Acompañado de Ramírez, que abrirá la velada, este miércoles Montero interpretará con su banda las canciones de su excelente último disco para la barcelonesa B-CORE, en lo que supondrála apertura de su gira de presentación.
Patricia Gázquez fotografía |
Afincado en Barcelona, pero nacido en el Puerto de Sagunto, Alberto Montero es sin duda uno de los músicos valencianos que mejor han sabido trascender en los úlitmos años con una trayectoria discográfica siempre ascendente. Desde que decidió abrazar el castellano para componer sus canciones, los tres álbumes que ha editado suponen una de las obras más coherentes, vivas y brillantes de todo el panorama pop nacional. Se le suele catalogar en la rama folk psicodélico, pero su música abarca muchas más fuentes para acabar dando un resultado genuino que le diferencia de la mayoría. Con gran capacidad para crear atmósferas, su sonido evoca mundos oníricos de belleza cristalina que atrapa a cualquiera que preste la atención debida.
Algo de historia: habría que remontarse a principios del siglo para descubrir los inicios de este dotado músico. Shake era el nombre de la banda rock psicodélico que montó con sus amigos y dejó testigo de su recorrido en dos fantásticos álbumes: "Let me wear the morning sun" (Greyhead, 2005) y "Twilight sleep" (Greyhead, 2009). Durante este período conoce a un personaje básico en su carrera: Juan Pedro Parras, dueño del sello que editó al grupo, que le convence para sacar a flote las canciones acústicas e íntimas que va sacando paralelamente a la actividad de la banda madre. Eso resulta en "Alberto Montero" (Greyhead, 2008), disco cantado en inglés, al igual que los de su grupo, de tonalidades que le acercan al folk-pop sixties y al prog-rock setentero y que permiten descubrir a un soberbio compositor que rechaza comparaciones y logra trazar momentos de gran belleza sonora.
Portada de "Claroscuro", dibujo María del Mar Contreras |
Con su tercer disco, "Arco mediterráneo" (B-Core, 2015), de reciente aparición, Alberto ha querido apartarse de su forma individualista de hacer las cosas anteriormente y ha optado por un esfuerzo conjunto, responsabilizándose junto a su banda de la grabación (en la casa de campo de su bajista, Xavi Muñoz) y arreglos de las canciones. Todos han contribuido, aunque el crédito de la producción se lo lleva Román Gil (Parkinson D.C.), vistiendo -de una forma muy DIY- todas estas canciones con un manto elaborado, sutil y hermoso, que cubre una obra, que si bien continúa sin demasiadas sorpresas la senda trazada por sus anteriores trabajos, resulta cautivadora y no baja en absoluto un listón que ya estaba en lo más alto. Permitiéndose momentos más pop, como "Madera muerta" o "Flor de naranjo" (dedicada a recuerdos de su adolescencia en el Puerto de Sagunto), Alberto teje una red geográfica y sentimental entre todos los puntos cardinales (no en vano es geógrafo) de su vida. Valencia, Chile (su mujer es de allí) o Barcelona conviven en un trabajo que parece dividido en dos partes: una primera cara más accesible -todo lo accesible que puede llegar a ser un músico como Montero- y una segunda mucho más ensoñadora y llena de arreglos más que interesantes, que es donde realmente el disco cobra una dimensión más trascendente y superlativa (maravilloso ejemplo de ello es "la sal"). Toda una confirmación, pues, de que estamos ante un artista básico para entender el buen momento que atraviesa esa parte de la música española ajena a los corsés de la industria, la que lucha por avanzar y hacer cosas genuinas sin imitar gratuitamente lo foráneo.
En Valencia le acompañará, para abrir la velada, el músico local Ramirez, que dibujará las burbujas de pop psicodélico que flotan en su disco "Book of youth" (Demian, 2015), aclamada opera prima que viaja entre el pop británico de The Kinks, el power pop americano de Big Star o Posies (se comenta que su próximo trabajo lo producirá Ken Strigfellow) y la psicodelia de Syd Barrett o East River Pipe. Todo un lujo de doble cartel que hace de este concierto uno de los básicos del mes en nuestra ciudad. No cometan el error de quedarse en casa.
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