorizada como para recibirles con el aullido con que lo hicieron. Un Captain Sensible de aspecto pacoclavelesco, acompañado del bajista Stu West, el batería Pinch Von Pinching y ese curioso personaje que es el teclista Monty Oxy Moron, dieron entrada a Dave Vanian, que pese a acabar de salir de un grave achaque de salud, se presentó ante todos con todo su esplendor de crooner gótico, ataviado elegantemente con levita, pañuelo de seda y tupé. 

El Capitán, tras dar un buen trago a su cerveza (era el único que bebía y con fruición), dio la señal y empezaron los primeros acordes de la espléndida "Street of dreams". Perteneciente al disco más siniestro de la banda, "Phantasmagoria" (1985), en el cual el guitarrista ni siquiera participó. El hecho de su elección presagiaba que la tónica del concierto iba a ser diferente a la de los conciertos ofrecidos en Gran Bretaña con motivo del cuarenta aniversario de la edición de su primer single, "New Rose". En ellos, el espectáculo estuvo más orientado hacia su etapa punk, tocando completo su primer disco y alguno de los singles de la época. The Damned debían ser conscientes de que se hallaban en esta ocasión en la ciudad del "remember", pues el setlist fue por unos derroteros bastante diferentes.

Aunque, por supuesto, ello en absoluto supuso un detrimento en la fuerza de despliegue de un repertorio, que acudiendo a las muy diferentes etapas que atravesó la banda hasta los ochenta (no hubo recursos a sus más recientes discos), cuenta con una variedad y sobre todo, unas canciones, fuera de toda duda en cuanto a su capacidad de nutrir un concierto infalible, Aun así, en mi opinión, siempre nos quedará la espinita de no haber contemplado a esta banda emplearse a fondo con el bestial "Damned, Damned, Damned".

Todo eso por ponerse pejigueros, por supuesto, porque poco más se puede pedir a una banda que, dadas las circunstancias de edad y de estado de salud, desarrolla a la perfección un show de rock and roll como sólo la experiencia de años y años en la carretera proporciona. Ni por un segundo flaqueó la voz de Vanian (aunque tampoco tuvo que acudir a su registro más alto) ni su actitud, así como la del resto de miembros de la banda (Sensible es la personificación de la actitud) dejó duda alguna de que lo que estábamos contemplando era una honesta reivindicación de su importancia en la historia del punk y por ende, del rock. Una banda que supo llegar antes que otros a muchos sitios y a la que, sin embargo, se les ha negado largo tiempo el lugar en los libros que les corresponde. Y tengo que decir, que con su trabajo supieron hacerse justicia.

No dieron respiro, a "Street of dreams" le siguieron "Love song", "I just can't be happy today", "Nasty",  un algo prescindible "Dr. Jekyll and Mr. Hyde", "Wait for the blackout", "Disco man" y la, para mí, perla de la noche: una versión del "Ignite", la gran canción de "Strawberries", en la que hicieron participar al público y la coronaron con un final tan intenso como vibrante.

Tiempo también para los rescates ochenteros: la versión de "Eloise" de Barry Ryan fue tremendamente coreada, así como por supuesto otros hits como "Noise Noise Noise", la inesperada "History of the world part. 1", "Melody Lee", "Plan 9, chanel 7" o las tan anheladas piezas de punk seminal "New Rose" y "Neat, neat, neat", en las cuales, como imaginarán los lectores, la melé que había formada en las primeras filas se intensificó exponencialmente. Yo, aunque comencé el concierto pegado a la valla anti-avalancha de delante del escenario, pronto me vi desplazado y acabé el concierto al fondo de la sala. Se hizo notar que el público contaba con un amplio abanico de edades y además, los de la tercera edad iban con ganas de pelea.

Para los bises, una innecesaria -y quiero pensar que oxigenante para Vanian- versión a cargo de la banda del "Jet Boy Jet Girl", de Elton Motello y ya con el cantante otra igualmente desmerecedora versión de "Alone again or", de Love. Otro guiño a la Valencia "remember the eighties" que en su día aplaudió sobremanera su cover. Menos mal que lo arreglaron con la maravillosa versión de "Smash it up" (parts 1 & 2) que se marcaron para terminar su concierto (bueno, eso sin contar la exhibición solo-de-guitarra-a-la-espalda que se marcó Sensible antes de que le obligaran a bajar del escenario).

Ahí sí que los Damned consiguieron rubricar una actuación que, si bien probablemente para algunos ilusos exigentes no pudo ser el concierto de sus vidas, sí que mostró una solvencia infrecuente en todas estas viejas bandas que  intentan reunir dinero a base de nostalgia para su plan de pensiones. Porque fueron capaces de reivindicar un legado sobresaliente y fundamental con la cabeza alta, con actitud y profesionalidad. Y supieron hacérselo pasar bien a una audiencia resabiada y difícil, como era la alta cantidad de aficionados entrados en años y curtidos en mil conciertos que nos agolpábamos en la pista. A ninguno nos hicieron soñar, eso es cierto, pero por lo menos le hicimos una muesca bien gorda a nuestro revólver. Ya hemos visto a los malditos y ha estado bien. 
























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