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jueves, febrero 01, 2018

Monserrat: "Navega" (Autoeditado, 2017)

Sigue coleando 2017 y aún descubrimos discos brillantes, como el segundo trabajo largo de los alicantinos Monserrat, una de esas joyas de pop preciosista que sería una lástima que pasaran desapercibidas.


Como muchas otras, esta aventura pop comienza en una habitación. En concreto, la del alicantino (Altea) Javier Monserrat, que allá por 2008 dio luz, completamente en solitario, a las canciones que venía componiendo. Dos EP's en inglés y una selección como semifinalista para el Proyecto Demo del FIB le convencieron de que lo suyo merecía la pena. Ya afincado en Madrid y con banda consolidada (Pablo Magariños - batería- , Rafa Quinto –bajo/ contrabajo -, Javier Montiel –teclados-) decide dar el salto al castellano y tras un EP publicado en 2012 llega, dos años después, su primer largo homónimo que pese a recibir buenas (merecidas) críticas y presentarse por toda España, no recaba el interés de una discográfica que financie un segundo lp.

Es por eso que el siguiente trabajo ha tenido que esperar, campaña de Verkami mediante, nada menos que tres años para su alumbramiento. Una lástima que una banda tan personal como ésta, en un panorama asolado por tanto mimetismo, haya tenido que acudir al crowdfunding para sacar unos cuantos vinilos al mercado, pero así ha sido y visto el resultado, no puedo aplaudir el olfato de todos los sellos que lo debieron escuchar por adelantado y rechazarlo. Una prueba más de que lo que se busca es el perfil artístico justito para crear himnos coreables en festivales de verano. Que discos como este pasen así, de largo, para que los escuchen cuatro, dice muy poco del tejido cultural de este país.


Mucho más enraizado en el sonido sixties que su predecesor, "Navega", sin embargo, contiene música que se antoja más atemporal. Quizá sea porque las brillantes guitarras jangle, unidas al ritmo beat, cuando son recursos bien utilizados -y éste es el caso- generan cierto halo irresistible que refuerza lo que arropan. Quizá sea por el desparpajo y naturalidad que desprende Javier al componer melodías y estribillos perfectos, hasta el punto de parecer hechos con escuadra y cartagón (y lo digo para bien). O quizá -y esto es importante- porque las letras que describen las historias cotidianas que pueblan estos temas son dignas del mejor Ray Davies. No hay más que escuchar, por ejemplo, esa contundente crítica al nefasto futuro que le espera a la juventud de este país dentro de sus fronteras. Ese "No que quiero ir a Berlín, pero es que me echan" debería enmarcarse, o ponerse en una camiseta.

Otra virtud del disco es que su producción sabe escapar convenientemente de la utilización de los típicos elementos vintage y las ortodoxias en las que siempre caen todos los músicos de onda sesentona. Ellos se permiten a sí mismos sonar actuales, sin ignorar lo mejor del pasado, cosa que les sienta fenomenal, incluso dando entrada a cierta electrónica, como es el caso de la magnífica "Algas", canción de temática además enraizada con el mar, al igual que otras canciones de un trabajo que ya desde su título parece convertir este ámbito en una especie de concepto que cubre todo el disco tanto en temática ("Embarcaciones de recreo"), como en el sonido de olas que arropa toda la secuencia de "Arena", quizá la mejor canción del disco.

Una obra carente de fisura, que redondea lo ya expuesto con un pleno al quince de canciones (12, no se confundan) que presumen de inmediatez, de esas que irremediablemente insuflan vitalidad, pero sin carecer de ciertas cargas de profundidad. Es el caso de "los viejos espías de siempre", "Un nuevo orden mundial", "Disolvente", el superhit que abre el disco, o ahondando en eso de la profundidad, una magnífica canción, de esas dignas de compositores realmente de altura, que se titula "Un hombre sentado en un banco" y es capaz de, a través de una cadencia de lo más saltarín, contar una historia absolutamente desgarradora. Eso sólo lo consiguen los grandes, como Ray Davies (le he mencionado otra vez?? oooops!).

Y es que grande es este disco y grandes Monserrat, los que no quieran darse cuenta, es su puñetero problema, pero luego no me vengan con que en este país hay sequía creativa, malos compositores ni falta de calidad. Que este disco caiga en el más absoluto anonimato sería uno de esos tremendos errores que hacen de este país lo que es... y que los jóvenes se vayan a Berlín. Discos como este, con madera de clásicos, no salen todos los días. Una pena que sean los propios músicos los que tengan que empeñar sus guitarras para sacarlos.

Podéis escuchar y adquirir el disco + merchandising, aquí.



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