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lunes, enero 27, 2020

Entrevista a We Used To Pray: "Será como ver una película en versión original para unir en el mismo acto los dos mundos que me acompañan desde hace ya mucho tiempo"

We Used To Pray publicó “Company Undone” (leer reseña aquí)  su primer larga duración a finales del año pasado; un disco que toma una larga distancia desde su primer Ep “Loud Intertitles” (2014) pero que hace de su regreso la cristalización de un estado de madurez sorprendente y la demostración de que cualquiera que cabalgue con independencia y autoría puede saltarse los veloces tiempos de la industria musical. 

A Joecar Hanna y su banda les hemos seguido la pista desde hace muchos años, y siempre nos gusta recordar que nos llevaron a ellos una de las ediciones del Gramolafest, festival organizado por los compañeros de La Gramola de Keith. El quedar a tomar algo con tiempo y ganas para hablar sobre su música, se ha convertido ya en una tradición para Alquimia Sonora y el mismo Joecar. Siempre nos gusta escoger sitios para la conversación que sean tranquilos y muy íntimos, la primera vez fue nada más y nada menos que una mañana laborable en la cafetería Rialto. En esta ocasión, la intimidad y el sosiego nos lo hemos llevado a un espacio de exterior y lo hemos localizado en uno de los parajes más bonitos de València, la marjal (seguramente la de Sueca), y unos campos de arroz anegados hasta los topes que con la maravillosa y única luz de València cayendo al atardecer nos dejó una estampa visual de esas que siempre se quedarán en el recuerdo. Momentos antes nos dimos un buen homenaje comiendo un buen arroz de El Perelló, de ahí y de una dulce sobremesa salió gran parte de nuestra charla.

A veces hacer un cuestionario previo encorsetado y lanzado de manera impersonal no tiene mucho sentido cuando conoces al músico y sabes que el encuentro va a ser algo natural y espontáneo; es ahí en ese momento, cuándo solo te dedicas a anotar una serie de líneas generales de como dirigir la entrevista y esperas a que ese día todo fluya. Una de las cosas que más nos llamaba explicar era el porqué de ese espacio temporal de cinco años, no porque viéramos en ese necesario intervalo algo negativo, una laguna compositiva o una cuesta arriba a la hora de seguir con el proyecto, más que nada nuestro querer saber respondía a conocer todo aquello que había sucedido y conmovido al seno interno de la banda. 

Joecar nos estuvo contando un poco de todo el movimiento artístico en su vida en esos años, primer la posibilidad de trabajar en un largometraje “El desentierro” que se grabó en gran parte en esa naturaleza viva y repleta de colores en la que se desarrolló una sesión de fotos como complemento gráfico de la entrevista. Una experiencia que para el fue muy gratificante y a la que dedicó año y medio entre organización, producción y promoción. Como segundo motivo del descanso sacó a la palestra un argumento lógico y suficientemente rotundo para entender el tiempo transcurrido: “Siempre me han gustado los proyectos musicales que tienen reposos, que únicamente vuelven cuando tienen algo que contar (poniendo como ejemplo al genio José González)”, nos cuenta con rotundidad Joecar. Por último, una tercera razón de peso fue que estuvo un tanto incómodo por la música que estaba haciendo: “Sentía que no estaba conectando con la música que estabábamos haciendo. Me fui alejando de ella y después de tocar en el Primavera Sound, Deleste Festival y hacer una mini gira por Londres, me dije que necesitaba parar porque no me sentía del todo acomodado en el proyecto. Fue un cambio de fase que de forma natural se tornó en una evolución, pero no por ego sino más bien por crear algo más personal. Sentía que no podíamos escribir cinco personas a la vez un libro, entendiendo más la música como una novela y no como un escaparate de entretenimiento”, una declaración de honestidad brutal por parte de Joecar que nos hace pensar en cuántos discos se habrán publicado sin este espacio dónde respirar, dejando que la creatividad quede asfixiada y que en muchos casos habrá implicado unos resultados menos satisfactorios para los artistas y con menor calidad para su público. 

Nos sigue explicando todas las sensaciones y planteamientos que rodearon ese impase: “En ese parón hubo mucha reflexión, y cuándo yo decidí volver, pensé que cada uno seguía con sus vidas y yo quería continuar con el mismo proyecto porque al fin había encontrado su alma y pensé que seguiría adelante, y que se incorporará quien le apeteciera o pudiera. De hecho seguimos la mayoría en esta nueva fase de We Used To Pray, una verdadera suerte para mí. Es un proyecto muy colaborativo en la composición y más personal/autoral en la creación”, nos explica Joecar con ese brillo en los ojos que transmite esa robusta ilusión que invade a los proyectos que se mueven por el trabajo y la constancia.

Cinco años que fueron un tiempo para readaptarse a las necesidades que habían cambiado y dirigirlos a ese nuevo rumbo más de autor para tener margen de hacer cosas más experimentales, pero con el apoyo de las mismas personas. Un disco que es visto y creado como una pieza cinematográfica, el proceso de composición gira todo en torno a un concepto, el de un viaje que nos plantea la idea de ruptura con el entorno para buscarse a uno mismo en otra tierra que cree prometida, para acabar sin raíces y engullido por el propio ego. Toda gira en torno a un ser el cuál sirve a Joecar para ahondar en la idea de todos esos momentos que las personas tenemos, esas subidas o despegues en las que nos da por huir de nuestro entorno y que siempre se presenta como algo idealizado en los medios, en el cine o en la música (El sueño americano…).


Un viaje que lo están haciendo millones de personas en la vida y muchas veces se dan cuenta de que tienen que volver a su hogar. En el disco se nos narra el proceso de como viven esta idea las personas en diferentes estadios como la pareja, la amistad, la comunidad o la sociedad. El cuarto corte sería este último compartimento, una canción puramente política que se proyecta en la confrontación entre los dos colores (rojo y azul), y lanza cuestiones de porque nos entrometemos en si alguien se quiera ir o porque les debemos apuntar con una pistola para que no se vayan, una acertada metáfora del nacionalismo actual que estamos viviendo (o sufriendo, mejor dicho). “City Walls” representaría ese ser que sale de todos esos conflictos y se sube a un cohete proyectado al mundo que quiere llegar; un mundo donde nadie este equivocado, exista el amor de verdad, y todo sea algo más líquido. Una vez ha llegado a ese nuevo mundo “Company Undone” se convierte en un potente y grandioso pasaje de post rock, en el que se encuentra con contradicciones como preguntarse si es lo que quería o si ha sido un ególatra. Todo esto se condensa en los momentos de máxima descarga emocional donde toda la confusión se disipa en “For Those Who Had To Die”, el último tema que es cuando el ser se encuentra y se entiende a sí mismo.

La música de “Company Undone” está repleta de matices y dentro de los temas parecen que coexistan diferentes pasajes y estadios emocionales que viajan en infinitas canciones, en todo ese minutaje hay un juego de tensión que va entre la dulce calma hasta la explosión henchida de rabia. Todo esto sirve de perfecto anclaje a la idea de la narración, de idear la música como una novela. Para Joecar es el resultado natural de todos estos años, aunque nos desvela sin miedo que después de todo lo aprendido aún le sigue saliendo las ideas de forma caótica, pero que en el fondo quería entender las canciones como pasajes de una historia: “He intentado ser humilde y darme cuenta de que la gente tiene que entender la música, por lo que he huido de hacerme pajas mentales, e ir sintetizando y dirigiéndome en una dirección concreta. Primero dibujé un mapa y escribí un guion de las historias, y de ahí fui construyendo unas canciones que me dejarán la sensación tras varias escuchas que me representaban. En cuánto a la paz que me trasladas que respira el disco, es como una tranquilidad contenida que de repente estalla.” 

“Company Undone” ha sido grabado por el mismo Joecar en su estudio, de forma muy cuidada y saltándose el tiempo de los estudios, salvo las baterías y proceso final de mastering que han sido grabados en Millenia con: “Creo que el no tener medios hace que mates la obra y su producción, quería pensar que le iba a sentar y acoplar mejor a cada canción. Pensé el disco como algo muy ambiental con una electrónica, sobre todo la primera parte del disco que tiene una importante presencia de sintes y teclados. Esta en concreto, la más post rock si que fue compuesta entre todos a partir de unos bocetos previos personales, salvo el último corte que fue obra de Cano, su anterior teclista.” 

Un trabajo que se encierra en un artwork de una calidad a la que no estamos acostumbrados en la que su portada es la idea de un edificio que se siente atrapado, y que no ve nada desde donde esta, sus horizontes son otros edificios y necesita explorar. Por lo que en la contraportada podemos ver que ha volado (escapado) dejando la ciudad para aterrizar en el campo. Aún así, encontramos una curiosa paradoja que es que el edificio está conectado con un tubo al hueco que ha dejado en la ciudad. Para todo el soporte visual del libreto contó con el fotógrafo de moda Luis Beltrán, al cual descubrió a través de su fotografía creativa. A partir de imágenes de Luis idearon la imagen y el diseño de un libreto que se encuentra entre la realidad y la ficción, en unos paisajes naturales que ligan con coherencia y tino con todo el hilo argumental de “Company Undone”

Con este trabajo, Joecar ha querido salir en defensa de la profesionalización en la música, y apostar por delegar la labor de promoción y difusión de su nuevo trabajo en diferentes agentes para dotar de valor a todos aquellos que llevamos muchos años trabajando por y para la música de nuestra ciudad. Y además, ha querido llevarlo al directo, uniendo esas dos mitades (y partes fundamentales) de su vida. En cierto modo responde a una elección personal, que es la de crear el formato una vez elegido el espacio, hasta la fecha había sido a la inversa, la banda iba adaptando su puesta en directo a los espacios en los que les llamaban: En todos esos anteriores directos iba pensando que me encantaría llevar las canciones al directo en un cine. Pudimos hacerlo en formato acústico en un directo en Alzira dentro del Insolit Fest que tuvo lugar en una sala de cine abandonada. Pero en los Albatros Babel podré hacerlo de forma eléctrica. Además, pensé que quería que se entendiesen las letras. Por lo que las he subtitulado. Será como ver un vídeo en blanco y negro con subtítulos para unir en el mismo acto esos dos mundos que me acompañan desde hace ya mucho tiempo. Será como ver una película en versión original” 

Toda una puesta en escena enérgica y vitalista de la que ya pudimos ver un adelanto en Emergents al Palau, momento en el que vimos un crecimiento considerable en la interpretación de Joecar de sus canciones; demostrando un lado más salvaje, un espacio dónde soltar toda esa rabia que esconden sus composiciones, esos gritos de dolor acompañados de un sincero arrastre por los suelos. En esta ocasión ha cuidado toda la parte técnica (sonido, iluminación…) y a todo esto se sumará la incorporación de cuatro ilustradoras, Carla Fuentes, África Pitarch, Alsina Mandarina y Felo Odriozola, en una media noche dónde la música, el cine y la ilustración se unirán para dejarnos momentos de intensidad y exaltación con el único fin de disfrutar de un proceso creativo que ha ganado con creces en originalidad, calidad y personalidad. 

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