“Yo le vi cuando aún
podíamos movernos aquí dentro”. Concluía así mi crónica hace dos años,
cuando Diego García paso por Planta Baja
y, sin dudas, ayer se hizo cierto. Mucho antes de que “El Twanguero” y su magnífica banda subieran a escena, la sala
estaba ya apretada y con público bien pegado a la primera fila. Como para no
poder moverse. Era lo justo, recibirle como merece.
Se trata, sin dudas, de uno de los grandes guitarristas
actuales, especialmente desde que inició su carrera en solitario y se dedicó a
recorrer la vasta extensión de “las Américas”, en las que inició un periplo que
le llevaría desde New York a Brooklyn, Nashville, México, Cuba o Argentina,
llevándose, de cada una de sus paradas, un sonido y una experiencia que
aplicara a su guitarra. Viajó entonces con su guitarra de palo, con la que ayer
nos deleitó entre sets eléctricos, tocando temas tan emocionantes y sensoriales
como “El camino”, con el que nos
parece estar viajando junto a Diego por una larguísima carretera secundaria.
El plato fuerte ayer, sin embargo, era su último disco “Electric Sunset”, fotograma en sepia de
una América profunda y evocadora, de un ‘road movie’ que comienza en Los
Ángeles y realiza un extenso recorrido por el continente americano, tan suyo
emocionalmente como su Valencia natal, que le lleva a mezclar sonidos de allí y
de aquí en temas como el “Viento de
Levante” que abre su último trabajo y que ayer sonó evocador y transparente
como las aguas mediterráneas que sin duda impregnan sus temas más personales y
sentidos.
A pesar de haberse ‘americanizado’ (ser músico en España aún
es una utopía), Diego García rezuma un
españolismo bien entendido en su forma de comunicar a través de cada uno de sus
acordes, como él mismo menciona en algunas entrevistas. Mezcla perfecta para
atreverse a hacer cumbia con la misma soltura con la que recupera un “Rasca-yú”, tema polémico con el que Bonet de San Pedro saltó a la fama a
pesar de ser un fox-trot prohibido por la excesiva sensibilidad del Régimen y
famosa también por ser sospechosa de plagio, vamos, que lo tuvo todo para ser un
‘hit’.
Tras un primer set eléctrico, Diego acostumbra a contar acústica en mano su historia, una
historia siempre entreverada con sus abundantes viajes y estancias en otros
países para retomar de nuevo la eléctrica y volver a subir decibelios con el
estilo que le caracteriza, bajando incluso a tocar entre un público, entre
asombrado y agradecido cuando percibe su cercanía. Agradecimiento también, por parte del artista a Planta Baja, comentando el inmejorable sonido del que estaba disfrutando allí.
Impresionante observar la maestría con la que hace sonar la
guitarra con mucho ‘twang’ en temas como “Cumbia
del este” y los aires españoles que impregnan los primeros acordes de “Gypsy Lady” antes de que el surf más
fronterizo se adueñe de uno de los temas más bailables, junto a “Me voy pa’ la Tulsa”, de este último
trabajo.
Un gusto ver, entre el público, tantos y tan buenos músicos,
especialmente guitarristas reconocidos de nuestra ciudad, pero también bajistas
y bateristas, algo tendrá el agua cuando la bendicen y El Twanguero, sigue siendo músico para sibaritas de la guitarra.
Eso sí, cada vez son más los que pueden aplicarse este adjetivo.
Los bises, también en solitario y con su acústica, son
siempre una nueva oportunidad de disfrutar de sus anécdotas aderezadas con
acordes, e incluso cantar junto a él, como inmejorable despedida de una noche
en la que, la puesta de sol, fue realmente eléctrica.
CRÓNICA Y FOTOS: María Villa
MÁS FOTOS EN: El Twanguero
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