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domingo, enero 06, 2019

NRBQ, la banda que deberías meter en tu vida.

Nada menos que 50 años de existencia discográfica cumple NRBQ (New Rhythym And Blues Quartet), una banda totalmente desconocida para el público general, al menos fuera de las fronteras del estado de New Jersey, pero que a lo largo de esas décadas se las ha arreglado no sólo para sobrevivir como uno de los combos de directo más respetados por la afición, si no para que artistas como Yo La Tengo, M Ward o Elvis Costello canten sus alabanzas y para que un programa tan célebre como Los Simpsons les haya homenajeado, en canción o en personaje, no una, sino varias veces. Además son banda fetiche del que suscribe. ¿Porqué será?



Ya lo saben ustedes: este pequeño espacio que tengo reservado en la web de Alquimia Sonora tiene un objetivo divulgativo por mi parte. Compartir música y conocimiento, si es que tengo de eso, con el amable lector que tenga a bien leer estas letras que, de cuando en cuando, dejo caer por aquí. Pero también es un espacio eminentemente personal. Para mi la música es pasión y entusiasmo y por eso soy incapaz de disociar mis experiencias personales de la música de muchos artistas que han acompañado los altos y bajos de mi vida.

Por eso, si ya me han acompañado otras veces por aquí, sabrán que en numerosos artículos de este Del Pop, casi todos, comienzo con una pequeña vivencia personal que determina mi relación con el particular artista de que hable. Esta no va a ser una excepción: NRBQ me recuerdan siempre a mi mujer. Por algún motivo es una banda que ha estado para mí íntimamente ligada a ella y a nuestra relacion, y eso la convierte en muy importante para mí. Lo más divertido es que quizá ella ni lo sepa, pero ¡así somos nosotros!

El caso es que tras haber conocido a través de las versiones de otras bandas a estos reyes de la música de bar, el primer cd que tuve de ellos, me lo regaló Inés. Y lo buscó como loca, me consta, porque no era nada fácil de encontrar. Se trataba de mi favorito, "At Yankee Stadium". Más tarde, en nuestro viaje de novios a Nueva York, me acompañó en mi búsqueda incansable de todo cuanto pudiera encontrar de ellos en la más remota tienda de discos. También me regaló las navidades pasadas la impresionante caja recopilatoria de 50 años de carrera "High Noon", en el cual por supuesto se incluye nuestra canción: "Ridin' in my car". En fin, que si no fuera por ella, quizá no estaría escribiendo esto.

Y es que pocas bandas están tan injustamente olvidadas como ésta. Con una reputación sólida entre músicos y enteradillos, son un gran misterio para la mayoría de la gente, incluso aficionados o eruditos. Nunca han tenido un hit, prácticamente no han salido en la tele, no hacen giras mundiales ni mucho más allá de su hogar, New Jersey, donde sí se les adora. Ni, por supuesto, nadie los inducirá al Salón de la Fama del Rock and Roll, reservado a esos mastodontes con los que ellos, tan modestos, jamás se podrán medir.

Todo tiene su explicación: la verdad es que ni su imagen, ni su ecléctica selección musical a la hora de conformar su repertorio, tanto de discos como de directo, son demasiado comerciales. Han navegado siempre a la contra, por el mero placer de hacer música. Pueden tocar prácticamente todo lo que se propongan y se divierten a muerte haciéndolo. Supongo que con eso les basta, pero a mi no deja de asombrarme que canciones como "Ridin' in my car", "Me and the boys", "Mona", "You can't hide" o "I want you bad", que en mi cabeza son éxitos inmensos, no lo hayan sido en el mundo real. O quizá por eso, que los convierte en un tesoro privado, un placer desconocido para otros, me gusten tanto. A veces uno es así de especialito, qué le vamos a hacer.

Pese a lo que todo el mundo piensa, la banda no nació en el estado de New Jersey. Terry Adams, germen de todo esto, nació en Kentucky, en un suburbio cercano a la ciudad de Louisville. Allí es donde aprendió a tocar el piano y a amar por igual a Thelonius Monk y a Eddie Cochran, cosa que determinaría un estilo ecléctico a la hora de afrontar la música, algo así como un modo "jazz" de tocar el pop. Pronto conoció al guitarrista Steve Ferguson y juntos comenzaron a hacer sus pinitos en su ciudad natal. Corría el año 1966.

Tras idas y venidas y algo de aprendizaje, un hecho determinante para ellos fue conocer al alucinado músico de jazz experimental Sun Ra, que les cedió su canción "Rocket number 9". Con eso en la mano, Terry y los chicos, ya bautizados como "The New Rhythim and Blues Quintet" y usando la abreviatura NRBQ (ojo al dato: también abreviatura para "Defensa Nuclear, Radiológica, Biológica y Química"), deciden migrar a Miami, Florida, allá por 1968, a probar suerte.

Por una vez, la tuvieron. Ya con el clave Joe Spampinato en sus filas y gracias a su pericia como banda, llaman la atención nada menos que de Columbia Records, que les patrocina la grabación en los estudios Record Plant de New York, a las órdenes del reputado Eddie Kramer, de un lp homónimo tan ecléctico como para abrirse con una versión de Eddie Cochran (el single "C'mon everybody"), seguida del "Rocket number 9" de Sun Ra. Toda una declaración de principios no muy del gusto del público, que les ignora por completo.

Un disco llamado "Boppin' the blues", grabado como banda de acompañamiento de uno de sus dioses, Carl Perkins, cierra definitivamente su relación con la multinacional. La banda, no obstante, lejos de desfallecer, continúa su andadura hacia el fracaso comercial que les acompañaría siempre. Se abre una etapa de cambios en la banda, con la salida de Steve Ferguson y la entrada de "Big" Al Anderson a la guitarra, así como el definitivo cierre de la formación clásica con el batería Tom Ardolino. Entre medias, dos excepcionales discos para la discográfica Kama-Sutra: "Scraps" (1972) y "Workshop" (1973), en los que se va esculpiendo el estilo característico de la banda a través de las canciones sublimes que tanto Adams como Spampinato van aportando: "Mona", "It's not so hard", "Magnet", "Misunderstanding", uffff....

 Pero el salto definitivo al estilo y formación clásicos de la banda se da con su cuarto disco. Siempre a contracorriente, el curiosamente titulado "All hopped up" aparece en el año de emergencia del punk, 1977, con un puñado de canciones de rhythm and blues, rockabilly y pop sixties que no tienen absolutamente nada que ver con el mundo que les rodea, pero que conforman un disco maravilloso. Sólo por su apertura con ese monumento de canción que es "Ridin' in my car" (por cierto, de Anderson) debería figurar entre las grandes obras maestras de la historia del pop. Pero es que además incluye "That's allright", "Things to you", "Still in school", "It feels good"... y nada, pese a todo ello no pasa nada.

De alguna manera logran aceptarse a sí mismos, aceptar que su futuro es ser una banda de club con un número modesto pero fiel de seguidores y hacer discos y conciertos que les diviertan y les mantengan viviendo de la música, que es lo que respiran. Su siguiente disco, quizá el favorito de éste que les escribe, tiene un título en que la banda aprovecha para chotearse de todo eso: "At Yankee Stadium", con ellos sentados en la grada, completamente vacía por lo demás, del mítico estadio del equipo neoyorquino de Baseball en la portada.  Bromean así con la imposible idea de que una banda tan ignorada como esta pudiera tocar en semejante recinto. Una vez más es un cóctel ganador de country, rock and roll, blues, jazz y pop que nadie compra, pero queda para la posteridad a base de canciones tan inmensas como "I want you bad", "Green lights" o "I love her, she loves me".

Su reputación como banda de directo es creciente con los años y a través de discos y giras interminables establecen una estrecha relación con su público, autodenominado "Q People". Una relación músico-fan más parecida a la amistad que en cualquier otro caso y una huella imborrable para muchos otros músicos, de generaciones posteriores, que luego les reconocerían como influencia. Es el caso de gente de su tierra como Ira Kaplan y Georgia Hubley, de Yo La Tengo, que les han versioneado en varias ocasiones y han sido uno de los principales focos de transmisión de su nombre. También Syd Griffin, de The Long Ryders, o Jeff Tweedy, de Wilco. Incluso gente más famosa como Elvis Costello o Keith Richards, también canta sus alabanzas. No está mal para unos completos desconocidos.

Los discos magníficos continúan sucediéndose con relativa periodicidad: "Kick me hard" (1979), "Tiddlywinks" (1980), "Grooves in orbit" (1983), o  colaboraciones como la que hacen con la cantante country Skeeter Davis ("She sings/they play") o el descacharrante luchador libre Lou Albano ("Lou and the Q", con la magnífica "Captain Lou"), así como su breve paso por Virgin con "Wild weekend" (1989), son todos contenedores de pepinazos tan radiantes como "It was an accident", "Me and the boys", "Feel you around me", "Rain at the drive in", "A girl like that" o "Little floater".

Esto cubre, digamos, la etapa de oro de la banda, la de la formación clásica. Con el irregular "Message from the mess-age" (1994) se produce la salida de la banda de Al Anderson y la entrada, a cambio, del hermano de Joey, Johnny Spampinato, a las seis cuerdas. No es lo mismo, pero la banda sigue en su empeño de no dejar de tocar y pasarlo en grande haciéndolo. Se les rinde homenaje hasta en un programa de televisión tan importante como The Simpsons. Mike Scully, su productor, es un gran fan y pone su música a muchos episodios, llegando a sacarlos como personajes en un episodio de 2002 (ver vídeo). Así pasan una década, en la que ven luz discos como "You're nice people you are" (1997), "NRBQ" (también conocido como "The yellow album", 1999), "Atsa my band" (2002) o "Dummy" (2004), tras el cual Joey, su hermano y Adorlino abandonan la banda.

Esto supone la ruptura definitiva de NRBQ tal como lo conocimos. Cada uno va por su lado con diversos proyectos, hasta que Terry Adams, como único miembro original e ideólogo de la banda, decide en 2011 reflotarla para grabar un disco de tan explícito título como "Keep this love goin'" (que siga este amor), en el cual, por supuesto, falta la mezcla de personalidades que hacía grandes y especiales a los Q, pero algo queda y por supuesto, trae buenas canciones. Terry, junto a una nueva formación que incluye actualmente a Scott Ligon, Casey McDonnough y John Perrin, ha continuado con su amor hasta hoy en día,  girando incansablemente e incluso editando algo de música, como el reciente EP "April showers". Hay que decir que una gran noticia para fans y completistas fue la edición de una caja retrospectiva de 5 cd's, titulada "High Noon-a 50 year retrospective", que es una suculenta colección de títulos imprescindibles, pero también de un montonazo de rarezas, imposibles de conseguir de otra forma.

También han aparecido algunos de sus discos clásicos reeditados a lo largo de este año, como el caso de "All hopped up", "Workshop" o el primero, que justo en 2019 cumple 50 años. Lo que todos nos preguntamos es: ¿Habrá algo especial para celebrar esto? ¿Una reunión de la formación clásica ahora que estas recapitulaciones están tan de moda? Si eso sucediera y vinieran a España les  juro que se me pararía el corazón con la noticia, no sé si podría resistir tanta emoción. Y es que el amor por esta banda es inconmensurable una vez se sucumbe a sus encantos. Hagan la prueba, les aseguro que conocerán a los mejores amigos y compañeros de viaje que van a tener en esto del rock and roll jamás. No se arrepentirán. Long live the Q!!



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1 comentario :

  1. Enhorabuena , a tí y también a Inés por propiciarlo , por este texto tan preciso , sentido , respetuoso y tan bien estructurado como no había leido nunca de esta nuestra banda favorita ; gracias por compartirlo Juanjo , un placer .

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