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sábado, septiembre 30, 2017

Cándida: "Galgos o podencos" (La Viejita Música, 2017)

Iconoclastas empedernidos, los valencianos Cándida tuercen los géneros y huyen de la vulgaridad en su tercer largo.



Podríamos afirmar, casi sin temor a equivocarnos, que "Arbolito brutal" (20 Centavos-Malatesta, 2014) no era más que un ensayo de lo que estaba por llegar. Y es que para su nuevo trabajo, el dúo formado por los valencianos Candi Imbernón y Juan Barcala, decididamente han echado el resto. El anterior era un trabajo que pretendía alejarse al galope del neo-tango al que Candi ha estado tan vinculada, tanto en su versión más ortodoxa como Candi y el Trío Compadrón, como en los primeros trabajos de Cándida.

Bajo el potente grito de guerra de "No tango, no rocanrol, no milonga, no blues, no chacarera, no surf… Música fuera de la ley" iniciaban un camino hacia lo iconoclasta, hacia la ausencia de género y de vinculación con su entorno inmediato, que si bien tuvo buen resultado en el mencionado anterior disco, ahora se ve corregido y aumentado con una producción ambiciosa, casera pero urdida con tiempo y concienzuda, usando esa meticulosidad en su factura para darse total libertad a la hora de decir lo que quiere comunicar.

Pocos tienen la valentía de alejarse tanto de los dictados y zona de confort del pensamiento único. De eso Imbernón sabe bastante: siendo joven quedó prendada del tango y ni corta ni perezosa lió el hatillo y se marchó a la Argentina para aprender las formas y entresijos de un género cerrado a todo aquél que se le aproxime desde fuera de su país de origen. Y es que Candi es una persona valiente, poco acomodada, para la cual resulta evidente que el arte es algo que trasciende el propio ego, es algo que tiene que volar por libre. Lo que salga...


Todo ese aprendizaje, ese viaje, al igual que aquellos años previos en que habitó en el mundo del pop, están aquí invertidos. Es curioso como algo tan sencillo como aplicar todo lo aprendido, vivido y escuchado a la obra de uno es tan difícil de encontrar en la mayoría de los músicos y compositores. Casi nadie lo hace, es como si hubiera un muro entre los géneros, como si de equipos de fútbol o partidos políticos antagónicos se tratara, algo intangible que separa rock, tango, bossa, punk, country, blues. Siempre hay que afiliarse a algo para que a uno le entiendan.

Por supuesto, toda esta valentía que se muestra en "Galgos o podencos" tiene truco: además de ser dueña de una voz prodigiosamente sedosa y versátil y ser una compositora con talento, Candi ha sabido refugiarse en la ayuda de su pareja: el multi-instrumentista Juan Barcala, hombre que da empaque, personalidad e imaginación a unos arreglos que es evidente que hacen ganar enteros y distancia respecto a la vulgaridad a unas canciones de por sí brillantes.

De entrada, un inicio de disco tan impactante como "Candidiasis", instrumental que en escasos tres minutos entra y sale por mil puertas, genera inmediatamente la pregunta: "¿pero esto qué es? Sin embargo, hay cierta coherencia en toda la maraña que mezcla jazz, milonga, surf, banda sonora de western, post-punk y no sé qué más que la convierte en la invitación más atractiva posible para adentrarse en todo lo que está por llegar.

La sigue la canción titular, una obsesiva melodía cercana al rhythm and blues que incita a la rebelión con una letra llena de poderosas imágenes ("¿De qué raza son tus enemigos?; Galgos y muy galgos, por allí los veo; ¡Qué van a ser galgos!, mira son podencos"). Y es que las letras aquí son algo tan importante como todo el empaque musical. Así lo demuestra la siguiente canción, "Esclavas", un necesario alegato feminista alejado de tópicos y solventado a ritmo infeccioso, todo lo contrario que la tremenda "Homenaje", descarnado recordatorio que supone uno de los momentos más oscuros de un disco que nunca deja lugar a la monotonía.

Tienen espacio hasta para revisar "La casa del misterio", una canción de las canciones más pop de Ilegales, a la que ellos dan un giro atmosférico, apropiándosela. Cuentan además para ello con la colaboración a la armónica del gran Antonio Chumillas "Chumi" (Doctor Divago) que hace, como es habitual en él, un gran trabajo, preludiando la fase final del disco, que tras las también vibrantes "Infección" y "Huesos y piel", conoce su traca final con dos "esperpentos", tal como vienen calificados por su título, el primero instrumental (de nuevo con colaboración de Chumi) y el segundo cantado, tirando la casa por la ventana y subiendo intensidad poco a poco hasta llegar al clímax.

Toda esta ausencia de remilgos, de prejuicios, a la hora de afrontar la música y plasmarla tan bien, se antoja como algo necesario precisamente por lo refrescante que tiene. Aporta aire, imaginación e intensidad a una escena, la valenciana, que no por hallarse en una excelente forma creativa se halla exenta del peligroso cáncer de ese pensamiento único al que aludíamos al principio de este artículo. Hacen falta más como Cándida, que con valentía, carisma y calidad se atrevan a llevarnos de la mano y cruzar todas las puertas que hagan falta. Ellos sí son galgos, vaya si lo son.



El disco se presenta en la Sala Octubre este mismo sábado 30 de septiembre. Más información aquí

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