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sábado, diciembre 10, 2016

Crystal Fighters en Palacio de Deportes (Granada) 09/12/2016



Esperas, en mitad de la jungla, con una escenografía tribal que te prepara de antemano para un espectáculo poco común, la aparición de los londinenses Crystal Fighters cuando, bajo una luz blanca cenital, aparecen dos txalapartaris que sorpenden con casi diez minutos de virtuosismo percutivo.


A partir de ahí, cuando la banda salta al escenario, el buenrollismo y la fiesta se desatan desde el primer tema. Es la especialidad del grupo, crear una fiesta desde cero, con esa capacidad para conectar con el público desde el primer tema que les ha llevado a ser una de las estrellas festivaleras de esta temporada con un pop electro tribal que ya tocó esos registros en su "Cave rave" y sigue en esa línea 'ravera' y desenfadada que tan bien se les está dando.

Tras haber interrumpido su gira hace dos años tras el repentino fallecimiento de su batería a pocos días de pasar por nuestra ciudad, se les esperaba con ganas y se demostró en la buena cantidad de público, con una media de edad bastante juvenil,  que llegó al Palacio de Deportes para bailar con ellos durante casi dos horas de actuación.

Un amplio repertorio, basado principalmente en ‘Everything Is My Family’, su último trabajo, el núcleo formado por el cantante Sebastian ‘Bast’ Pringle, el guitarrista Graham Dickson y el multi-instrumentista Gilbert Vierich venían mostrando el fruto de su último recorrido por el mundo para recuperar sonidos e instrumentos y conectar con los sonidos más ancestrales de la tierra.

Si a esto le unimos la electrónica y unos juegos vocales a cargo de Ellie Fletcher, con capacidad para hacer que el público se sienta en sintonía con ellos mientras cantan y bailan al ritmo frenético de la banda, tenemos un espectáculo tribal, multi instrumental, trabajado y con unas reminiscencias étnicas que vemos sobre todo en la cantidad y tipos de percusiones que forman parte de los temas.


Como una celebración permanente de la vida, el disco, al igual que los anteriores, invita a la danza y la alegría y para ello, la puesta en escena, la vestimenta cuidadosamente estudiada y la introducción de instrumentos recogidos alrededor del mundo tienen mucho que ver en el estupendo resultado final, ondear de banderas gigantes incluido. Porque, al fin y al cabo, todo forma parte de un gran show.


Un montón de 'hits' para no defraudar a ninguno de sus seguidores, aunque algún tema se echó en falta, especialmente de ese último trabajo, luces, electrónica, bailes y una conexión especial entre ellos y de ellos con sus fans en un concierto que se hizo corto a pesar de su generosa duración y que, al llegar a los bises, nos transportó directamente a la playa entre balones hinchables, uno de ellos de enorme tamaño que rodó por el recinto mientras el público se resistía a despedirse de ellos.


Demostraban así, una vez más, que si se quiere dar espectáculo hay que tener en cuenta todos los detalles y que, una fiesta no es sólo la música, sino todo la que la rodea para que el show sea la nota predominante de la jornada. Una jornada que abrió el granadino Kid Simius a base de electrónica, luz tenue y mucho agradecimiento por encontrarse frente al público de su tierra. Hijo pródigo que cosecha grandes éxitos en Berlín,  José Antonio García Soler (Kid Simius) tuvo un prólogo que bien hubiera servido también como fin de fiesta de habérselo propuesto. Y con los granadinos sobre el escenario (vestidos esta vez con los colores rojiblancos) y los txalapartaris para acompañarles también en el último tema, Crystal Fighters se despidieron llegando la media noche dejando, como siempre, al público con ganas de más fiesta.

Crónica y fotos: María Villa

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