De Madrid al cielo de la black music. The Clams es un combo que conjuga a la perfección el pop de filos soul con el tributo a unos clásicos atemporales que las hacen ser como son. Sobre el escenario suenan aún mejor.
No esperábamos grandes diferencias entre la primera visita
de estas aguerridas practicantes del rhythm
and blues hispano – y lo decimos así porque han grabado varias canciones en
nuestro idioma, composiciones propias todas ellas, en su segundo y fantástico
álbum- y esta nueva invasión escénica, más allá del pertinente cambio de
indumentaria y la incorporación al repertorio anterior de varias nuevas
descargas de intensidad sonora desde la misma vieja óptica, que es la buena, de
la música negra. Un despliegue de apasionado amateurismo en las filas de una
banda que renueva su formación sin despegarse ni un centímetro del subsuelo.
Era hora de reafirmarnos en nuestra admiración por unas mujeres que presumen de
identidad y saben que en la esencia está la verdadera virtud.
La excusa en esta ocasión era la presentación en vivo de los
temas que integran ‘Dejà vu’, la más reciente grabación en la que recogen de
nuevo su fervor por todo lo que huela a soul
bailable, preferentemente aderezado con la necesaria sección de vientos, y a
ritmos diseñados a mover los pies mientras se endulza el alma con la conciencia
de pertenecer a una clase a la que te aferras por muchos años que pasen. De
ahí, de la pulsión negra que impregna sus quehaceres, salen medios tiempos como
‘Vuelo sobre ti’, ‘Entre sueño y realidad’ y ‘Sin dirección’, brújulas que
orientan un nuevo recorrido no por previsible menos apreciable. Saxo y trompeta
como cortinas que se entreabren para calentar el aire con sus ráfagas, teclados
que acolchan acordes de piano en piezas íntimas de la entidad de ‘Spent by your
side’ y guiños permanentes a sus maestros en otras muestras del mismo botón
como ‘Jackson’. Ellas a lo suyo, porque ya llevan unos cuantos kilómetros en el
retrovisor y acumulan experiencia suficiente para que la guitarra, el bajo y la
batería sean algo más que la base de unas canciones en continua efervescencia.
La voz de Aida, la empatía personificada, sigue resultando
huracanada cuando procede (en ‘Llegaré hasta el mar’ se desata sin remedio) y
asedada si así se le demanda (‘Dejà vu’ es una buena ocasión para ello), y las
ganas de divertirse y divertir siguen intactas al arrastrar ‘Hit the road Jack’
y ‘Chain of fools’ por la senda más despejada, sin riesgos ni disonancias, y
sorprenden atacando ‘Hard to handle’ por el asa de uno de los estribillos más
rabiosos de la historia de la black music.
Así son ellas, una simbiosis contemplativa de las gargantas de Otis Redding,
Ray Charles, Aretha Franklin y The Isley Brothers. Grandes nombres para grandes
herencias. La femenina, encarnada en la reivindicación de género de ‘Yes, she
can do it’, y la contemporánea, con una ‘Lengua de tequila’ sinuosa y afilada
con la que concluyen el grueso de un concierto pensado para dejar al
aburrimiento en la calle durante una hora y media. Por si alguien aún no se
había enterado, ‘Take it and shake it’ reclama de nuevo atención para unos
principios inalterables e inalterados. Las referencias son obvias, pero así es
como debe ser.
La ración de novedades se completa con ‘Busco’ y ‘Gira’,
otros enfoques poco alejados del principal, y concluye con la verbena implícita
en la melodía de ‘Salta’, tal vez una de las escasas concesiones al “pogo”
gratuito y una manera explícita de decirnos adiós hasta nueva orden. Antes en
la terraza del Ambigú Axerquía y ahora en espacios interiores, el veneno de una
música torrencial, imperecedera y maravillosa recorrió de nuevo nuestra sangre
y nos dejó con otro halo de devoción intemporal, el sabor de una época
imprescindible reflejada en siete mujeres con plena conciencia de sus poderes.
No será la última vez que nos encontremos, amigas almejas*.
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