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martes, julio 17, 2018

Huercasa Country Festival 2018. Crónica de un éxito anunciado.

Una año más, la Villa de Riaza ejerció de gran anfitriona para acoger a miles de amantes de la música americana y presentarnos en su campo de fútbol Las Delicias a primeras espadas del género en la quinta edición (un momento, ¿5 años ya?) del Huercasa Country Festival.

El cartel, el clima y el ambiente que se respiró durante todo el fin de semana dieron como resultado la mejor edición de este festival que ya se ha convertido en un clásico de los veranos de Riaza y en un referente musical a nivel europeo.

La jornada del viernes la inauguró el lamento desgarrado de Jaime Wyatt. Esa voz dulce y dolida que recuerda a la de aquellas mujeres pioneras que rompieron barreras en la carretera del country rock como Wanda Jackson o Dolly Parton. El espíritu errante y superviviente de sus canciones embriagó desde el primer momento a los asistentes.

The Cadillac Three se encargó de añadir alto voltage a la noche con su arsenal de guitarras eléctricas desbocadas, riffs salvajes y contundentes ritmos de batería. Los caminos del country son inescrutables y en este dulce caminar por la música sureña es fácil encontrase con propuestas que abarcan desde el folk-rock hasta el hard rock. El trío de NashVille abanderó el eclecticismo musical del festival y nos ofreció un potente directo alejado del country más tradicional.

Y llegó el momento más esperado de la noche, porque para muchos seguidores el encuentro con John Hyatt iba a suponer un impacto emocional difícil de controlar. Bajo su aspecto de tipo normal, sin  aura de estrella de la música y con una elegancia de otra órbita, John Hyatt consiguió coronarse no sólo como el rey de la noche, sino como el rey de las cinco ediciones del festival. Su voz ligeramente ronca inunda un repertorio lleno del mejor blues, soul, country y rock and roll y su banda The Goners funciona como un crisol repleto de sonidos americanos en su máximo esplendor.

Hyatt arrancó con la maravillosa Drive Soth, tocó Tenesse Plates, su famoso Slow Turning y nos cortó la respiración con la deliciosa balada Feels Like Rain pero también hubo tiempo para temas ajenos como Riding With the King, un blues que Eric Clapton interpreta en su disco homónimo junto a B.B.King. Un tema que funcionó a modo de galones para dejarnos claro en qué liga juega.
Esa noche en mitad del silencio del campo castellano con un cielo repleto de estrellas, estábamos conduciendo un Cadillac negro a toda velocidad con el Rey, con John Hyatt.



El sábado amaneció soleado en Riaza y poco a poco las calles del pueblo eran transitadas por cowboys henchidos de satisfacción que se dirigían a disfrutar del vermú y de las clases de Line Dance programadas en la Plaza Mayor del pueblo. Eran conscientes de que por la tarde les esperaba otra jornada musical inolvidable y eso se adivinaba en la alegría de los rostros.

La velada musical del sábado la inauguró Stephanie Quayle, con un country ligero más próximo al pop mainstream que a las raíces del género pero que creó un ambiente agradable y entretuvo al personal mientras surgían los primeros tragos de cerveza y las parrillas calentaban.

El sol empezaba a caer cuando The Band of Heathens hizo acto de presencia, la banda formada por cinco jóvenes de Texas creó una atmósfera inolvidable con deliciosas armonías a dos y tres voces y encantadoras guitarras que recordaban a lo mejor de los Eagles. El concierto fue de menos a más alcanzando la catarsis con el homenaje que hicieron a Tom Petty interpretando "You Wreck Me".

Era el momento de Steve Earle y su banda, The Dukes. El inicio del concierto empezó accidentado por problemas técnicos de sonido que quedaron en anécdota olvidable cuando la banda sonó en toda su plenitud. El recital de guitarra y violín que dieron Chris Masterson y Eleanor Whitmore fue sin duda lo mejor de la noche dejándonos en ocasiones con la boca abierta.

Además de sus temas más legendarios como Copperhead Road tampoco faltaron los temas tributo como el Hey Joe de Jimi Hendrix. El concierto finalizó en perfecta comunión con el público, todo el auditorio invocando a Woody Guthrie coreando la mítica Christmas in Washington, estribillo que funcionó como cierre del concierto, despedida del festival y como ruego para que esto se repita el año que viene:

"COME BACK WOODY GUTHRIE, COME BACK TO US NOW"



    Texto y Fotografías: Alberto Alonso

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