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sábado, octubre 20, 2018

La arruga es bella!!

¿Qué tienen hoy día en común Elvis Costello, Paul Weller, Richard Thompson, John Prine o Marianne Faithfull? Pues que son gente de más (o mucho más) de 60 años que se empeñan en desplegar maestría a través de discos mayúsculos que aparecen este mismo año. ¿El rock se ha convertido en cosa de viejos? ¿O simplemente hablamos de música atemporal? 



Pretender reivindicar la vigencia del Rock como algo culturalmente revolucionario hoy día es poco menos que absurdo, teniendo en cuenta que los planteamientos que lo fundaron -allá por los años 50 del siglo pasado- pertenecen a una sociedad completamente diferente de la que nos rodea. Hoy vivimos en un mundo sobreinformado, en el cual la cultura pasa por ser un producto más de consumo y la velocidad el plato del día en la mayoría de centros de ocio. No podemos, por tanto, seguir empeñados en que el rock and roll todavía es la música de la juventud, cuando la chavalada está pendiente de una infinidad de cosas que nada tienen que ver con esto, ni con lo que representa.

Atrás quedan los tiempos del rockabilly, del beat, del soul, del glam, del punk e incluso del indie. Lo que hoy queda realmente es un empeño por parte de grandes discográficas, por un lado, y de irredentos aficionados, por otro, en mantener a flote una serie de imágenes icónicas que siempre se han vendido bien, para unos, y han llegado a significar todo, para otros. Pero la pregunta es ¿Queda realmente en pie alguna de esas imágenes icónicas o sólo hay restos momificados?

Con las muertes de David Bowie, Chuck Berry, Fats Domino, Aretha Franklin, Prince y un largo etcétera en los últimos años, así como de todos aquellos que les precedieron creo que queda bien patente que el declive -ley de vida- de todo esto es ya una realidad que avanza a pasos agigantados. No obstante, aún quedan algunas leyendas en pie de guerra, que se niegan a enterrar el hacha. Es el caso de Dylan, Paul McCartney, Neil Young, David Crosby, Elvis Costello, Patti Smith, Richard Thompson, John Foggerty, Bruce Springsteen, John Mayall, Ray Davies, John Cale, Graham Parker, Nick Lowe, Paul Weller y una larga lista de leyendas del rock que, hagan o no nueva música en forma de lp, siguen girando y reivindicando su música por el mundo.

¿Se ha convertido el rock en algo decrépito? Bien, no sé si "decrépito" sería el término más acertado, pero lo que es cierto es que de joven, vibrante o actual, tiene bien poco. Sigue habiendo gente joven que hace música según planteamientos clásicos, nadie lo pone en duda. Al contrario que otras músicas el rock ha tenido "eso" que no tuvo el jazz, el blues o la clásica: una promoción social inmensa. Sus imágenes han formado parte indisoluble de nuestras vidas. ¿Quién no tiene grabada en su retina las imágenes de Elvis, Beatles o Bowie? Pero el caso es que hasta más o menos los años 80 todo aquello significaba algo, evolucionaba, viajaba de la mano de la sociedad. Y ahora ya no pasa.

Ahora la cosa gira en torno a la repetición hasta la saciedad de esquemas, la mezcla de estilos, algunas manifestaciones de talento y sobre todo, los infrecuentes despliegues de maestría de quienes vivieron de primera mano los años dorados y nos dejaron en su juventud las grandes obras de referencia del género. Pero ahí yo creo que más que de rock cabría hablar de música realmente atemporal. Creo que fue Johnny Cash, con su serie "American Recordings", el primero en reivindicar ese tipo de figura ya cascada, casi en las últimas, que da el puñetazo en la mesa diciendo "chavales, os voy a enseñar cómo se hace". Y da igual lo envejecido que esté, lo temblorosa que tenga la voz, lo antiguos que sean sus planteamientos... abren la boca y tú dices "OH!". Eso no es ni rock, ni rock and roll, ni pop, ni nada, eso es a-tem-po-ral. Porque la veteranía en la música no es un grado, es un derecho. Derecho a cantar y que todo el mundo pare a tu alrededor.

Eso es un poco lo que está pasando este 2018, un año en que, en mi humilde opinión, gran parte de las grandes obras que se están editando a nivel internacional, vienen firmadas por artistas de más de 60 años. La lista es nutrida y consta de diversos grupos generacionales, pero todos tienen en común que pese a que sus planteamientos son tradicionales, despliegan tal maestría en el resultado que cualquiera que ame la música y escuche quedará de todo menos indiferente. Aunque bien es cierto que no todos los casos tienen resultados igual de brillantes, todos superan el notable y eso teniendo en cuenta algunas carreras y edades, es más que de agradecer. De todos ellos vamos a hablar...


El primer grupo generacional que me gustaría destacar (el que quizás a mi más me toca el corazoncito) es el que pertenece por época al punk y la New Wave, en este caso inglesa. En primer lugar -y confieso que es el motivo de arranque de todo este artículo- tenemos a un tipo con gafas de pasta y talento desmedido que es ya todo un icono pop por derecho propio: Elvis Costello este año logró superar un terrible cáncer que le tuvo al borde de la tumba y para celebrarlo, además de no abandonar los escenarios ha vuelto a la vida de la grabación discográfica con "Look Now", una absoluta maravilla que crece a cada escucha y presenta a un escritor pletórico que, si bien no tenía ya nada en absoluto que demostrar, lanza a estas alturas una de las colecciones de canciones más impresionantes (y bien producidas) de su carrera. Nunca ha cantado mejor, nunca ha compuesto mejor, con esos pasajes imposibles que recuerdan al mejor Bacharach o a Brian Wilson y desde luego, es un firme candidato a disco del año, en sus estándares.

Como también lo es el último disco de un Paul Weller que lleva años haciendo lo que le sale de las narices. Porque sí, porque se lo ha ganado a base de honestidad, de constante cambio e investigación y a base de saber unir esos parámetros con la aceptación del público. Esta vez, con "True Meanings", se atreve con ambientaciones únicamente acústicas y reposadas que si bien habían sido sugeridas en anteriores discos, nunca habían sido el principal hilo argumental de ninguno. Le ha quedado precioso, delicado y sobre todo, las canciones que incluye son de las más inspiradas que ha compuesto en años,y no es que los anteriores discos fueran bajos de calidad, más bien todo lo contrario, pero sin duda aquí tenemos algo especial.

Así ocurre también con el gran Graham Parker, que con "Cloud symbols" regala una de las lecciones de catedrático del soul más impresionantes que verá este 2018. Un disco que no tiene nada en absoluto que envidiar a las referencias clásicas que sacara en los 70 junto a The Rumour, su banda. Y no olvidemos tampoco el ma-ra-vi-llo-so disco que han sacado este año los padrinos del punk inglés, The Damned, que bajo el título "Evil spirits" supone una colección de himnos que los británicos no lograban desde principios de los 80, sobre todo siendo este un momento en que parecía que lo tenían todo cubierto girando incansablemente y nadie daba un duro por ellos a nivel discográfico. Mira tú por dónde, nadie lo sabe hacer mejor que ellos...

Pasando a otro nivel generacional, que haciendo un poco cajón de sastre podríamos calificar como de "cantautores de los 70", tenemos, en primer lugar, el excelso disco que ha sacado John Prine. El ganador de dos grammys y autor de algunos de los discos más impresionantes de lo que los críticos califican como "americana" es otro superviviente a la enfermedad que ha decidido volver por todo lo alto con un disco -"The tree of forgiveness"- que es una absoluta delicia de principio a fin, un despliegue de experiencia vital y lo más cercano a una obra maestra de todo lo que incluye este artículo.

También incluíbles aquí son los discos del inglés Richard
Thompson y del americano Ry Cooder. El primero, que fuera miembro de los míticos Fairport Convention y formara dúo con su esposa Linda, demuestra con "13 rivers" que es una piedra de granito que conserva intactas todas sus aptitudes. Tanto su virtuosismo a las seis cuerdas, como su peculiar voz de barítono y su capacidad para mezclar tradición céltica con blues en unas canciones que en esta ocasión son especialmente incontestables, continúan intactas a sus 69 añazos.

No creo que muchos puedan decir eso, salvo el segundo de los nombres que citaba antes. Ry Cooder podría ser perfectamente el hermano de Thompson al otro lado del charco. Al igual que aquél, es un guitarrista superlativo que junto a su propia visión de la música, se ha encargado de recuperar gran parte de la tradición americana (ya sea del norte o del sur) en diversas obras ya clásicas y ahora, a sus  71 años, aún se atreve a lanzar un disco tan impresionante como "The prodigal son", una pieza de orfebrería musical que trasciende géneros, estilos o edades y que es otro volumen para engrosar la enciclopedia de cómo debe presentarse la cultura para que perdure de generación en generación.

Por último, tenemos la generación que -de nuevo tomando ciertas libertades- podríamos calificar "de los 60". Y al frente de ella este año tenemos que poner, cómo no, a Sir Paul McCartney que aunque sinceramente a mi no me parece que haya hecho algo tan sobresaliente como algunos se empeñan en decir, sí que ha logrado con "Egypt station" un listado de canciones que alcanzan brillo desigual, pero a las que debe atribuirse el mérito de mantener a su autor, incluso en relación a sus altísimos estándares, en el Olimpo de los más grandes compositores de todos los tiempos. Es un disco cuyo principal problema es tal vez haber intentado a toda costa sonar acorde a unos tiempos que su autor no entiende, pero esa circunstancia palidece ante la luminosidad de algunas de las creaciones que contiene, como la rutilante "Despite repeated warnings", una epopeya que sólo por habernos llevado de vuelta a los tiempos de la segunda cara de "Abbey road" ya justifica de por sí todo el disco.

El mismo caso sería el de Sir Ray Davies, que abunda en su proyecto "Americana" con un segundo volumen que, si bien adolece de excesiva duración y algo de monotonía en su tempo, no deja de ser otra manifestación notable de uno de los talentos compositivos más grandes que ha dado la canción popular en cualquiera de sus acepciones. Y debemos sentirnos agradecidos por el hecho de que un talento así siga dando lecciones maestras, como también las dan Paul Simon en su perfectamente tejido reencuentro con la parte más oculta de su catálogo mediante "In the blue light", un disco precioso del que más bien poco se está hablando y como Roger Daltrey, el legendario vocalista de los Who, que no por ser un auténtico bocazas deja de ser una de las voces blancas más impresionantes que en el mundo han sido y puede sacarla a pasear todavía con la cabeza bien alta como lo hace en "As long as I have you", el trabajo potente como una granada de mano que se ha sacado de la manga.

Y en fin, seguro que olvido a más de uno, como al maestro David Byrne que no contento con sacar un disco notable como "American utopía" se ha embarcado en una de las giras más originales -incluso para su propia marca- que se recuerdan, o la promesa de un nuevo disco de Marianne Faithfull ("Negative capability") que aparecerá en unos días y cuyo adelanto, al alimón con Mr. Nick Cave, directamente quita le quita el hipo a cualquiera. O incluso en España, donde gente como José Antonio García (cantante de los 091) o Ilegales, destellan veteranía de muchos quilates en sus respectivos trabajos aparecidos recientemente.

Y qué pretendo explicaros con todo esto? Pues sinceramente, no lo sé muy bien. Quizá que el rock, tal como lo conocimos, es algo que ha pasado a la esfera de lo tradicional, del acervo cultural que está ahí para cogerlo cuando nos apetece reunir una serie de sensaciones, pero no como algo vigente. Quizá que la música -y concretamente la popular- es algo atemporal que da vueltas y vueltas sin parar y que se escuche cuando se escuche, sobre todo cuando lo que suena despliega maestría, es capar de poner los pelos como escarpias. Quizá que quien tuvo retuvo y puede recuperar su genio cuando se le antoje. Que los maestros están para eso, para enseñar, marcar el camino y al mismo tiempo deleitarnos con toda su experiencia condensada. Aquí hablamos de ganas de seguir vivos, de que la voz de uno no se apague. No subestimemos el impulso creativo que debe generar eso cuando alguien nota que el tiempo le va ganando la batalla.

O quizá es que todos estos de los que os he hablado son magníficos discos que directamente, os recomiendo. Y con eso hay más que de sobra, ¿no creéis?

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