NOVEDADES

lunes, febrero 20, 2017

Depedro en Industrial Copera (Granada) 18/02/2017



Llegó como “El Pasajero”, en una noche donde era difícil elegir dónde ir en Granada, por lo mucho y lo bueno de la siempre bien nutrida oferta musical de esta ciudad. Pero llegó respaldado por un discazo, su último trabajo, y toda una carrera musical que, como un viaje, emprendió hace ya más de veintidós años, con La vacazul para seguir, siempre por la senda del éxito, trabajando con Amparanoia, Los Coronas y finalmente Calexico.

Pero su viaje, ese en el que él debía ser el pasajero protagonista, era sin dudas su proyecto personal, Depedro, un “alter ego” a medida con el que Jairo Zavala se siente a gusto para dar rienda suelta a todo el potencial creativo que le desborda. Compositor brillante, cantante talentoso y sobre todo “un hombre bueno”, características que son imprescindibles, junto a la humildad que destila cuando se dirige al público, para alcanzar el éxito.


Un éxito que no es sólo nacional, sino que le avala por todos los países (que no son pocos) donde edita sus discos y si bien, los de habla hispana le tienen especial cariño, el resto no se quedan a la zaga a la hora de rendirse a la evidencia. Depedro es uno de los mejores artistas nacionales de la actualidad musical, uno de los más completos y quizás el que más potencial creativo está exhibiendo en estos momentos.

“El pasajero” es un disco que viene a corroborar la admiración que muchos sentimos hacia él, un disco que atraviesa fronteras humanas y terrestres, que toca la patata, vamos. El sábado, en Industrial Copera, con una producción impecable, apuesta personal de una sala que ha sabido reinventarse y sacar el máximo provecho a lo que tiene, se presentó con una fuerza ciclogenética. Sin medias tintas.


Antes que él, dignos teloneros de lo que se nos venía después, los granadinos SUE caldearon el ambiente a base de ese rock hecho a conciencia, por buenos músicos y con buenas canciones. Es, sin dudas, una de mis debilidades personales en cuanto a música local, no sólo por la enorme calidad de sus intérpretes, sino por su capacidad y perseverancia en un panorama que no siempre sabe apreciar y agradecer lo que tiene en la ciudad. Directos, impecables y con un gran sonido que les hizo lucirse especialmente, SUE fueron el prólogo perfecto de la noche.

Podríamos decir que Depedro, sin hacer apenas esperar al público, cada vez más nutrido en la Copera, se lanzó al escenario y lo hizo, con uno de sus grandes temas, si es que pudiéramos decir que alguno no lo sea. Primeros acordes de “Como el viento” y una exclamación colectiva, un “ohhhhh” que se repetiría con constancia en muchas ocasiones según Jairo Zavala iba presentando temas. A partir de ahí, una carta a los reyes magos atendida de principio a fin, dudo que alguno de los presentes se quedase con ganas de escuchar el que considere su tema favorito.


Un repaso a todos sus trabajos, sin excepción, con “¿Hay algo ahí?”, “Nubes de papel”, “Hombre bueno” (uno de mis favoritos), vuelta al último disco con “D.F.”, tema en el que introdujo un final ‘a la veracruzana’, “Tu mediodía”, “Diciembre” (otro de mis preferidos) y llegados a ese punto todo el mundo tenía claro que la noche no podía ser más apoteósica. Con un público que cantó, bailó y se emocionó a partes iguales con su capacidad de comunicarse con los presentes, sus anécdotas, sus pequeños olvidos en “La memoria”, su viaje por la “Panamericana” y “Ser valiente” para terminar, o hacer como se termina, con su emocionante versión de “Llorona” que a más de uno le hizo saltar las lágrimas.

Una salida del escenario musicalizada, dejando al público cantando el último estribillo para reclamar su vuelta a escena, esta vez él sólo con su acústica, para dejarnos dos temas cantados con suavidad y cercanía, uno de ellos “Miguelito”, utilizado para dar entrada al resto de músicos y esta vez ya sí, el final tenía que llegar en un momento u otro y tenía que estar a la altura del mejor concierto que he visto en la ciudad en lo que va de año. Antes de irse, un alegato, una petición, para que se dejen entrar niños en las salas (eso también me tocó mucho la patata). Y así, entre la emoción general y las ganas de no-irse, sonaban “Casa de sal” y “Comanche”, a modo de despedida, o de hasta luego. Quién sabe. Ojalá sea lo segundo y le veamos pronto, de nuevo, en Granada.

Crónica y fotos: María Villa


Share this:

Publicar un comentario

¡Comparte tu opinión!

Esperamos tu comentario

 
Copyright © 2014 ALQUIMIA SONORA. Designed by OddThemes