A pesar de todas las dificultades, de la falta de apoyo, de todo el esfuerzo que supone organizar sin saber cuál va a ser el resultado de todo esto. A pesar del cansancio y la lucha permanente, los sinsabores que deja poner tanta ilusión en algo y ver cómo los problemas van plagando un camino que realmente debería ser mucho más sencillo, el Granapop cumple seis ediciones en un ambiente festivo, con un lleno absoluto en Sala Tren y con la ilusión intacta.
Y es que, quizás, la ilusión que pone en él su director y
artífice, Raúl González Valdivia, pesa por encima de todas las demás cosas,
incluso sobre la necesidad de renunciar a hacer crecer el festival, proyecto
inicial que pretendió hacer de éste un gran festival de cuatro días y que, poco
a poco, vio reducido su cartel por la falta de apoyo recibida.
Aún así, un cartel lleno de grandes artistas de primera fila, como Neuman, León Benavente y Rufus T. Firefly y de artistas locales y emergentes como Toulouse y Señor Blanco resultaron suficiente atractivo para las más de quinientas personas que se dieron cita en la sala para volver a vivir el que ya es, sin dudas, el último pequeño gran festival del año en Granada, un festival esperado y querido por los granadinos.
Con algo de retraso y una menor presencia inicial de
público, los cordobeses Señor Blanco
salieron, entre la espesa niebla y luces imposibles que reinaron en todo el
festival, a un escenario que ya demostraba ganas de fiesta y les siguió el
ritmo con temas como “Punto de control”, “Kamizakes” o “Donde no nos
encuentren”, entre otros. Algo más de media hora de repertorio que sirvió para
empezar a entonar al personal a pie de pista.
No fue, sin embargo, hasta la salida al escenario de los granadinos Toulouse, cuando el público empezó a acercarse a las primeras filas para disfrutar con ellos de los temas incluidos en su último LP “Realidad y Metáfora”, estrenado en octubre tras el intermedio que ha supuesto la espera desde la aparición desde el que fuese su primer disco “Serendipia”, del que tocaron temas como “La isla” o “A oscuras” reservando el resto de su repertorio para su último trabajo.
Con algunos cambios en su formación, que inicialmente era un
quinteto y ha quedado en un trío en el que escuchamos a José Enrique Velázquez
(voz, guitarra y teclados), Javier Ruiz (bajo, coros y teclados) y Mario García
(batería) así como el rodaje previo que ya han ido haciendo de estas
composiciones, antes y después de su estreno, el grupo se vio con mucha
seguridad en un escenario que le jugó muy malas pasadas con el sonido y contra
el que tuvieron que luchar permanentemente para dar un espectáculo digno.
Cambio de tercio absoluto con la aparición del quinteto de Aranjuez, Rufus T. Firefly que hicieron empezar a apretarse al público en las primeras filas, a veces, incluso de más. Con una fuerza impresionante y dándolo todo desde el principio, el grupo hizo un amplio repaso a su último trabajo “Nueve” y se ganó, nuevamente, por tercer año consecutivo, a un público que ya tienen convencido en la ciudad y que bailó a su ritmo durante algo menos de una hora en la que dieron sorpresas, como la de invitar a cantar al granadino Sergio Vera (Vúfalo, Demiurgo).
Este trabajo, en el que se lee, entre líneas, el trabajo de
Manuel Cabezalí (Havalina), especialmente en las contundentes bases rítmicas
que funden con las texturas de teclados y unas guitarras llenas de riff y
efectos que enmarcan la voz de Víctor Cabezuelo, un vocalista capaz de hacer
cobrar vida a unas canciones que sorprenden por sus impredecibles cambios de
ritmo. Temas como “El increíble hombre menguante”, “Pompeya”, “Nueve”, o “Demerol
y piedras” que calentaron el ambiente para la llegada de “El problemático
Winston Smith” componiendo un repertorio que fue de más a más y mejor con el
que se lucieron y se sintieron cómodos a pesar de que el sonido no terminó de
ajustarse del todo en toda la noche.
Algo más de suerte en ese aspecto tuvo la superbanda que conforma León Benavente, quienes además demostraron mucho oficio y que la experiencia es un grado a la hora de montar un espectáculo sin grietas, lleno de hits (todo lo que ha compuesto esta banda podría denominarse así) que sabe entrar al escenario dando caña y salir de él con la satisfacción de haber dado a este primer trabajo del grupo un final de gira acorde con su grandeza. Ahora queda esperar a que esta banda presente nuevo trabajo porque, después de lo vivido a lo largo de esta intensa gira, todo lo que pueda venir detrás va a ser recibido con los brazos abiertos.
Tan abiertos como estuvieron durante la noche del sábado,
abiertos, en alto y entre saltos con un Abraham Boba, siempre en forma física y
vocalmente, demostrando cuanta sabiduría puede encerrar en su larga experiencia
nacida desde la sombra de grandes autores como
Nacho Vegas o Julio De la Rosa, a los que ha igualado e incluso
traspasado con este potente proyecto que tan buenos temas ha dejado para
nuestra historia musical.
Enorme, desde su comienzo con “Revolución”, que ya fue una
declaración de intenciones con los primeros acordes, hasta “Las hienas”, “El
rey Ricardo” pasando por la gran versión de “Europa ha muerto” (Ilegales) que
cobra nueva vida en su voz, “Ánimo valiente”, “Todos contra todos” o el esperadísimo
final que ya puso la sala boca abajo, ese “Ser brigada” que ha dejado de ser
canción para convertirse en himno. No dejaron al público sin ninguno de sus
grandes temas pero sí con ganas de más porque con León Benavente siempre queda
esa sensación de que, aunque lleves una hora dando saltos y te duelan los pies,
aún quieres más.
Y el broche de oro del festival con un Neuman que el pasado año se bajaba del escenario dejándonos a todos la sensación de que nos habían arrebatado parte del concierto al quitarles el sonido de forma brusca sin darles oportunidad de terminar su repertorio y que, este año, se resarcía y nos daba a todos lo que de alguna forma sentíamos como nuestro, un largo, intenso y magnífico concierto en el que disfrutar de lo mejor de su discografía.
Con un directo que dista mucho de la placidez de algunos de
los temas en sus discos, llevados a una dimensión superior por la destreza con
la guitarra de un Paco Neuman que seduce al público con una de las voces más
increíbles que está dando el panorama nacional y una banda que hace brillar los
temas con luz propia, el paseo entre sus canciones más significativas emocionó
al público hasta la lágrima en algunos de ellos.
Sufriendo también los problemas del directo, hasta el punto
de tener que parar y volver al comenzar en “Oh, no!” tras quedarse sin micro, y
capeando el evidente malestar de un batería que hacía gestos para indicar que
algo no iba bien, Paco demostró su enorme profesionalidad y sorteó las
dificultades, ofreciendo esa intensidad de la que hace gala, en temas como
“Tell you”, “Hell”, “By Fear/Hi Love”, “Too Prety” un “Kids” compartido con un
público que hizo los coros lo mejor que pudo. Impresionantes cualquiera de los
trece temas incluidos en un setlist con unos bises tan potentes como “If”,
“Turn It” o “Battle Starships” que cerró la noche en un momento de apoteosis
entre banda y público demostrando, una vez más, que Neuman ha pasado a formar parte de la primera fila nacional de
forma más que merecida.
Terminaba así una nueva edición, la sexta y esperamos que no la última, de un festival que apuesta siempre por lo mejor del panorama nacional para recaudar fondos para causas tan necesarias como la de “Save de children” que será beneficiaria este año del 100% de lo recaudado.
Crónica: María Villa
Fotos: FOL CONTRERAS
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