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martes, mayo 01, 2018

Aurora & The Betrayers. Loco Club (Valencia) 28/04/2018

El escenario del valenciano Loco Club se vino abajo ante la avalancha de rock and roll que desplegaron los madrileños en la presentación de su tercer trabajo "Tune out the noise".



Hablemos de mujeres fuertes, mujeres poderosas o, como suele decirse ahora, empoderadas. Y es que ver sobre el escenario a una frontwoman como Aurora García no es algo, desgraciadamente, tan frecuente. Sin desmerecer a su banda, por supuesto, esta mujer sabe desatar con su presencia tal huracán, que es difícil no centrar la vista en ella. Es fundamental, en los días que corren de lucha por los derechos de igualdad de sexos que figuras femeninas que desprenden fuerza, dominio, seguridad y firmeza en su despliegue artístico sean reivindicadas como símbolo de que los tiempos pueden cambiar, de que ellas ahora tienen la batuta que durante tanto tiempo les quitaron de las manos. Creo que esto es importante. Y lo digo, qué caray.

Peroratas aparte, Aurora & The Betrayers, tal como dijimos en el artículo de presentación de este concierto (leer) son una demoledora banda madrileña que ya va por su tercer disco y que gozan de un amplio seguimiento por este y por otros países de Europa. Su evolución, desde unos inicios enraizados en el rhythm and blues y el funk, hacia sonidos orientados al hard rock de finales de los 60 y 70 del siglo pasado, el stoner rock o la psicodelia, es digna de elogio por suponer uno de los saltos al vacío más valientes de entre los perpetrados por cualquier banda independiente estatal. 

Arriesgaron, hicieron su apuesta y ganaron. Por eso llenaron nada menos que la Riviera en su ciudad natal y por eso el Loco Club, en la capital valenciana, estaba también lleno hasta la bandera con un público entregado y expectante. La gente es inteligente y sabe acompañar a sus artistas favoritos en sus aventuras cuando lo hacen bien. Y bien lo han hecho los Betrayers entregando un discazo como "Tune out the noise", que no contento con venir a engrosar una ya de por sí brillante discografía, significa un golpe maestro de timón hacia nuevos horizontes. 

Mucho más oscuro que sus predecesores, más duro en sonido e intenso en cuanto a pretensiones artísticas, el disco además brinda nuevos caminos escénicos. La teatralidad fue plausible desde el minuto uno del concierto, en que la banda dio aguerrida entrada instrumental a una Aurora vestida completamente de negro, maquillada de zombie y con cara de enajenada que supo ser creíble en esa especie de personificación del Ozzy de los primeros Sabbath


De esta guisa, "There will come a time", la impresionante canción con varios cambios de ritmo que inaugura su último trabajo sirvió para dar disparo de salida a un concierto de ROCK vertiginoso e intenso. Hay que decir que Aurora no está sola en esto, ni mucho menos: sus lugartenientes en cuanto a composición y concepto en la banda son el teclista Martín García y el guitarrista José Funko, que unidos al veterano Pablo Rodas (bajo), Luis Pinel (más teclados)  y Maxi Resnikoski (batería) dan forma a una aguerrido combo de sonido demoledor. 

Su repaso por las nuevas canciones fue ejecutado con autoridad, con la sapiencia de tener entre manos algo especial. Y es que temas tan redondos como "I'm done", "Bloody eyes", "Don't waste more time", la vertiginosa "Tune out the noise" o esa recuperación de la herencia glam que es "Spiders", no se tienen siempre entre manos. Les hicieron más que justicia y supieron combinarlos a la perfección con un pasado muy diferente a su actualidad, pero que no desentonó en absoluto al lado de lo nuevo: "Hey hey", "Voodoo" o la sensacional "Pay me back" sonaron a gloria y dieron el apunte negro que quizá esperaba gran parte del público, que lejos de verse decepcionado asumió como algo natural esta reinvención que proponen nuestros protagonistas.


En todo momento, la líder de la banda supo tomar las riendas de una actuación verdaderamente de antología. Su teatralidad, dominio de la situación y tremenda voz (que creo que ha encontrado al fin su mejor registro) traían a la mente a muchos de los grandes iconos de la historia del rock. Y no sólo los femeninos, precisamente. Todos ellos estaban presentes, pero ninguno en concreto, porque lo que le sobra a esta mujer es personalidad. Un carisma propio que demuestra que estamos ante un producto nacional grande, exportable y sin nada que envidiar a cualquiera de fuera que esgrima pretendida autoridad en una música que le es más propia. Si esta banda fuera americana, probablemente llenaría estadios. Suena al típico lloriqueo, pero algo me dice que tras discos y conciertos como éstos la cosa se va a poner caliente para ellos aquí y fuera. Y si no, al tiempo. Yo, de momento, aún estoy temblando de emoción ante lo que contemplé en primerísima fila el sábado pasado. Vaya pasote!




















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