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lunes, marzo 30, 2020

Cuarentena Fest: La Generación Dormitorio y las rimas de la historia

La crónica del Cuarentena Fest (Festival de Música en Streaming en Tiempos Difíciles) no es una crónica al uso sino una distopía en tiempos de encierro en casa y salas cerradas; Es también la reflexión generacional y presente de los tiempos que corren, por Marcos Rubio.
 
Entre las distintas iniciativas puestas en marcha a partir de la experiencia de estar confinados en nuestros hogares como medida imprescindible para superar los estragos del coronavirus, se celebró el Cuarentena Fest, un festival en streaming, vía tumblr, donde grupos y artistas de la emergente nueva escena independiente española y algunas propuestas latinoamericanas, sumaron esfuerzos para interpretar, desde su habitación o desde el salón de su casa, algunas de sus canciones mas celebradas. 

Entre el lunes 16 y el viernes 27 de marzo, cincuenta y un conciertos se fueron haciendo realidad en nuestros ordenadores. Sets de entre treinta minutos y algo menos de una hora sin más atrezo que algún croma, la decoración del dormitorio o del salón, los medios limitados y la imprudencia de permitirnos invadir su intimidad por un rato. Espontaneidad, buen humor, ganas de hacerlo bien, nervios, belleza, creatividad, algún problema técnico y momentos únicos que son ya parte de un una experiencia tan generosa como emocionante 

Se atribuye a Mark Twain la celebre cita de que la historia no se repite pero rima; quizás esa concordancia se de porque los miedos, los anhelos y las esperanzas siguen siendo los mismos pájaros que siempre han dado cuerda al mundo. Entre la continuidad y las rupturas, entre la estructura y el cambio, juguemos a trazar rastros de carmín a la manera en la que el crítico de música Greil Marcus nos enseñó. Las sacudidas culturales tienen a institucionalizarse, a perpetuarse en su posición de privilegio; agotado el fulgor que los llevó a los más alto, las propuestas cristalizan y se hacen institución. 

Pasaban los años y casi todos los festivales seguían presentando carteles tan parecidos que se hacia imposible identificar el año o el lugar de celebración. En nuestro país, las escenas duran demasiado. A pesar de estas tendencias conservadoras, los cambios generacionales siguen siendo una de las fuerzas más intensas para provocar movimiento de placas, fisuras en los estratos y grietas en la corteza que permitan aflorar buena parte de la creatividad que se genera en el underground o en los márgenes. 

El concepto generación presenta, en su polisemia, perfiles vagos porque incluye a grupos de población y a grupos de creadores que llegan a su edad adulta marcados por un acontecimiento que, si no los define, al menos los identifica. La generación del 98 y la perdida de Cuba y Filipinas. La del 27 y la celebración del centenario de Góngora en el Ateneo de Sevilla. La del 36, la de la posguerra y la de los cincuenta. Los grupos yeyes, los cantautores y la canción protestas. El rock urbano, la Movida y su bote de colón. La ruta del bakalao y los fines de semana interminables. La Generación Superocho y el qué puedo hacer. La que supo festivalizar el indie hasta convertirlo en un nuevo mainstream en la segunda mitad de los dos mil y la del ready pa morir, malamente, pai, pai, el éxito comercial, los tatuajes en la cara, las uñas de gel y la limo pa' llorar. 

Llevábamos varias temporadas viendo esperanzados todo lo que estaba surgiendo en los márgenes del indie y, de repente, un virus cabrón nos confinó a medio planeta en nuestras casas. La Generación Dormitorio ya tiene su momento histórico y el Cuarentena Fest, un festival de música en streaming para tiempos difíciles, podría ser una de esas citas fundacionales que aglutina muchos de los rasgos de la nueva escena. Si se nos permite una mirada panorámica y probablemente injusta en las singularidades, podríamos afirmar que cada generación se revuelve contra la anterior con desdén y desinterés. Frente a la grandilocuencia, la modestia. Frente a los grandes sentimientos, las pequeñas caricias. Frente a la necesidad de salvar el mundo, redibujar los mapas y alcanzar al poeta Halley, la lucha diaria por emanciparse y pagar el alquiler. 

A muchos habitantes de la Generación Dormitorio les pilló la Gran Recesión del 2008 en la ESO y ahora, cuando vivir por tu cuenta en la gran ciudad es toda una heroicidad, les estalla esta guerra mundial del coronavirus para congelar el presente y ensuciar los cielos del futuro con más incertidumbres. No esperaban demasiado de lo que estaba por llegar pero no se merecían, no nos merecíamos, esta mierda. Los clásicos de Elefant, los primeros Planetas, la sensibilidad Dinarama, la herencia del mejor indie de Viaje a los Sueños Polares y de Flor de Pasión, el espíritu más colorista y más rabiosamente pop de algunos grupos de la movida, el Donosti Sound, el mal llamado tonti pop, el indie británico de mitad de los ochenta, el bedroom pop de Orchid Tapes, Family, la Bienquerida y la mala hostia de Los Punsetes. "Tu Puta Barba" canta Confeti de Odio desde un salón de paredes pintadas de verde y adornadas con plantas de interior. Lucas de la Iglesia le dedica ese canción-puñetazo a un tipo que le ganaba en todo y que también podría haber sido uno de esos músicos que llevan mas de una década con su grupo triunfando en casi todos los festivales de España. 

Quizás sean Los Punsetes quienes más claro han explicitado el choque frontal con la realidad realmente existente. En la valiente "Tu Puto Grupo", incluida en "Viva" ( Mushroom Pillow, 2017), los madrileños se permiten un desahogo visceral de los que una vez vertido ya no deja crecer la hierba. Da la sensación de que los más jóvenes tienen un dialogo más fluido con los que forjamos nuestros gustos entre la Movida, el C-86 y el primer indie chup chup que con sus hermanos mayores. Los artistas y grupos Sonorama han mandado tanto en los últimos quince años que no se han percatado de que las barbas dejaron de molar y que lo que ahora triunfa es el bigote. Hay que ser joven y guapo para que te queda bien un chandal; la Generación Dormitorio tiene todo el Futuro de su parte. 

En el festival hay momentos valiosos y muchas sorpresas. La banda de La Plata Srta Trueno Negro argentinizan el "Sweet Jane" de The Velvet Underground con desparpajo y frescura. Apartamentos Acapulco cogen la canción de Yoko Ono "Listen, The Snow is Falling", que conocimos en el "This is Our Music" de Galaxie 500, la pintan de rojo y negro, la visten con sobriedad y emoción, le ponen mucho de Granada y consiguen una versión de belleza sobrecogedora. Si se acercan a la actuación de Marcelo Criminal lo descubrirán, guapísimo y muy bien peinado, exponiendo sus silencios y su dudas. Si les apetece algo de baile, tan necesario estos días, únanse a Evripidis y sus tragedias, el griego afincado en Barcelona, aguanta diez minutos sentando frente al teclado antes de levantarse del sofá y ponerse a bailar como hacen las buenas personas cuando una melodía pop te zarandea con su belleza. Me gustó mucho el concierto de Caliza, la ex Rusos Blancos, trabaja las voces con una grabadora para que le hagan coros y así levantar piezas de pop sintético muy chulas. 

No había reparado en la música de Cabiria que actuó después. Su dream pop me gustó tanto que subrayé su nombre; sus composiciones algodonosas fueron ideales para olvidar el encierro y recordar que encima de nuestros tejados nos esperan las estrellas. La catalana se atrevió con una versión de Caetano Veloso que nos supo a gloria. El pop electrónico de corte confesional de Casero también resultó muy apropiado; la cantante arrancó algo dubitativa pero fue ganando confianza, cuando le llego el turno a Los Planes Contigo ya nos tenía a todos de su parte. 

En la actuación de Kids From Mars encontrarán desafío y en la de Estrella Fugaz honestidad y ganas de incomodar. Como si quisieran dejar claro que su relación con los sonidos urbanos es de disfrute e interés y no de rechazo, como la de muchos de los viejos seguidores del rock alternativo de los noventa que siempre están despotricando del regatón, del trap , de C. Tangana y de Rosalia en Facebook, llegaba Megansito El Guapo para interpretar con desparpajo fino bonitos temas de amor y autotune. También Carlos Caraballo optó por empezar su actuación interpretando el “Nena ven a por eso” de la Zowi con la única ayuda de su guitarra acústica. Cómo se notó que el granadino, pese a lo impecable de la actuación, echaba de menos a sus compañeros de El Colectivo Da Silva. 

En todos los conciertos que he visto del festival se percibe las ganas de hacerlo bien y de no defraudar. En el cartel hay mucho pop confesional y con tendencia a reflexionar sobre las cosas que nos pasan. Me pareció valiente la puesta en escena llena de seda y seducción de rebe. El duo Marcos y Molduras nos dio una lección de hospitalidad y de como ser unos perfectos anfitriones al compartir con el público la intrahistoria de sus canciones. Uno de los momentos estelares de la cita fue ver a Confeti de Odio erigirse, sin pretenderlo, en uno de las voces autorizadas de esta juventud en cuarentena. 

Hay mucho para disfrutar en esos doce días de conciertos, hay recién llegados y otros que ya saborean el éxito como Cariño, El Petit de Cal Eril o Anabella Cartolano de Las Ligas Menores. Me queda aún mucho por descubrir en todo esos directos vérité que ya viven eternamente en Youtube. Tengo muchas ganas de ver a Betacam, que estaba programado el último día del festival. Tuvimos la suerte de disfrutarlo, hace algunos años, en las Naves de Valencia. Me identifico con facilidad con las historias que cuenta en sus canciones y con esas melodias de synth pop que también riman con el legado de Carlos Berlanga, Astrud o La Mode. 

Cuando todo esto pase y podamos abandonar las habitaciones espero que los grupos del nuevo indie de la cuarentena se coman el mundo. Si esta Generación Dormitorio encuentra su hueco y se termina consolidando, los amantes del buen pop lo agradeceremos. 




Texto: Marcos Rubio
Fotos: Susana Godoy



 

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