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sábado, octubre 29, 2011

Architecture in Helsinki - Razzmatazz. Barcelona, 26/10/2011


Architecture in Helsinki - Razzmatazz.
Barcelona, 26/10/2011

Los últimos diez minutos. Architecture in Helsinki deslumbró con su música a lo largo de todo el concierto pero los últimos diez minutos marcaron la diferencia. Fueron 600 segundos de intensa bizarría, 600 segundos en los que AIH introdujo tanto al público que parecías estar dentro de uno de sus videoclips.

La puesta en escena de Architecture in Helsinki es, en apariencia, similar a la de muchos otros grupos. Con una blazer gris con cuellos negros y gafas de sol, Cameron Bird derrochaba energía ante el micro que compartía con Kellie Sutherland. James Cecil, Gus Franklin, Jamie Mildren y Sam Perry a los instrumentos, completaban el sexteto australiano que destaca por la mezcla de sonidos, son capaces hasta de juntar instrumentos clásicos con sintetizadores analógicos. En el suelo, botellas de cerveza vacías. Cerca del techo, gafapastas, patillas anchas, manos en el aire y alguna que otra mata de pelo rizo, al más puro estilo afro.

No tocaron ni una sola canción del primer disco, Fingers Crossed (2000-2003), aunque nadie pareció echarlo de menos. Lo que sí hicieron fue un repaso por el resto de su discografía con canciones como It’s 5 o That Beep. Pero fue al final, en los últimos diez minutos del concierto, donde el público se entregó totalmente a la banda australiana.

Sonó Heart it Races, que animó a absolutamente toda la sala. Y después, Escapee, con la que Cameron Bird comenzó a saltar sobre el escenario. Toda la sala lo imitó y botaron mientras, en el aire, le hacían los coros, algunos, en pleno éxtasis, usaban las columnas para impulsarse.

AIH hicieron un gran concierto y el público no se quedó atrás. Cuando terminó la última canción, desde el escenario, los australianos comenzaron a sacar fotos al público que llenaba la Razz. No sabemos si para este grupo es costumbre o no la de sacar fotos a sus espectadores, pero lo que está claro es que este fue uno de esos conciertos que se quedan grabados en la memoria.

A la salida, agolpados ante la puerta, intentando esquivar codazos y que nadie te golpease con un trípode; se escuchaba a los que no les acabara de convencer este nuevo álbum de AIH. Decían que, tras la noche de hoy, su opinión había cambiado. Y no es extraño porque aunque cuando los veas subirse a un escenario parezcan un grupo indie pop más, según pasan los minutos te das cuenta de que estos seis australianos son la frescura de la contemporaneidad hecha música.

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