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jueves, junio 30, 2022

Wilco (Auditorio Casa de la Cultura de Burjassot) 24/06/2022

 


Wilco, brillaron y emocionaron en un directo muy esperado que fue de menos a más para acabar con un bis inolvidable 

2020 iba a ser el gran año para la música en directo en la ciudad de València con conciertos confirmados como el de Foo Fighters, otras joyas que desde la máxima discreción que nos caracteriza no podemos desvelar (qué grandes pérdidas…) o la visita de Wilco en la tercera edición del 4ever Valencia. Al menos éste último se pudo rescatar y gracias a la promotora Serious Fan Music el sueño de muchos se hizo realidad el pasado viernes en el Auditorio de Casa de la Cultura de Burjassot


En València somos muy de poner pegas a todo lo que tenemos, aunque nos flipe que una banda como Wilco venga tan cerca de dónde vives. Los peros previos; que si no era el espacio más idóneo para recibir a una banda para que el buen sonido es fundamental, la lamentada ausencia de su guitarrista principal, Nels Cline, que si la cerveza estaba a precio de oro o las largas colas que se formaron para llegar a las barras, pero todos esos reparos no impidieron disfrutar del buen directo que nos brindaron los de Chicago


La primera vez que fui a ver a Wilco tuve que ir hasta Murcia y tragarme toda la incontinencia verbal del público que se había apoderado de las primeras filas para ver a Lori Meyers y les importaba bien poco que una de los grandes referentes de la música americana estuvieran delante de sus narices, aquello fue un poco decepcionante, pero intentamos centrarnos a lo que habíamos ido y aún así flotamos. La segunda fue ya en otras condiciones, gracias al cuidado máximo que tienen festivales como el Vida, ahí fue, cómo tocar el cielo sin permitirnos caer en ningún momento, verlos tan cerca y con los presentes estando a lo que había que estar. Se dice que a la tercera va la vencida, y aunque no fuera el concierto de sus vidas ni de las nuestras, nos quedamos con esta como el recuerdo más fuerte que tendremos de haber disfrutado de esas canciones que transitan por el country, el folk o el rock, que suenan clásicas, aunque vigentes, y que se amoldan en muchos de sus pasajes al momento actual. 

Aunque muchas de ellas ya son añejas nosotras las seguimos llevando muy presentes y muchas de ellas las disfrutamos como si nos fuera la vida en ello, esos momentos en los que dejas llevarte por el desarrollo de la canción y todos los pasajes que transcurren en ella (que, si te llevan a botar en ciertos momentos, como en otros dejarte caer y quedarte petrificada flipando con ese arte que tienen a la hora de tocar la guitarra). No llegó a sonar mal tampoco fue algo celestial. El repertorio fue un buen encaje de bolillos pensada para la baja de Cline, y fue de menos a más. Empezando con temas de su último trabajo como “I am my mother” y “Cruel Country” en una versión más acústica y reposada que, aunque en algún momento creíamos que nos iba a llevar a desconectar del directo, lo que realmente allí estaba sucediendo era que se estaba preparando el terreno para llegar a otras latitudes que son las que les hicieron bordar el concierto.

Por cierto, que esta tercera fue la primera en las que le pude hacer fotos, al menos de manera oficial, con firma de contrato mediante, y con cláusula de no mostrar el precio photopass que nos regalaron (en la intimidad que se queda como un maravilloso regalo). La oportunidad para una fotógrafa como yo fue tremenda. Os vengo a contar esto, porque tras los tres primeros temas de cortesía, aún a plena luz del día y con un casi inexistente juego de luces, la cosa no es que “luciera” mucho. Al salir, todo adquirió otros matices con una ingeniería lumínica que nos dejaron unos colores preciosos y unas instantáneas de altura. Enlazar "I Am Trying To Break Your Heart" y "Kamera", nos dibujó una sonrisa cómplice y nos invitó a ponernos a cantar en comunión. Con la caída del sol ahí estábamos miles de almas adorando a nuestros dioses, menuda postal para enmarcar. 

La gira se enmarcaba en la celebración del veinte aniversario del "Yankee Hotel Foxtrot", uno de los más venerados y mejor recibidos por parte de la crítica. Cayeron cortes como “War on War” que nos hicieron empezar a enloquecer y a movernos más de la cuenta, o “Jesus, etc” que nos sirvió como un bálsamo de redención, de esos temas que hacen reconciliarte contigo mismo y con el mundo. Evitaremos caer en enumerar el setlist, porque este ya era de sobra conocido por los asistentes incluso días antes del concierto. La verdad, es que no había mucha sorpresa en cuánto al repertorio se refiere. Sabíamos de antemano que no íbamos a escuchar “Impossible Germany” (de otro de nuestros discos preferidos “Sky Blue Sky”) y ese solo que sus seguidores aman tanto. Para la que escribe el mejor momento del concierto fue hacia el final, me lancé a la segunda fila aprovechando algunos huecos y ahí todo se vio con  otro cariz y me dejé llevar al ritmo vertiginoso que estaba tomando el asunto. 

Nos gustan los tempos lentos y cálidos de sus canciones, pero lo que de realmente nos pone los pelos de punta es cuándo todo se descontrola y nos electrificamos ante esa tormenta perfecta en la que, pueden suceder cosas como se aporree el teclado con un cojín, que Stirratt pegue un saltaco con su bajo, de repente y sin atisbo de ello, quedarnos dentro en muchos momentos de la perfecta y adictiva batería de Glenn Kotche, y  que Jeff se luzca con cualquiera de las guitarras que se enfundase, siendo ese líder que pasa desapercibido pero que deja un huella indeleble en nuestros corazones. El bis se comenta que fue largo pero apoteósico y allí nos soltamos la melena para gozarlo con toda la intensidad y entrega. Una noche de verano en la que, tanto la banda como el público tuvieron una entrega de diez. Ellos quedaron contentos, y nosotros también.

Más Info:

Texto y fotos: María Carbonell

 Galería fotográfica













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