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domingo, mayo 27, 2018

10 novedades que os recomiendo

2018 está siendo un año, al menos para mí, de grandes decepciones en cuanto a algunos lanzamientos que esperaba con ganas y que al llegar me han dejado bastante frío. Hablo, por ejemplo, de vacas sagradas como Dominique A o Arctic Monkeys o de promesas que han quedado -siempre en mi opinión- en agua de borrajas, como Courtney Barnett o Jonathan Wilson. No obstante, eso no significa que el corriente ejercicio carezca de discos suculentos a los que hincar el diente. Todo lo contrario: siempre teniendo en cuenta que la época dorada del pop pasó a mejor vida, no podemos negar que hoy vivimos una era de gran variedad y calidad en la oferta musical tanto independiente como mainstream. Hay cosas muy interesantes y aquí intento daros una pequeña guía de lanzamientos más o menos recientes que me han interesado. No intento decir que sean los mejores, son los que a mí más me han gustado y espero repetir en más ocasiones a lo largo del año para compartirlo con quien pueda estar interesado. Y dicho esto...


Khruangbin



1. Bart & The Bedazzled: "Blue motel" (Lovemonk): No podía fallar. Bart Davenport es un músico al que llevo siguiendo, intermitentemente, desde que adquirí su primer disco homónimo a principios de la década pasada. En su nueva encarnación como Bart & The Bedazzled no hace sino continuar donde lo dejó en su anterior "Physical world", un disco impresionante en que abrazaba claramente determinadas tonalidades pop típicas de algunas de las mejores referencias británicas de los años 80 del pasado siglo: Prefab Sprout, Lloyd Cole, Aztec Camera, Pale Fountains. Cuatro años después de aquello y con cambio de nombre orientado más a centrar la atención en la banda que le acompaña, la cosa sigue por los mismos derroteros, pero corregida y aumentada. La ambientación del disco es mucho más compacta y también lo son las canciones, que revisten unas texturas cristalinas en pro de estructuras melódicas con cierto acento melancólico, pero sin duda luminosas, excitantes y excelentemente bien pensadas. Un producto atemporal para disfrutar en días soleados y alegrarse de que aún queda gente como Bart con ese claro sentido para la composición certera. No hay más que escuchar maravillas como "Halloween by the sea" o "The house that built itself" para darse cuenta de ello. El próximo, que no tarde tanto en llegar, por favor.

2. Sr. Chinarro: "Asunción" (Mushroom Pillow): Podríamos decir que este disco es primo hermano del anterior. La verdad es que Antonio Luque ha usado de unas referencias muy similares a las que citábamos al hablar de Bart & The Bedazzled. Aunque eso sí, el sevillano sigue teniendo esa capacidad lírica a prueba de bombas que llena sus canciones de una imaginería propia, haciendo que suenen siempre personales e identificables pese a los profundos cambios de rumbo que pueblan su discografía. Lejos han quedado sus inicios a base atmósferas casi góticas y letras crípticas que tantos momentos de referencia nos dio, él ha sabido cambiar a ritmo del signo de los tiempos y pese a algún que otro ligero bache ha sabido mantener un nivel de calidad superior al notable, que en este "Asunción"sin duda vuelve a rebasar, regalándonos uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. Un disco rematadamente bello e inteligente, en el que cada una de sus partes cobra vida propia, sin desvincularse de un conjunto soberbio, compacto, que engrosa la impecable carrera del que ya es uno de los referentes indispensables de la música escrita en castellano.

3. MGMT: "Little dark age" (Columbia): Nadie esperaba de los americanos a estas alturas algo de esta magnitud. Tras un debut ("Oracular spectacular") que es ya referencia imprescindible del pop-rock de hoy en día, su continuación, "Congratulations" (2010), pese a ser más que interesante, despistó a un gran número de seguidores. Y no digamos ya su tercer disco homónimo, aparecido hace ya cinco años, que prácticamente nadie consiguió entender. De alguna manera, se habían diluido en el recuerdo colectivo como unos one hit wonders más sin continuidad. Sin embargo, para este su cuarto álbum, sin necesidad de abandonar esa personalidad siempre inquieta que les aleja necesariamente de la masa, el dúo formado por Ben Goldwasser y Andrew VanWyngarden ha decidido volver al redil de las canciones comprensibles, entregando un paquete soberbio de pop electrónico lleno de estribillos que se meten sin remedio en la mollera e incitación al baile. Pese al título, impera la luminosidad en unas canciones que cuanto más se asimilan más asombran. No busquen nada banal aquí, está todo pensado al milímetro y el conjunto es una verdadera carga de profundidad que cala hondo cuanto más se va cayendo en la fácil tentación de darle al play otra vez. De momento, yo voy a poner otra vez bien alto esa pequeña obra maestra que es"When you die" con su "go fuck yourself, you heard me right, don't call me nice again". Y lo más probable es que luego caiga todo el disco por enésima vez, no creo que lo pueda evitar.

4. The Magic Numbers: "Outsiders" (Black Candy): No podían haber puesto un título más adecuado para su quinto disco. The Magic Numbers tiene unas pintas a cuya vista lo lógico es pensar que hacen hard rock sureño, pero sin embargo practican un pop colorista y heterodoxo, de complicado encasillamiento en el panorama indie de su país y tampoco emparejable con tendencias más rock. Están solos en lo suyo y muy bien que hacen porque llevan tiempo desarrollando con honestidad una carrera llena de perlas marinas en forma de disco que al menos al que suscribe, le alegran enormemente el corazón. Sin distanciarse demasiado de anteriores referencias, "Outsiders" sigue por tanto conteniendo los ingredientes esenciales de la música de estos británicos, melodías en su mayoría luminosas que se hayan perfectamente arropadas por la perfecta armonía que forman las voces de sus cuatro integrantes: dos hombres y dos mujeres, curiosamente dos parejas de hermanos, que además saben moverse con comodidad en una variedad de subgéneros, texturas y sonoridades que muestran una paleta de color propia que ya quisieran para sí muchos. Canciones rockeras como "Ride against the wind" (ver vídeo) maridan fenomenalmente con otras más folkies como "Wayward", vaporosas como "Runaways" o tormentosas (aquí recuerdan a Crazy Horse), como en el caso de "Sweet divide". Y no mimetizan. Asimilan y ofrecen un producto con personalidad e interés, que alcanza unas cotas de calidad que no creo que toquen otras propuestas de pretendida mayor vigencia.

5. Shame: "Dust on trial" (Dead oceans) Hacía mucho que la independencia británica no ofrecía cosas como ésta. Shame son una joven banda del sur de Londres que asume con desparpajo influencias post-punk, las mete en la batidora y saca un producto completamente fresco, lascivo y excitante. Con guitarras asesinas, a voz en grito y canciones con vocación de single de lo más certeras, traducen todas las referencias ochenteras que barajan en algo personal y diferente, que no inventa la rueda, de acuerdo, pero joder, desde luego es más que resultón. Creo que por fin los Parquet Courts tienen unos serios competidores al otro lado del atlántico. Estos aún tienen que superar la inmensa incontinencia creativa de aquellos, pero desde luego en esta su primera referencia, aparecida en enero de este año, logran captar la misma urgencia y ofrecer el sentimiento de estar ante algo relevante, que los tejanos. En "Dust on trial" no hay tregua: sus diez cañonazos se suceden ofreciendo poco respiro, pero cautivando al máximo: "Concrete", "One rizzla", "Tasteless", "Gold hole"...WOW! aquí hay mandanga para rato.

6. Parquet Courts: "Wide awake!" (Rough Trade): Ya que los mencionábamos en la anterior reseña, no podían faltar. La verdad es que la banda capitaneada por Andrew Savage lleva tiempo siendo una referencia clara para mí de la tensión que el rock puede llegar a tener hoy en día. Su talento está fuera de dudas, pues pese a una incontinencia creativa que les lleva a registrar disco por año sin contar proyectos en solitario y aventuras paralelas, saben sumar siempre con cada referencia y esta no es una excepción. Aliados para la ocasión con un Danger Mouse que les buscó para ello pues quedó prendado de sus encantos, los tejanos afincados en NY ofrecen su sexta referencia larga en seis años, un "Wide awake!" de título acertado, pues describe lo abiertos de oídos que andan siempre estos chavales, que jamás tienen miedo a experimentar con algo nuevo. En esta ocasión, entran en juego tonalidades más negroides de lo habitual, con aires hard-funk en "Violence" (que en cierto modo recuerda al "the revolution will not be televised" de Gil-Scott Heron) o la canción titular, tonalidades soul pantanoso en "Before the water gets to high" o "back to earth", que casan a la perfección con el punk rock gamberro habitual que continúan exhibiendo en piezas como "Total football" o "Almost had to start a fight/in and out of patience" o el pop sedoso heredero de Pavement que escuchamos en "Mardi Gras beads". Otro acierto que se añade a una colección de discos apasionante, urdida por uno de los mejores regalos que nos ha hecho la presente década. Que no falten!

7. Alela Diane: "Cusp" (Allpoints): Su anterior referencia en solitario, "About farewell" (2013), me dejó sin aliento. Era un disco de ruptura tan descarnado que casi podía uno tocar la tristeza, lo hecha trizas que estaba la persona que había hecho esas canciones. "Cusp" llega nada menos que cinco años después y por supuesto, todo ha cambiado. La amargura ha dado paso a la maternidad, pero lejos de caer en la autocomplaciencia fácil de la ternura del hogar recién fundado, las composiciones cristalinas de esta poderosa mujer nos llevan a sencillamente, a un capítulo más de su vida, contado una vez más con tremenda franqueza. Mirando atrás sin ira y cerrando cuentas con el pasado ("I can't remember your name" canta en la inicial "Albatross") enfoca su presente con la naturalidad que proporciona la estabilidad, pero sin desnortarse de la realidad. Es como la otra cara de aquél disco, que no palidece artísticamente en absoluto ante él: otra vez la californiana ofrece una obra soberbia, de belleza clara y diáfana, que plasma sin efectismos sentimientos puros, necesarios y que sin duda constituye, al menos para mí, una de las referencias esenciales de este año.

8. Khruangbin: "Con todo el mundo" (Dead Oceans): Es como si The Menahan Street Band, Duanne Eddy y Tinariwen hicieran una jam juntos en Tailandia. Bajo el nombre casi impronunciable de Khruangbin, se oculta un trío multirracial de Huston cuya principal influencia, según ellos mismos dicen, es el funk tailandés de los años 60, pero evidentemente no hablaríamos de ellos si las cosas fueran tan miméticas. Hay mucho más: unas texturas delicadas que cobran enteros precisamente por lo extremadamente bien plasmadas que están en un formato tan simple como lo es el de un bajo-guitarra-batería. Con voces ornamentales ocasionales, el disco es una obra enteramente instrumental que no cambiará el rumbo de la música actual, pero tiene un acento balsámico, exótico y embriagador que hace que sea un producto altamente disfrutable en cualquier situación. Vamos, yo creo que lo voy a poner bastante este verano en cenas, fiestas y barbacoas.

9. Ceramic Dog: "Yru still here?" (Northern Spy): Marc Ribbot es uno de esos personajes a los que la justicia poética debería rescatar del semi-anonimato. La aportación de su guitarra e imaginación a la música de los últimos 40 años, desde los tiempos de la No-Wave de Nueva York que le acunaron, no ha dejado de ser constantemente trascendente. Sus incursiones junto a Tom Waits, Costello o John Zorn, así como proyectos propios como sus Cubanos Postizos o estos Marc Ribbot's Ceramic Dog con la que ya ha perpetrado su segunda incursión sonora en formato largo. En "Yru still here?" mezcla todo eso: el terrorismo sonoro de la vanguardia neoyorquina, su querencia por la música latina, el punk y la experimentación jazzística que se traducen en un ejercicio libre de intensidad sonora ejecutada con la maestría de quien ya ha vivido varias vidas en esto. Pocos discos más interesantes, ricos y relevantes encontrarán este año como éste. Hay para todos los gustos: locuras funk como "Oral sidney with a U", concuerdan a la perfección con barbaridades trogloditas como "Muslim jewish resitance" o complejas exploraciones del espacio sideral como el concluyente "Rawhide". Un músico genial que nunca ha dejado de estar en estado de gracia y que sin duda debería obtener de una vez el reconocimiento que merece, discos como éste así lo reclaman.

10. The Damned: "Evil spirits" (Spinefarm): And last but not least... lo que nadie en absoluto se esperaba, nada menos que el golpe en la mesa de la banda primigenia del punk. Una broma pesada que nunca ha sido demasiado cómoda para la industria discográfica y que básicamente se ha ido pasando por alto por la historia para todo lo que no sea el sanbenito de "autores del primer single de la era punk" resulta que se mantiene viva y coleando, pateando constantemente de una manera más que digna (les vi no hace mucho en mi ciudad y tal como relaté por aquí lo pasé más que bien) los escenario y ahora además, haciendo discos impepinables. Y es que este "Evil spirits", que viene producido nada menos que por el viejo zorro de Toni Visconti (Bowie, TRex, Morrissey...) conserva perfectamente la esencia de la banda pero sin mirar necesariamente al pasado de modo mimético. Representa perfectamente lo que The Damned son ahora: una banda viva, una banda creativa que conserva intacta su capacidad de traer a la palestra motivos suficientes para seguir contando en el reparto de la baraja,. Con esta colección incontestable de canciones, a cada cual mejor, podemos decir sin temor a equivocarnos que estamos ante su mejor disco desde "Strawberries" (1982) y eso porque no me quiero meter, por respeto histórico, en el jardín de decir que es su mejor disco desde su obra maestra "Machine gun etiquette" (1979), porque da la impresión de que los años no hayan transcurrido en absoluto por ellos. No hay más que escuchar pepinazos como "Standing at the edge of tomorrow" (ver vídeo) para volver a caer rendido a los pies de una de las bandas más divertidas, intensas y en definitiva, esenciales, de la historia del rock.

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