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martes, junio 18, 2019

Yola, un pequeño gran fenómeno soul que visita España.

Walk Through Fire, producido por Dan Auerbach y editado por su sello Easy Eye Sound, ha puesto en boca de muchos a esta cantante y compositora inglesa llamada Yolanda Quartey. Juntos han logrado que el disco represente la última esperanza de una visión del soul que agoniza. Tres fechas en España (València, Madrid, Barcelona) darán fe de ello.


Lleva anunciándose a bombo y platillo ya varias semanas la vuelta de los Black Keys, la archifamosa banda que Dan Auerbach comparte con Patrick Carney. Su vuelta además supone un retorno a los planteamientos de hard rock con alto componente comercial de los discos que les dieron la fama. Parece que por tanto, Auerbach, debería estar centrado en eso. No obstante, me da en la nariz que a él lo que realmente le hace vibrar el corazón últimamente es la niña de sus ojos: un sello que ha bautizado como Easy Eye Sound y donde, además de sus propios discos en solitario, se dedica a producir y editar a un buen número de artistas, preferentemente negros, que reivindican al igual que él un profundo amor por el blues, el soul o el country, todo ello entendido desde un punto de vista muy respetuoso con el pasado, pero con una puesta al día en materia de sonido que hace que todo resulte refrescante.

Precisamente, uno de los últimos lanzamientos de Easy Eye ha sido Walk Through Fire, primer disco largo de Yola. Bueno, no es exactamente el primero. Ya editó en 2016 un EP, Orphan Offering, bajo el apelativo de Yola Carter, que mostraba alguna de sus virtudes, aunque no sea comparable al que ha elaborado junto a Auerbach. Y tampoco es que sea una recién llegada, la verdad. En su currículum  podemos citar el liderazgo de la banda Phantom Limb, con tres discos en su haber, así como una amplia lista de colaboraciones como vocalista que van desde Katy Perry a, alucinen, Massive Attack o el mismísimo James Brown. Poca cosa, casi nada...

Además, a todo ello se añade una biografía interesante que aporta un encurtido siempre necesario para generar mitos y templar talentos tan rutilantes como el suyo. Nacida en Bristol (1984) en una familia -digamos- tumultuosa, la música siempre significó un escape de esas dificultades, pero su madre, a la que su padre abandonó y que hacía malabares para llevar su casa, jamás supo entender su inquietud. La música no suele ser un gran antídoto contra el hambre, así que tuvo que hacer sus primeros pinitos a escondidas, pero la fuerza de esa voz tan increíble que exhibe de forma natural obró el milagro de que empezara a colaborar con músicos de cierto renombre, como el colectivo de dj's londinense Bugz In The Attic.

Nada de esto, sin embargo, se lo puso fácil a la muchacha, que intentando abrirse paso mudó a la gran ciudad, un Londres ingrato en el que tuvo que dormir más de una noche en la calle por falta de liquidez para pagar el alquiler. Por fortuna, su voz y la aventura con Phantom Limb acabaron abriéndole paso a una carrera en la música como solicitada vocalista, llegando a cantar, como anunciábamos antes, nada menos que esa barbaridad llamada Unfinished Symphaty, arropada por Massive Attack ante un Glastombury abarrotado por 60.000 almas.

Pero claro, a todo esto le faltaba un factor clave: dar rienda suelta a su propia creatividad. El haber sido la freaky del colegio porque cuando a todos los demás adolescentes lo que les gustaba era el hip-hop, a ella lo que realmente le gustaba eran Otis, Aretha y Dolly Parton, fue algo que le dio confianza en sí misma. Siempre creyó en su potencial como autora e intérprete. Por eso abandonó Phantom Limb y puso manos a la obra para labrar un proyecto en solitario, que se materializó hace ahora tres años en un disco de seis canciones propias titulado Orpham Offering, que sin inventar la rueda daba muestras de su poderío vocal en todo su esplendor, pero sobre todo de una capacidad para componer canciones de country-soul más que competentes.

No obstante, nada que resaltara excesivamente en un mercado abarrotado que siempre busca el producto rompedor. La oportunidad llegó a su puerta cuando recibió la llamada de un Auerbach alucinado tras ver un vídeo de ella cantando. Así que voló a Nashville. El productor dice que su carisma realmente le impactó, que su personalidad llena la habitación casi tanto como su voz. Compusieron juntos unas 30 canciones y además dieron entrada en ellas a colaboradores de la talla -alucinen- de Dan Penn, Pat McLaughlin o Joe Allen- así como a gran parte de lo más granado en músicos de sesión durante la grabación, incluida una colaboración del famosísimo Vince Gill.

A todo trapo, pues. Tanto, que es imposible saber si sin todos estos elementos pudiera haberse alumbrado un disco tan bien acabado. Un disco, que si quieren que les sea sincero, para mi tiene tan sólo un pequeño problema: su comienzo. La canción que lo abre es un monumento. El resto intentan estar a la altura -y por momentos la alcanzan- pero no es lo mismo. La primera vez que escuché Faraway Look, quedé petrificado. El resto del disco me resbaló un poco, sinceramente. Así lo expresé en redes sociales, mientras publicaba ese temazo que me había deslumbrado.

No tardó, sin embargo, el disco y la cantante en estar en boca de todo el mundo. Algo pasaba, pues. No suele ser la cosa tan unánime. Una especie de fenómeno empezaba a rondar, de modo que escuché el disco más veces y en efecto, era más que bueno. Si bien sigo pensando lo que he dicho antes de la primera canción, la verdad es que la voz tremebunda de esta mujer de Bristol se ve tan arropada por América que parece nacida en el mismo Chicago. Es impresionante la exhuberancia y el respeto con que todo está dispuesto en un disco que es un tributo sincero a una visión de la música que viaja pareja entre el country y el soul. Y lo hace de una manera natural, sin quebrantos, sin grandes aspavientos. En ese sentido Walk Through Fire, que así se llama el disco, no sé si lo había dicho, es un hallazgo, porque no suele encontrarse este tipo de producto sin que suene excesivamente efectista o postural. Aquí hay autenticidad. A raudales. Y grandes canciones, enormemente bien producidas.

Ya imaginarán ustedes, queridos lectores, que una mujer con la vida que ha tenido esta señora y con el pateo de escenarios que con unos y otros ha experimentado, debe ser todo un poder de la naturaleza en directo. Así lo creo yo. Vamos, lo tengo por seguro. Discazo + portentosa singer = conciertazo al canto. Las tres fechas que nos esperan en España para presentar Walk Through Fire son por tanto, material inflamable para aquellos que como el que suscribe aman estos sonidos que Yola y aquellos de los que se rodea, saben tratar tan bien. La podremos disfrutar en València (Loco Club), Madrid (Black Is Black Weekend) y Barcelona (Apolo). Las entradas las podéis comprar aquí.


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