Javier Cordobado se impone en las distancias cortas - Lemon Rock
Como me decÃan anoche comentando “la jugada”, el concierto de
Javier Corcobado el jueves en
Lemon Rock Bar, “haber elegido muerte” porque el “susto”, o la impresión, o la sensación de intimidación que me produce la vehemencia con que Javier Cordobado se pone frente al público, esa venÃa de serie. PodÃa ser un buen titular, de hecho no fui la única que comentó verse sobrepasada por la intensidad con la que este showman de amplia y reconocida trayectoria interpreta su repertorio.

Un repertorio que, siempre contra corriente, como ha sido siempre y será Corcobado, nada aguas arriba por su discografÃa en solitario sin olvidar que ha sido un “Chatarrero de sangre y cielo”, que suena muy poético, porque él en el fondo es un poeta de lo cotidiano, de lo hiriente y lo salvaje, pero chatarrero a mucha honra. Temas, como “A nadie” que dio nombre al disco que editó en 2009 y del que también sonaron otros como “Si te matas “, “Por qué estoy tan triste?” o “Caballitos de anÃs” (que indujo directamente a la fiesta-verbena) mezclados con ese “Amigo” de Roberto Carlos con el que se le arrancó un apasionado bailarÃn entre el público. Un público que disfrutó de la cercanÃa del cantante porque el formato de estos conciertos es de un cara a cara y una inmediatez que no sólo no impiden, sino que incluso fomentan la participación de espontáneos decididos a vivir el momento con la misma intensidad que el propio Corcobado. Se transparentan aún las influencias de su paso por México y su admiración por José Alfredo, y camina asà entre la chançon francesa de Aznavour al bolero con una actitud teatral y desmesurada pero a pesar de todo creÃble. Siempre inquieto, abarcando el espacio y casi, a la vez, el tiempo. Pero siempre creÃble. Credibilidad a la que contribuye una banda que muestra una solvencia y una profesionalidad que ensalzan las virtudes (o defectos) de un crooner atÃpico, un artista que ha pasado por diversas etapas personales, a la par que la música iba cambiando y experimentando para mantenerse fiel a una forma de hacer las cosas, la suya, la que tan buen resultado le da, especialmente al otro lado “del charco”, donde Cordobado es un auténtico Ãdolo.
AquÃ, como en otras muchas cosas, todas las variaciones, todo lo que se sale de los estándares en los que nos educan los medios de comunicación, nos vienen un poco grandes, quizás por eso, como está ocurriendo con otros grandes conciertos en la ciudad, que no llegan a obtener el beneplácito del “gran público”, no habÃa mucha gente acompañándole.
Eso sÃ, los que estaban sabÃan a lo que habÃan ido, lo disfrutaron y lo contagiaron. Yo aún me debato entre la seguridad de que me gusta lo que hace y lo que me impone verle en directo. Por eso, porque es él, y es creÃble y te mira a los ojos con dos taladros de hielo. Por eso y porque respeto profundamente el extenso significado de lo que es ser “artista” volveré a estar en la sala la próxima vez que nos visite
Javier Cordobado.
Crónica: MarÃa Villa
Fotos: J.J. GarcÃa
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