Se miden, los conciertos de Fuzzy Chain, por “bajas” a pie de pista. Y es que, desde que esta productora que ha establecido conexión Madrid-Granada empezó a programar conciertos, los pogos más salvajes son el escenario frente al que donde los grupos ponen la música y el público las ganas de hacerse pedazos bailando.


Ayer abrían los malagueños Los Redrum, cara B (o cara A según se mire) de The Loud Resident. Mismos componentes, estilos similares y proyectos paralelos, está claro que lo que le gusta a estos chicos es el garaje/surf-rock’n’roll más destroyer y descarnado, no apto para gente tranquila o que tema lesionarse en un concierto.

Un power-trío formado por Jorge, Carlos y Sixto Martín, hijos de “la efervescencia estival, la juventud infinita y la cultura de club”, como ellos mismos predican, con influencias como los Sonics o los nacionales Airbag, Biznaga y Mujeres, mezcla de la que ellos han cogido lo mejor pero han sabido darle la frescura de la música más joven, la que está llegando para pegar fuerte en un panorama al que siempre vienen bien los relevos generacionales, sobre todo si vienen con esta calidad.


Mucha conexión público-grupo, con un “frente bokerón” que venía a demostrar que estos conciertos son para destrozarse a pie de pista y muchas ganas de prorrogar lo que se ha estado viviendo con los californianos en esta gira española.

Porque fueron precisamente ellos, Together Pangea, quienes terminaron de poner boca abajo Planta Baja, quizás porque los propios componentes de Los Redum y el propio promotor del concierto propiciaron un ambiente donde se desbordaron las emociones a base de trallazos guitarreros, temas cortos, pero intensos, la mayoría de ellos de su último trabajo “Bulls and Roosters” un álbum con trece cortes de los que escuchamos sólo unos cuantos, completando su setlist con los más temas más conocidos del anterior trabajo “Badilac” (2014), un disco que ya destacó en su momento entre los aficionados al mejor garaje/post-punk.


El grupo, procedente de Santa Clarita (California), nunca se ha limitado a un estilo concreto, sino que han experimentado con todas las influencias que les habían marcado hasta crear su propio sonido. Comenzaron como banda en 2009, cuando William y Danny, tras componer juntos varios temas, se unieron a Erik Jiménez (batería) y comenzaron a actual, inicialmente a nivel local, hoy en día en todo el mundo tras convertirse en una de las bandas más innovadoras, con cuatro discos ya en su haber.

Vivimos así, anoche, un concierto en el que los límites público-grupos estuvieron tan difusos que podías ver a miembros de las bandas entre el público y a miembros del público entre las bandas, gente en volandas, guitarras compartidas, voces que más que corear se adueñaban de los temas para hacerlos suyos desde abajo, mucha caña, de la que hace falta más veces en la ciudad, de la que te deja buen cuerpo después de soltar la cámara y meterte tú también en los pogos a disfrutar el apoteósico final de un concierto para recordar mucho tiempo.

Crónica: María Villa
Fotos: PerseFone

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