Empezamos por el final (cuidado, contiene spoiler). Con el “Marlotina” de Perro y todo el Planta Baja, que estuvo a muy poco de cubrir todo su aforo, dando saltos dentro y fuera del escenario. Porque, si abajo la gente llevaba desatada ya un buen rato, bajo los focos, Perro y amigos también se dejaron llevar por la energía compartida con el público y llevaban un punto más allá la locura musical de la que habían hecho gala en todo el concierto.

Presentaban su nuevo trabajo “Estudias, navajas” (Miel de moscas, 2015) grabado y mezclado con Hans Krüger en Montreal Estudios de Subiza (Navarra), y masterizado por Mario G. Alberni (Kadifornia) pero, como suele pasar en estos casos, el público aún no se sabe todas las letras y no terminaron de soltarse hasta que no comenzaron a sonar los temas de su anterior LP “Tiene bacalao, tiene melodía” (Miel de moscas, 2013) cuando de verdad lo dieron todo con los nietos de la reina de Inglaterra.


Aunque eso sí, entre bacalao y bacalao, unas navajas en las que vuelven las letras sencillas y las melodías directas, tocadas como si lo único que importara fuese pasarlo lo mejor posible, armar una buena en un escenario que tuvo hasta espontáneos desde los primeros temas. Que ruede la cerveza, alegría. Lo de estos murcianos es festivo, es contagiosamente enérgico y si bien no se trata de un grupo convencional al que juzgar por parámetros más o menos definidos, a estos chicos no les podemos quitar el mérito de montarla muy gorda cuando de tocar se trata.


Si tuviéramos que decir quién toca qué nos haríamos un lío porque los miembros de esta banda son intercambiables entre sí cuales clicks de Famobil y funcionan igual de bien los pongas donde los pongas. Doble percusión, doble de posibilidades. Cuatro jóvenes musicalmente irreverentes e inequívocamente divertidos. Básicamente, son Guillermo (voz, bajo, guitarra), Adrián (voz, bajo, guitarra), Fran (batería, percusiones) y Aarón (batería, percusiones).  La música como expresión de la festividad y la celebración de la propia vida, bastante jodido está todo como para que de verdad haya que pedirle a todas las bandas que se encorseten y se ciñan a un estilo y unas normas. Diversión al poder. Esto es Perro, vienen de Murcia y quieren quedarse con nosotros.


Claro que, si lo tuvieron fácil los murcianos para poner boca abajo la sala parte del mérito se lo debían a sus predecesores en el escenario, los motrileños Harakiri Beach, que siguen “pillando medusas” con su desenfadado electró indie (nos llega la noticia de que han sido finalistas en el Ojeando nuevos talentos así que les veremos en Ojén dentro de poco), otro puñado de letras y estribillos pegadizos, bailables y tan irreverentes como lo son ellos mismos.

La costa tiene eso, que da productos frescos como sardinas o como “El cazador de medusas” (2015), el primer EP de la banda, que contiene temas como “Sexy, pero no chabacano” o “Vente de fiesta”, con el que invitan a bailar y dejarse llevar por el ritmo, la electrónica y la actitud vitalista de unos chicos que ya tenían experiencia por los escenarios y que con este proyecto están explorando otras musicalidades quizás más acorde con lo que ellos querían hacer.


En la banda, Israel Moreno (sintetizadores, teclados, programaciones y voz), Rubén Moreno (bajo) y Javier Paganelli (batería). Una formación no convencional para temas y letras menos convencionales aún pero con un resultado convincente con el que están siendo capaces de ganarse al público granadino y es que, por mucho que se diga y a pesar de la “malafollá granaína”, no nos llevamos tan mal con los motrileños.

Después quedaba aún bastante rato de fiesta, la primera de Discos Bora Bora en este nuevo año así que si alguien se quedó sin bailar es porque está muy mayor para estos trotes, no por falta de música.

Crónica y fotos: María Villa