Laurel Street - Laurel Street. Producciones Acaraperro, 2015.

Laurel Street - Laurel Street. Producciones Acaraperro, 2015.

Si abrimos el socorrido Google Maps en nuestro celular y tecleamos “Laurel Street” al azar, dos puntos destacados de la geografía norteamericana nos situarán a miles de kilómetros en la cercanía de una pantalla. En San Diego y San Francisco, entre inmensas autovías y avenidas llenas de naves industriales, aparecen sendas referencias como un anodino enclave más en el mapa del sueño americano moderno. De las entrañas de las grandes ciudades nacen los sonidos más pequeños y emocionantes. Y no es una frase para epatar ni escribir una reseña grandilocuente, sino el reflejo de haberse sumergido en unas canciones sinceras y emotivas.

No sería ningún secreto afirmar que el recorrido artístico de un personaje como Steven Munar siempre ha estado marcado por el norte que señalaron los 60, en una serie de paradas estratégicas que le dieron prestigio a la par que menguaron la notoriedad de sus trabajos. Con los admirados The Tea Servants, en la floreciente escena mallorquina de los 90, grabó varios discos de empaque (uno de ellos reeditado hace apenas un año), y en solitario ha entregado ya cuatro fantásticos trabajos en los que ahonda sin salirse de los límites marcados por él mismo en la tradición de la música anglosajona, siempre desde una visión acústica y falsamente distante. Evidentemente, después de tanto tiempo, no es el momento de dar un golpe de timón definitivo, así que lo mejor es disfrutar de lo que se sabe hacer bien y de paso hacernos disfrutar a muchos.

En su ‘Laurel street’ particular encontramos buen folk-rock, grabado con gusto e intención y presentado con el oropel de la sencillez. El glorioso pasado musical al que se ancla se detiene en una leve psicodelia que solo cala hasta donde debe, y abre sus brazos en el tiempo a las primeras grabaciones de Neil Young o los altibajos emocionales de Tim Buckley, por el lado americano; y a la claridad expositiva de Nick Drake o los recovecos de la discografía de Jethro Tull, por la parte británica. Especialmente elegante al respecto suenan ‘Wait and see’ y las líneas de un delicioso hammond en ‘The rain’. Hablamos de brillantez formal, sí, innegable en el tema titular, en el que Munar y su asociado, al que reservamos el último párrafo, se atreven a salirse del corsé e incorporan flautas y excelentes percusiones. El resultado, uno de los mejores temas de su carrera y el que más se arrima a la llamarada del rock independiente actual. Sin excesos, que quede claro, pero con sobrados conocimientos. Sobriedad lo suelen llamar.

Podríamos pinchar inmediatamente después de esta escucha cualquier canción de Donovan y el ambiente seguiría siendo el mismo, y tampoco desmerecería la ocasión para refugiarse en el a veces intrincado paraguas de Fairport Convention, pero esto es una cuestión de personalidad. La que aporta la presencia de Pablo Sciuto, la otra mitad del flamante dúo, un uruguayo afincado en Madrid que sabe lo que es moverse como pez en el agua en los márgenes del mainstream (ya lo hizo con los subterráneos Astrónomos Urbanos) y quedar plenamente satisfecho de la experiencia. No sin razón han decidido grabar estas siete canciones bajo el auspicio de Producciones Acaraperro, como si lo de subsistir en esto de la música a pecho descubierto no fuera con ellos mientras se pasean orgullosos por la hasta ahora ignota Calle del Laurel. Por lo menos ya conocen a alguien a quien le encanta acompañarlos de vez en cuando.

             

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