La Riviera ejerció de oasis en mitad del desierto y acogió
un espectáculo en el que se nos demostró que la música no es solo una industria
de compra y venta, que la música es algo más que transacciones de dinero, y anoche,
Maceo Parker y su banda han dado prueba viva de ello. El aforo de la sala, casi
completo, consistÃa en una miscelánea de público que iba desde veinteañeros
hasta señores rondando los cincuenta que sin quitarse el traje se pasaron por
la sala después de salir de la oficina.
Este público tan heterogéneo refleja que la edad no es
impedimento cuando lo que se ofrece es calidad. Gente de varias generaciones
tuvieron el privilegio de vivir una noche en la que los instrumentos, los
músicos y los asistentes se aunaron en un coro cuasi
celestial a ritmo de funk.
Maceo Parker salió al escenario como si la cosa no fuera con
él, situándose en un segundo plano junto a las cantantes y coristas Martha High
y Darliene Parker, compartiendo sonrisas cómplices y bailando mientras el resto
de la banda calentaba con los primeros ritmos. Seguidamente dio un paso al
frente y se enfundó sus famosas gafas de sol negras dedicando al público las
primeras sonrisas.
No se dejó nada en la recámara, frente a nosotros tenÃamos a
la élite del funk jazz: Martha High y Darliene Parker ( cantantes y coristas), Rodney "Skeet" Curtis (Bajo eléctrico), Marcus Parker (BaterÃa), Will Boulware (Teclados), Bruno Speight (guitarra eléctrica) y Dennis Rollins (Trombón), y con ellos Ãbamos a disfrutar durante las dos horas
largas que duró el concierto.
Maceo Parker, se iba a encargar de que sintiéramos la magia
de sus notas recorriendo todo nuestro cuerpo, ritmos blues, jazz y funk
acariciaron las ondas sonoras hasta hacerlas llegar a nuestros tÃmpanos, que
degustaron caviar musical durante toda la noche.
Durante la velada sonaron clásicos de sus imprescindibles
discos Roots & Grooves y Schoo´s In! y también canciones de cuando formaba
parte de la banda de James Brown, y es que gran parte de la música del Rey del
Funk, es responsabilidad de Parker.
Tampoco faltó como es habitual, la versión
instrumental del sensual e inolvidable tema de Marvin Gaye, Let´s Get It On. Sus interpretaciones iban
acompañadas de bailes, gritos de pasión y simpáticas muecas, todo ello sinceros
sÃntomas del amor que procesa a su profesión.
Fue un concierto muy fluido y sin altibajos donde cada
instrumento tuvo su protagonismo. Resulta complicadÃsimo destacar a algún músico por encima de los demás ya que
todos rindieron a un altÃsimo nivel durante todo la actuación, sin embargo hubo
momentos muy especiales.
El seductor solo de trombón de Dennis Rollins silenció la
sala y encandiló a un público que se sorprendió a sà mismo con la boca abierta cuando
la interpretación finalizó. Otro de los momentos álgidos de la noche fue cuando
Marcus Parker, hijo de Maceo, hizo una demostración de su virtuosismo a la
baterÃa que hizo que los asistentes se frotaran los ojos para comprobar si lo
que estaban viendo era real. La hija de Maceo Parker, Darliene, se encargó de finalizar
la comunión con el público al interpretar de forma magistral el clásico de Ben
E. King, Stand By Me.
Maceo Parker maneja el ritmo de la música a su antojo,
acelera, ralentiza, vuelve a acelerar y frena en seco, jugando con las
emociones del público que no paró de bailar al ritmo que él marcaba.
Y si Maceo
hubiera querido nos habrÃa sacado al Manzanares y tirado al
agua a ritmo de Funk.
Esperemos que viva muchÃsimos años más para disfrutar de su
magia y sobretodo que las nuevas generaciones muestren la misma pasión,
profesionalidad y talento, como demostraron sus dos descendientes en la
actuación de anoche. Para no parar de bailar, para no dejar de gritar nunca, como lo hacÃa James Brown: ¡Maceo!
¡Toca el saxo!
FotografÃa: Alberto Alonso (Alquimia Sonora)
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