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domingo, marzo 04, 2018

Doctor Divago- Sala Loco Club. Valencia 02-03-18


Doctor Divago presentaron “Complejo Alquería Frailes 13” el pasado viernes en la sala valenciana Loco Club. Una noche de auténtica celebración con la familia Divago en la que descargaron de nuevo toda la potencia, elegancia y clasicismo que poseen en un concierto de casi dos horas y con más de una veintena de canciones. 


Tras el más que merecido y tan bien llevado homenaje que se dieron hace cuatro años por sus veinticinco años de carrera confiesan que tocaba formular de nuevo algunas cuestiones que despejarían la incógnita de sí seguir sembrando en una trayectoria que contará dentro de nada con tres décadas. Se dice pronto, ¿No?, pero esto es una verdadera rareza sobretodo si hablamos de València que únicamente cuenta con ellos (al menos que sepamos) en esta situación. Le siguen con algunos paréntesis sus colegas La Gran Esperanza Blanca, y otros van en camino de cumplir estas meritorias efemérides como La habitación Roja o Morgana Vs Morgana, por poner algunos ejemplos. Tras las francas e indispensables jornadas de reflexión, la decisión fue un rotundo sí conjugado en un vital plural que marcó el que los doctores siguieran escribiendo la historia de la música en nuestra ciudad. Eso sí, la exigencia y perseverancia que siempre le has caracterizado volvían a salir a la palestra para reafirmarse que la continuidad no les llevaría a hacer otro disco por hacer, sino que las expectativas marcadas sería hacer algo que continuará la senda marcada en todo el camino y siguiera sumando. 

El resultado es otro espléndido cancionero que rebosa todo lo que tiene la banda. Y la verdad es que lo tienen todo, canciones con gancho, un aire clásico que trasladan a la actualidad con maestría, electricidad, contundencia, rabia, celeridad y el inconfundible contenido lírico que tan bien ha sabido construir Manolo desde sus comienzos. Si quieren conocer más en profundidad sobre “Complejo Alquería Frailes 13” os recomendamos la reseña (pinchar aquí) de nuestro compañero Juanjo Frontera para este medio, al igual que todas las publicaciones que otras voces autorizadas han ido escribiendo hasta el momento. 

La entrada del público fue animándose en la hora que distó entre la apertura de puertas y  la aparición de la banda en el escenario. Unos minutos antes, asomaba la cabeza de Manolo tras la puerta del camerino. Traviesa e ilusionada vislumbrábamos su silueta a través de una pequeña rendija. Los nervios (si es que los tienen) y la excitación de los momentos previos en una noche de presentación que volvió a dejar momentos que quedarán indelebles en la memoria colectiva de los presentes. Nos hubiera gustado o al menos eso es lo que esperábamos que reventarán la sala y agotarán las entradas porque realmente eso debería haber sido el acto de justicia poética que tan bien meritan. Pero la realidad fue otra aunque no estuvo muy alejada de nuestras conjeturas iniciales. 

Tras estar dándole a la sesera en relación a no encontrar un interés entre las nuevas generaciones por aquello que factura la banda al constatar que la media de edad giraba en torno a la franja entre los cuarenta y cincuenta años, algo que ya predecíamos cuándo nos dirigíamos hacia el Loco Club, te cuestionas esa falta de inquietud tanto por público como por los músicos por la obra de tus predecesores. Esa inquietud que una persona como Manolo Bertrán siempre ha llevado de forma innata, no hace falta más que ver como respiran algunas de sus canciones y conocer versiones como “Días sin mañana” de Los Huracanes. Pero algo que hemos ido aprendiendo a lo largo de los años es que no debemos conceder mucho espacio a las lamentaciones. 

Nos quedamos con su público fiel. Aquel que le ha seguido (y alimentado) durante décadas lo dio todo. Y nos llenó de orgullo y satisfacción que el sector femenino también fuera protagonista de la manera que a mí me gusta ver. Con actitud, poderío, ilusión, emoción y baile, mucho baile. El recorrido de la noche lo inició “El gemelo malvado”, una de las canciones más Divago de su último trabajo. Evitaremos mencionar todos los cortes del repertorio y un análisis sesudo de lo que que fue la noche del viernes. 

El nuevo disco tuvo presencia casi de forma completa, quedando fuera “Mi querido amigo”. Lo cuál lamentamos porque contiene frases que nos han llegado tanto como: “Que la mano diestra acabó escribiendo mientras la zurda vaciaba la jarra del tiempo”. Antes hacíamos mención al minutaje y al agasajo que nos trajeron con una selección de más de una veintena de canciones; desde los más clásicos hasta los más actuales sin apenas respiro de por medio. Algunas palabras de agradecimiento, pequeñas pinceladas antes de alguna de ellas y algún que otro comentario jocoso pero poco más. La noche brilló mayormente haciendo sonar su música. 

Entre las elegidas del nuevo disco nos llevamos a nuestro podio de predilectas la no tan desconocida en directo por historias que no vienen al caso “Al cuarto día”, una de las mejores historias jamás contadas “El viaje largo”, la dulzona joya pop que le sigue en el disco “Los pies en la tierra” o la rabiosa, enérgica y desafiante “Sonámbulo”. En ellas sentimos en mayor medida a través de la magia del directo esa vertiente que ha ido apareciendo en las letras de Manolo a lo largo de sus últimos trabajos, encontrar un vínculo más real con su plano personal y por ende menos metafórico como ocurría en sus anteriores etapas. Existen homenajes a los amigos en esa nocturna y soñada vida que nos cuenta en la ya citada o a su pareja con esas fotos pintadas con pinta uñas en la ya citada “El viaje largo”, a su proyecto paralelo junto a Ángela y vuelve a pasear esa conexión vital que tiene con su ciudad en “Sonámbulo”. Existen muchos más guiños pero no os vamos a desgranar todo el nutriente en estas líneas. 


También encontramos ese afán de ir más allá, de no estancarse en la zona de confort con temas realmente sorprendentes y que sonaron tremendos en directo como el terreno fronterizo que pisan en “Engáñame” o al aire latino de “Humor”. El resto del material fue a base de esas canciones que ya son clásicas incluso esa grandeza que desplegaron en “La deriva continental” de su anterior trabajo con material nuevo como fue “Imperio” que tan solo cuenta con cinco años de vida. Las más emotivas, aquellas que esconden esa frágil y bella sensibilidad que Manolo tan bien sabe arremeter en las historias que ha ido construyendo, lucieron atemporales aunque con alguna nota de nostalgia. 

Resplandecieron sin fisuras “Los Tontos Buenos Tiempos”, “La habitación de Charo”o “Taxista de memoria fotográfica”. Y además ese canto laberíntico en el que nos perdimos con ganas (y escalofríos emocionales) en cortes como “Frunciendo el ceño” o el incendiario tramo final con “No tan bueno” o “El vertiginoso atleta moral”. El resultado global de la vuelta de Doctor Divago a los escenarios fue más que sobresaliente. Con suerte el que no se prodiguen con mucha frecuencia en los escenarios nos hace vivir siempre un concierto suyo como una cita imperdible y a la que se acude con fuerte convicción. Sin dudas y con ganas, muchas ganas. Doctor Divago no es solo la figura de ese personaje elegante y amante de la cultura que es Manolo. Eso lo sabe cualquier asiduo a su carrera artística. Es una de las formaciones más solidas de nuestra ciudad que lleva ya mucho tiempo tirando siempre hacia adelante y en la que no encontramos el menor atisbo de cansancio. Al contrario, solo les vemos quilates de resistencia. Lo volveremos a decir: ¡Larga vida al Doctor!

Más info:

Doctor Divago

Loco Club

Andsons Producciones


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