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domingo, febrero 04, 2018

La revuelta del 68: 50 discazos que cumplen 50 años (1ª parte)

El año 67 fue el del verano del amor, la cultura del LSD, los inicios de la psicodelia y la inocencia de la era hippy. 1968 fue el año de la revolución, de la mayoría de edad de todo aquello y sobre todo, del afianzamiento del lp como formato rey, del que aquí os presentamos estas 50 muestras...



Aaaahhh, 1967, quién pudiera viajar en el tiempo hacia esa era de color, de swingin' London, de sunny California, de "alucinógenos creativos", de paz y amor, de pop psicodélico y de soul de Memphis. Fue, al fin y al cabo, un año de inocencia, de despertar a un montón de cosas que hasta entonces estaban consideradas tabú. Una huida del pensamiento constreñido que supuso la apertura de mente hacia horizontes insospechados.

Pero ¿acabó todo aquél año? Por supuesto que no. El año siguiente supuso la madurez de todo aquello, la pasada a limpio del borrador. 1968 vio sacar del horno todo lo cocinado anteriormente bajo los efectos del LSD y los resultados fueron dignos de ser vividos: fue el año de las grandes revueltas estudiantiles de París, de la primavera de Praga, del Apolo 5, del regreso de Elvis, del asesinato de Martin Luther King, del recrudecimiento de la guerra de Vietnam, del inicio de las redes de computadoras y del "La la la", de Massiel. Ahí es ná.

Musicalmente, supuso también la puesta de largo de todos los caminos que el año previo había mostrado: la psicodelia emprendió diversas vertientes, por un lado se recrudeció con guitarras distorsionadas que empezaron a anticipar el nacimiento del hard rock y por otro jugó con sonidos almibarados generando el nacimiento del sunshine pop. Por si esto fuera poco, comenzó a mirarse hacia atrás, hacia el folklore. El blues y el country se situaron de nuevo en plena actualidad y el soul, la música que escuchaban los negros, también comenzó a popularizarse de verdad, generando igualmente nuevos caminos, tanto bajo la influencia de la psicodelia blanca, como en clave de pura innovación a través de lo que después se conocería como funk.

Y vamos a lo que nos interesa: si bien el single, eminentemente concreto y fácil de vender, venía siendo el formato rey hasta entonces, los artistas (y las discográficas, que dejaban hacer) comenzaron a ver el lp, hasta entonces tan sólo compendio de canciones, como un soporte conceptual, un mecanismo para trasladar mensajes de más allá de dos minutos, una posibilidad de crear arte perdurable, obras con enjundia que trascendían la individualidad de las canciones que contenían. Se graban discos en directo, óperas rock (la primera, "SF Sorrow", de los Pretty Things) y discos dobles. El cielo era el límite y todo ello cumple ahora cincuenta años. Habrá que celebrarlo.

Como todas las listas que hago, ni que decir tiene que ésta es totalmente subjetiva. Por supuesto no he podido evitar colocar en ella clásicos que encontraréis en cualquier otra lista al uso, porque realmente determinan los colores del fresco del año que quiero representar, pero he querido incluir también opciones más o menos personales, no tan conocidas, perlas escondidas, pero para mí definitivamente igual de válidas que los clásicos. Al fin y al cabo aquí estamos para descubrir y aprender (yo el primero). 50 obras magníficas que cumplen 50 años durante los próximos meses, estructuradas, sépanlo ya, en cinco entregas, a 10 cada una, para no saturar demasiado. Vamos a ello, pues...

50. "Neil Young", Neil Young (Reprise): 

Rápidamente sepultado por clásicos inmensos como "Everybody knows this is nowhere", "After the gold rush" o "Zuma", el disco de debut de Neil Young en solitario, tras la desbandada de Buffalo Springfield, no debe tomarse a la ligera. El canadiense nunca volvería a sonar tan psicodélico y pop como en "The loner" o "I've been waiting for you", ni tan intensamente romántico como en "I've loved her so long". La sofisticada delicadeza folkie de que haría gala en el futuro empezaba a estar ahí ("the old laughing lady"), pero también se permitía a sí mismo tripular odiseas alucinógenas como la final "The las trip to Tulsa", todo ello gracias al sonido estratosférico que le ayudó a conseguir Jack Nitzsche. Un disco que se adelantó a lo que sus futuros compañeros de fatigas de Crosby, Stills and Nash capitalizarían tanto con su primer disco y que diseñó la ambientación de todo lo que se conocería después como el "sonido de la costa oeste", con Joni Mitchell, Jackson Browne y James Taylor a la cabeza. Así se las gastaba Neil en 1968 y todo lo que vendría después, uffffff, eso es una historia larga de contar que merece un capítulo a parte, o varios...

49. "Gun", Gun (CBS):

La aparición de Hendrix y Cream supuso la radicalización de la psicodelia en el uso de guitarras saturadas de fuzz y distorsión. Una de las formaciones que mejor cogieron el mensaje fue Gun, power trío procedente de Londres que, encabezados por el portentoso vocalista y guitarrista Paul Gurvitz, compusieron una de las cartas fundacionales del hard rock británico, que más tarde aprovecharían formaciones como Deep Purple, Hawkwind o Led Zeppelin. "Race with the devil", se llamaba este tema rápido y salvaje que inauguraba un álbum que aún bebía de las fuentes del pop más psicodélico como demuestran "The sad saga of the boy and the bee", con sus coros barrocos y arreglos de viento o "Sunshine",  que sin embargo no desentonaban al lado de números mucho más pesados como "Yellow cab man" o la final "Take off". Un trabajo soberbio que pese a ser editado en su día por la multinacional CBS y lograr un nada desdeñable top 10 británico con el citado single, ha sido demasiado ignorado a la hora de hablar de su tiempo.

48. "Laurel Canyon", Jackie deShannon (Imperial):


En 1968, Laurel Canyon, situado en Hollywood Hills, era “el lugar donde estar”, lo que luego sería Woodstock, vamos. Allí se mudaban todos los jóvenes cantautores y algunas divinidades pop en busca de ambiente bohemio e inspirador. Jackie de Shannon no era una recién llegada, tanto como compositora (“needles and pins ”), como en clave de portentosa vocalista (“what The world needs now it’s love”), lo tenía todo demostrado. Por eso necesitaba su pequeña salida de la zona de comfort, lo cual encontró en dicho barrio de Los Ángeles, pero también en la música negra sureña, la cual abrazó con total naturalidad (de lo cual tomaría buena nota Dusty Springfield para su “In Memphis”) y en el folk rock ácido auctóctono, es decir, el californiano. No es de extrañar, pues, que el único éxito de este disco fuera una fervorosa versión de “The weight”, de The Band, tema que representaba a la perfección todo aquél espíritu de canción moderna enraizada en la tradición. Junto a ésta, se agrupaban varias gemas de la propia Jackie, como la titular o la bonita “come and stay with me”, compuesta originalmente para Marianne Faithfull, una versión atómica del “Sunshine of your love” de Cream, o una de las primeras incursiones en la composición (“I got my reason”)de un imberbe Barry White, que hacía también de corista en la imponente banda que acompañaba a la de Kentucky en esta ocasión, que contaba entre otros con Dr. John o Paul Humphrey. Un disco que entendió y supo condensar en su seno el espíritu hippie americano y que pese a que llegarían mayores éxitos, como la imperecedera “Put a little love in your heart”, permanece como el mejor trabajo de una de las más valiosas voces de la década prodigiosa.

47."Realization", Johnny Rivers (Imperial):

No toda la psicodelia estaba facturada por chavales en Lsd allá por 1968, Johnny Rivers era un veterano rocker que acertadamente dio un giro de timón ácido a su carrera, el cual culminó de manera brillante con este impresionante disco producido por él mismo. Todo un conjunto compacto de canciones que iniciaba con una tremenda rendición del sempiterno clásico “Hey Joe”, tras el que se sucedían una serie de originales del cantante, o canciones escritas para él por James Hendricks, la cima de las cuales era aquel “Look to your soul”, que Miguel Ríos convertiría en éxito en España bajo el título de “Mira hacia ti”. También había tiempo para las versiones incendiarias, en las que Rivers era experto, como “Whiter shade of pale”, de Procol Harum o “Positively 4th street”, de Dylan, que clausuran cada una de las correspondientes caras de un álbum injustamente pasado por alto en listas, libros o revistas. Poco más haría de provecho Johnny, pero desde luego aquí se salió de la media de la época. Sólo por eso merece todos los respetos y al menos esta modesta recuperación.

46. "S.F. Sorrow", The Pretty Things (Columbia):

Que no os engañen: la ópera rock más famosa es "Tommy", de los Who, pero no la primera. Tal honor lo guarda celosamente otra banda procedente de Londres: The Pretty Things, comandados por Dick Taylor y su salvaje cantante, Phil May. Demostrando una capacidad de reinvención portentosa, pasaron del crudo rhythm and blues de sus inicios a una almibarada concepción del pop, la mostrada en su recuperable disco "Emotions", que les supuso una pérdida de credibilidad para con sus seguidores, que no entendían tanta suavidad. No se amedrentaron y para su siguiente paso decidieron echar el resto: abrazaron la psicodelia sin miedo, como si la hubieran inventado ellos y compusieron un ciclo de canciones que relataba la azarosa vida y final encapsulamiento de Sebastian F. Sorrow, una historia oscura y realmente triste que ellos arroparon musicalmente con toda la libertad, arrogancia y aventura de la que fueron capaces. El sonido del disco gana enteros cuando endurece sus aristas ( "Balloon burning", "Baron saturday", "Defecting grey"), pero no desentonan números más delicados como "She says good morning" o piezas de sonoridad más experimental como "Talking about the good times". Una obra verdaderamente titánica y un prodigio de textura y producción, llena de elementos innovativos que iban en la línea inaugurada por Beatles o Pink Floyd, de utilizar el estudio como un instrumento más. Toda una obra cumbre de la era ácida, al margen de su valor como pionera en el arte del álbum conceptual, que posteriormente sería explotado hasta la saciedad.

45. "La conferencia secreta del Toto's bar", Los Shakers (Odeon Pops):


La sombra de los Beatles era muuuuy alargada. De todos los grupos miméticos que surgieron en los sesenta, destacaron algunos que supieron evolucionar desde el facsímil más exacerbado a una visión personal de cada uno de los pasos de gigante que los de Liverpool daban. Es el caso, en Uruguay, de Los Shakers, banda que comenzó copiando descaradamente a los fab four, logrando situarse como fenómeno de fans, pero cuya capacidad para fabricar dianas infalibles en formato canción fue tirando de ellos hasta convertirlos en algo con mucha más personalidad. La culminación de todo ello es este disco, que si bien seguía indudablemente la estela del "Sargeant Peppers" (y quién no?), cuenta con demasiados elementos notables como para no destacarlo por encima de muchos de los numerosos discos que intentaron la hazaña de aproximarse a lo inalcanzable. Ellos, además, no renegaban de su origen rioplatense y reinterpretaban la psicodelia a su manera ("Candombe"), desplegando perfección en sus composiciones. Pocos en otros países podrían vanagloriarse de contar en un mismo disco con canciones tan rematadamente redondas como "I Used To Watch TV On Tuesday 36", "Allways you" o "oh my friend". Una maravilla, que lamentablemente, sólo tuvo repercusión en la parte de Latinoamérica en que vio la luz, siendo una total desconocida para el resto del mundo. Quizá su handicap fue cantar en inglés, si lo hubieran hecho en castellano posiblemente hoy les hubieramos recordado como pioneros de este idioma como a Almendra o Los Brincos, pero ni por esas...una de las obras maestras más ignoradas de todos los tiempos.

44. "Aerial ballet", Nilsson (RCA Victor):


Nilsson es mucho, muchísimo más que "Everybody's talking" y "Without you". Este que os presento aquí es el disco que incluía la primera de esas canciones, pero además el segundo de los más que brillantes discos que grabó para RCA antes de convertirse en superestrella en los 70. Es una lástima que sea más conocido por sus interpretaciones de composiciones ajenas, además de un poderío vocal absolutamente sobrehumano, su capacidad para la composición era impresionante. Sabía combinar delicadeza, ironía y elegancia como nadie. En "Aerial ballet" (título homenaje a un espectáculo circense que hacían sus abuelos), aparte de la citada "Everybody's talking", de Fred Neil, que el año siguiente sería un exitazo por su inclusión en la oscarizada película "Midnight cowboy", todo eran originales del cantante. Empezando por la maravillosa "One" (con aquella gran frase de apertura, "uno es el número más solitario"), que sería un enorme hit poco después para la banda Three Dog Night, el disco desplegaba maestría y buen gusto a través de sedosas melodías dignas del mejor Brian Wilson, como "Good old desk" (tres palabras cuyas iniciales forman la palabra "god", es decir, dios), la soberbia "Don't leave me", "Toghether", o la dedicada a ese padre que le abandonó de niño y tanto le marcó, "Daddy's song". Profundizar en el universo de Harry Nilsson es todo un acierto y éste es un buen punto de su discografía en el que comenzar. No en vano los Beatles, al preguntarles cuál era su cantante favorito, respondieron al unísono: "Nilsson".

43. "Around", Grapefruit (ABC, Dunhill):


Grapefruit fueron una banda inglesa cuyo frontman y principal compositor era George Alexander (de verdadero nombre Alexander Young), nada menos que el hermanísimo de George Young (Easybeats), así como de Malcolm y Angus Young (AC/DC). Nacieron en 1967 y suscitaron el interés de los Beatles, siendo John Lennon el ilustre padrino que los presentó a la prensa. Además estuvieron a punto de ser el primer grupo en fichar por Apple, el sello de los de Liverpool, hecho que no llegó a consumarse por no estar aún en funcionamiento a la hora de sacar el Lp. Tan sólo editaron dos discos antes de desaparecer para siempre en el olvido, el primero de los cuales, este "Around" es un auténtico banquete de pop psicodélico con melodías que recuerdan lo mas "macartiano" de los Fab four, o a lo más florido de los Zombies. Incluye su hit menor "Dear Delilah" y trallazos como "Elevator" o "C'mon Marianne".

42. "The iceman cometh", Jerry Butler (Mercury):

Jerry "iceman" Butler es el segundo dios del Chicago soul. El primero es Curtis Mayfield, su amigo de la infancia, junto con el cual formó los Impressions, siendo el responsable de la firma de su primer gran éxito: "for your precious love", antes de que aquél tomara la batura. Tras abandonarles comenzó una larga y fructífera carrera en solitario, la segunda parte de la cual se inaugura con este disco visionario, por anticiparse con mucho al sonido que iba a predominar en la década de los 70 en la música negra. Producido precisamente por uno de los tándems de compositores que más éxitos albergarían en los siguientes años, Gamble & Huff, y pese a estar hecho en su mayoría en Chicago, puede considerarse este disco como el acta fundacional del "sonido Philadelphia". Pocos años después, el citado dúo de compositores fundaría "PIR" (Philadelphia International Records), forrándose con el invento. Pero todo lo que podíamos encontrar en ese sonido lo encontramos ya en este disco en 1968: baladones potentes como trenes, energía contenida, melodías elegantes, arreglos orquestales, barroquismo a raudales y grandes composiciones, hechas muchas a pachas con Jerry. Encontramos "Lost" o "Only the strong survive" (después hechas famosas por blanquitos avispados como Elvis o Dusty Springfield), maravillas como "Just because I really love you" o la recientemente versionada por los Black Keys "Never gonna give you up", temazo de temazos que una vez entra en tu cabeza, no sale ni a patadas. Una obra maestra que cuento sin duda entre mis discos favoritos de soul. Hacerse con ella, aunque tarea difícil, es obligatorio.

41. "July", July (Major Minor):

Otro claro ejemplo de psicodelia inglesa. July fueron una banda de Ealing (Londres) que duró poco, pero dejaron un par de temas modélicos de esa escena, constantemente reivindicados en compilaciones tipo "Nuggets": su primer single, "My clown" y su cara B, "Dandelion seeds". Ambas formaron parte de este lp, que también podemos considerar como un paradigma del sonido ácido de esa época en Gran Bretaña, un lp complejo, pero con grandiosas canciones que merced a un sonido bañado en lsd pueden contarse como de lo más original que ofrecía el swingin' London en el año 68. Esta banda provenía de las cenizas de otras dos: The Tomcats y Second Thoughts. Como no se comían ni un colín en su tierra, se vinieron para España, donde tuvieron varios Ep's de éxito. Ya de vuelta en Londres, abrazada la psicodelia y bajo los auspicios de su manager famoso, nada menos que Spencer Davies, se las arreglaron para grabar el citado single y este lp, que una vez más, falló en llegar a las listas, lo cual determinaría el prematuro final de una banda que sin duda merecía mucho más, dada la imaginación desplegada en este disco que puede considerarse una obra capital de su estilo. Una de esas joyas perdidas en el tiempo que dan sentido al coleccionismo.

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