Polonio + Monserrat. Deluxe Pop
Club. Valencia, 18 – 4 – 2014
Ayer, cuando estaba a punto de entrar
en el concierto que compartían Polonio y Monserrat, me
dieron una pequeña “advertencia”: puede que estés solo como
público durante el concierto. Las apuestas no estaban muy altas a
que, en pleno Viernes Santa, acudiría gente. No es que se llenara
hasta por encima de la barra, pero fue una premonición equivocada.
Esta introducción me sirve para dar
también, ahora mismo, una pequeña advertencia, con la que espero no
errar, quizás sólo tirar algunos balones fuera: sólo hay dos cosas
verdaderamente universales, la música y el amor. ¿Cómo
explicaríamos si no que dos grupos como Polonio, de Valencia,
y Monserrat, de Madrid, tuvieran, más allá de todas
las diferencias del mundo, un discurso y una ejecución parecidas en
su forma de mágica celebración? Ambos, para empezar, son
practicantes del mejor pop folk que se puede encontrar en la
actualidad: y es que vivimos un momento musical especialmente feliz,
por mucho que nos quieran vender lo contrario las emisoras de radio,
demasiado emocionadas con la chorrada tras chorrada, chorrada
continua, de Amaral y que identifican el indie con el SanSa,
el cual se llevó unos cuantos dardos por parte de Monserrat,
alguno más acertado que otro, como el irónico dedicado en exclusiva
a Love Of Lesbian, “esos chicos que acaban de empezar, y a
lo mejor lo petan”.
Después, tanto con Polonio como
con Monserrat, transitamos sentimientos parecidos (el amor,
por supuesto), y, lo que es mejor, de una forma igual de bella y
clásica, con sus arrebatos country, tristezas y alegrías, de
carácter levemente sesentero (Polonio hizo una versión de
Bruno Lomas, vayan más abajo y disfrútenla, inciso, no por
casualidad de “Mucho”, que explicita en su letra lo que
hay: “mucho amor”; mientras, Monserrat, con unas texturas
que me recuerdan un poco a otros enamorados de aquella época,
Serpentina, se llenaba de referencias a bandas como los Byrds
y acababa con todo un homenaje psicodélico) y tremendamente
contemporáneo a la par, quizás porque esas formas y sensaciones
están destinadas, en este mundo gris y tenebroso, a no pasar de
moda, a darnos nuevos motivos, a modo de preciosas postales que se
adosan con el pegamento de la nostalgia a nuestras vidas, para
continuar un día más, afortunadamente para los que somos oyentes
practicantes de esa religión pop, nada exigente y sí muy
beneficiosa para el espíritu y la bondad que podemos cargar encima,
que ayer (repito, Viernes Santo) celebramos en esa especie de iglesia
musical que es el Deluxe Pop Club.
Tras el concierto de Polonio,
que sonó tan bien como siempre (creo que es la cuarta vez que hago
una crónica de un concierto suyo en Alquimia: sí, es más de
lo mismo, pero sigue siendo impresionante; si hay que ponerle una
única pega es que sus nuevas canciones quizás no alcanzan la
abracadabrante fuerza de las anteriores) hablábamos, mientras
montaba Monserrat, que es música triste y demoledora que
suena alegre. Lo podríamos haber hablado también después del
directo de Monserrat. Y es que conste que no es sólo cosa
mía, sino que todos, absolutamente todos, con los que hablé tras la
actuación, me narraban con asombro lo que acababan de escuchar,
especialmente en el caso de Monserrat, que se presentaban un
poco como los desconocidos en esta ciudad (aunque no era la primera
vez que venían), ya que, aunque la música es universal, quizás el
público que va a ver a sus amigos a una sala es más localizable.
En el mundo de Monserrat son
abundantes los paseos vespertinos y nocturnos, las observaciones
urbanas y estacionales, y es protagonista de su música la acción de
perderse, voluntaria o involuntariamente, como forma de alejarse, de
nuevo, de estas calles ajadas que nos rodean. Vamos, puro pop. Puro
amor.
Más info:
Polonio
Monserrat
Monserrat - Canción de otoño
Monserrat - Marta y Sergio
Monserrat - Elige tu propia aventura
Polonio - Lugar secreto
Polonio - Mucho (versión de Bruno Lomas)
Polonio - El invencible
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