El Hijo. Electropura. Valencia, 3 –
1 – 2015
“La voz de Abel Hernández,
alias de El Hijo, a veces escondida tras su pelo, que
le cubría completamente la cara, surgía ciegamente con un leve pero
profundo eco cavernoso, que colocaba sus palabras, sus tremendas
hazañas en el mundo de la soledad, más allá de nosotros, junto a
aquellas imágenes de una naturaleza física y espiritual que se
proyectaban en la pared detrás de Abel, el cual se convertía
en un intermediario entre la imagen, la música y nosotros, los
receptores, como una presencia perdida, un pensamiento tan torturado
y tendente a la depresión como iluminado. La atmósfera era tan
densa y espesa (...) que Abel se tenía que posar suavemente,
de manera angelical, sobre los hombros de los oyentes del lugar, que
perdían la posibilidad de verse en la tesitura de decidir si el
concierto les gustaba o no: directamente era imposible no salir
totalmente enamorado de aquella titánica nebulosa. Mientras la voz
de El Hijo soltaba las letras de sus canciones, el eco, en
definitiva, aislado y penetrante, nos repetía: “tranquilos, no
estáis solos, no esta noche”.
Esto escribía hace dos años y tres
meses sobre el anterior concierto de El Hijo en Electropura
(desde entonces ha venido un par de veces, pero en fechas en las que
no he podido asistir). Por eso, cuando en estos días largamente
festivos pre-Reyes se anunció que El Hijo tocaría de nuevo
en el mismo local, era de esperar que acudiera raudo, esperando
volver a disfrutar esas sensaciones, en una especie de feliz
reencuentro con esa tristeza y soledad que llegas a conocer tan profundamente
que empiezan a desaparecer, junto a sus dañinas consecuencias, en la neblina.
El Hijo ya se ha librado de la
obligación de presentar paso a paso su último disco, Los
movimientos, y se dedicó a ofrecernos un, emotivo en su
desnudez, maravilloso en la voz de Abel, recorrido por amores heridos, que sacuden como huracanes,
con su mismo salvajismo, nuestra curiosidad, la del cazador sin armas
y sin deseos de matar en tierra extraña. Nos trata como lo que
somos, seres quebradizos, que disparamos, transparentes, invisibles, contra el hielo del lago
helado que cruzamos. Y esos sentimientos son los que nos hacen
grandes, épicos, vivos.
Hace dos años, elegí aquel concierto
en el Electropura como el mejor del año para Alquimia
Sonora. Era octubre, quizás no recordaba otros, pero me pareció
cercano a lo mágico. 2015, en cambio, acaba de empezar, es mi primer
concierto de este año, de hecho. Pero dudo que muchos puedan
superar, a pesar de que quizás la longitud del concierto (casi hora
y cuarto) pudo ser excesiva por momentos, la expresión de felicidad
que sólo los maestros, poetas y músicos, como El Hijo pueden
lograr. Maestros porque van más allá de la poesía, mucho más allá
de la música: pertenecen al terreno de la esperanza.
Más info:
El Hijo - Los naranjos
El Hijo - Balada baladí
El Hijo - Conmigo a tu vera
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