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lunes, agosto 08, 2022

[Crónica] ALHAUTOR (4 al 7 agosto 2022) Alhaurín de la Torre (Málaga)

 
La Cultura, con mayúsculas o “CulturAlh” como escriben, utilizando un hábil juego de palabras, en Alhaurín de la Torre (Málaga), es un bien en el que merece la pena invertir. Ahora, más que nunca. Nacido como respuesta a una pandemia que impuso sus propias normas y nos obligó a sentarnos y guardar distancias, ALHAUTOR fue, ya el año pasado, un espacio de disfrute ecléctico, cómodo y con un discurso consistente. Se trata de disfrutar la música, en un espacio especialmente concebido para ello, en un lugar idílico, en plena Costa del Sol y de manos de Oh! Salvaje, que saben mimar cada uno de sus eventos.

Música de Autor, de autores varios en este caso, tan dispar y distante entre sí que ningún género supondría una sorpresa para los que ya esperaban el cartel desde que dio comienzo el verano. Este año nada menos que los ingleses Temples,  Anni B. Sweet con Los Estanques, La Plazuela, Volante de la Puebla, Zahara, Shego y, como cierre, unos Gipsy Kings que han vuelto a los escenarios llenos de energía y los temas que han formado parte de tantas y tantas verbenas que, queramos o no, nos los sabemos todos. 

Abrían la primera jornada, en jueves, día laborable para alguna gente aún, lo cuál influyó en la afluencia al espacio, unos cañeros Estanques capaces de envolver, cual agua fresca, la personalísima voz de la malagueña Anni B. Sweet. Sorprendieron en mayo de este año con “Burbuja Cómoda y Elefante Inesperado" (Inbophonic Records, 2022), trece cortes que rebosan experimentación, buen gusto y ausencia total de miedo a lanzarse al vacío si hace falta. Para su puesta en escena les vale con desgranar uno tras otro, en el mismo orden que aparecen en el disco, ambas caras de este maravilloso trabajo ¿para qué más?

Tras un cambio de escenario que se hizo algo largo y que, creemos, influyó en la corta duración del concierto de Temples, los ingleses salieron al escenario con el cantante y guitarrista James Edward Bagshaw exhibiendo lo que podríamos denominar “pinta de guiri” sin ser esto una forma de menospreciarlo, sino todo lo contrario.


Frente al corte típicamente inglés del resto de la banda, especialmente de su batería, James lucía fresco y veraniego, como los temas que llevaron al directo de los que, si bien se echó en falta alguno de los más esperados, hay que decir que completaron un setlist lleno de éxitos que emocionaron a un público que les recibió con el cariño que merecen. No hubo bises, imaginamos que por falta de tiempo, así que nos quedamos con ganas de “ese poquito más” que, en esta ocasión, no pudo ser.


La segunda jornada, que se encargaba de abrir la extraña y atrevida propuesta electrónico folclorista de Volante de la Puebla, animaba al nutrido público, más joven que en la jornada anterior. Ataviados como costaleros, su reivindicación andalucista toca muy de cerca la tendencia al alza de Califato ¾ con quienes comparten muchas ideas tanto en lo musical como en la puesta en escena. Sin dudas, a estos chicos hay que verlos al menos una vez en la vida, más si lo que apetece es bailar cual rave cristiano procesional.


Con el ambiente bien calentito, La Plazuela terminaron de llenar de sonidos andaluces la Finca el Portón. Si sois de los que visteis a esta banda en sus comienzos, sólo comentar que lo que se ve ahora sobre el escenario no tiene nada que ver con aquellos inicios. Su crecimiento, exponencial, viene a demostrar que Granada no es siempre ese “más de lo mismo” que últimamente puebla los escenarios locales. 


Ellos tienen personalidad, tienen ganas, puesta en escena y, sobre todo, la frescura de quien ha apostado por la autenticidad. Lejos del abuso (que no uso) del autotune que se ha impuesto últimamente en demasiadas bandas granadinas, ellos han sabido sacar partido de sus voces y, bien acompañados de buenos instrumentistas, han creado algo que, para mí (tómese esto como una licencia para dar mi opinión), personalmente, junto a otras bandas que se salen de lo institucionalizado, representa la música joven de una ciudad que llevaba tiempo estancada.


Para la tercera jornada, Shego abrían la tarde con fuerza y una reivindicación feminista bien entendida que va más allá de tópicos y en les permite desenvolverse con frescura y naturalidad. Festivas, frescas y enérgicas, saben tocar esos temas que preocupan a las mujeres de su generación de la misma manera que rendir homenaje a un ejemplo como Zahara, que las acompañó en el último tema y permaneció con ellas en el escenario disfrutando del cierre de un concierto divertido y con garra.

Después del calentamiento previo, un larguísimo cambio de escenario que se justifica con el mucho y variado atrezo que lleva esta “Puta Rave” y el acondicionamiento del espacio para volver a recibirla, Zahara brilló con luz propia a pesar de los rojos y los contraluces que definen este espectáculo donde el tecno da una vuelta de tuerca a lo que ya conocíamos de esta artista que se va haciendo imprescindible en cualquier festival que se precie.

Con la mejor compañía posible, flanqueada por Marti Perarnau IV y Manuel Cabezalí, dos pesos pesados de la música que además van bien parapetados por un técnico que sabe sacar partido a cada dB, Sergio Vera. Cuatro patas imprescindibles para sostener este sólido bando en el que se los temas se sostienen por sí solos, más aún si se les añade un cuerpo de baile que actualiza, desde años atrás, la puesta en escena de esta mujer menuda pero talentosa y llena de personalidad.

Llegados ya al domingo, una banda que vuelve a las carreteras, los franceses Gipsy Kings (by André Reyes), con una formación renovada, en la que sigue intacta la esencia, así como unos temas que conocemos queramos o no reconocerlo. Desde el Bamboleo al Volare, un despliegue de rumba y flamenco interpretada por hermanos, primos, sobrinos entre los que el apellido Reyes certifica su procedencia y, junto a ellos, músicos de la talla del portugués Danny Marta (bajo) o Guilherme Alvés (percusión), para redondear un sonido y una puesta en escena a la que poco más le hace falta.

Como sorpresa de la noche, la interpretación de “Un ramito de violetas”, acompañados de dos de los hijos de Chiquetete, ponían de pie a un público que acogió con mucho agrado su presencia en el escenario. Remataban así un ciclo que ha vuelto a poner Alhaurín de la Torre en el punto de mira por su apuesta cultural y su respeto a la diversidad musical, lo bien hecho y la capacidad de aunar, en pocos días, público de gustos tan dispares como los que han pasado por Alhautor.


Crónica y fotos: María Villa 

Foto de Volante de la Puebla: Guille para Alhautor. 

 

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