Un festival, en cualquier ciudad, es siempre motivo de movilización masiva de indies dispuestos a cualquier cosa por ver a sus grupos favoritos y es que, a pesar de las muchas críticas que reciben los carteles festivaleros, acusados sobre todo de ser un corta pega unos de otros, seis mil personas no pueden estar equivocadas y, si lo están, está claro que les da lo mismo. Al fin y al cabo en esto, como en todo, rige la ley de la oferta y la demanda y son muchos los empresarios que se arriesgan con carteles distintos sin ver recompensado su esfuerzo, es más, teniendo que cancelar incluso dicha programación. Tal vez es el propio público el que debe analizar por qué se decanta por estos festivales que luego critica, y no por los que arriesgan más.
En
Granada son dos las fechas festivaleras que se han consolidado o están en vías de hacerlo y algún otro que entra como novedad en el próximo mes, por lo que habrá que esperar resultados, que se prevén más que buenos, para evaluar si tres festivales son muchos, pocos o suficientes para llenar las fechas estivales en Granada.
En Órbita celebraba el sábado su
segunda edición, tras una primera en la que el recinto Plaza de Toros se quedaba pequeño para acoger al público, la segunda, en
Ifema (Armilla), ha congregado una gran cantidad de público con un ambiente propio de este tipo de eventos, festivo, colorido y veraniego. Con una apuesta por los grupos emergentes granadinos, por la que siento, a la hora de comentar, sensaciones encontradas (algunos grupos emergentes coinciden en horario con grupos grandes y te los pierdes o corres de un escenario a otro como un poseso). Aún así, la oportunidad se aprecia y en vista del público que se da cita junto al
escenario “Satélite” se agradece y aprovecha bien por los fans de las bandas actuantes.
Punto y aparte las críticas leídas en las RRSS del festival que, constructivamente, animan a mejorar algunos detalles para la próxima edición, son muchas horas (más de doce esta vez) dentro del recinto, y el tema de comida e higiene debe estar bien resuelto. Puntos positivos, que la cerveza de la barra sea una marca granadina. Sonido excesivo en los primeros grupos, lo que hizo que el público, que empezaba a agruparse a pie de escenario, se viese obligado a tomar cierta distancia para disfrutar mejor de la música. Afortunadamente, poco a poco los volúmenes se adecuaron al recinto y la escucha fue mejorando paulatinamente, según avanzaba la tarde.
El comienzo, veinte minutos más tarde de la hora anunciada, hizo que todos los grupos se fueran retrasando, que las últimas bandas subieran a escena algo más de una hora después del horario en que estaban anunciadas y el festival terminara bastante más tarde de lo previsto, pero esto, señores, son cosas del directo, comprensibles y habituales en este tipo de eventos. Lo importante,
Sold out en taquilla y muchas ganas de pasarlo bien.
Los grupos, dando lo mejor de sí,
Toulouse abriendo la tarde con valentía y poniendo en órbita su último trabajo, “
Montemarte”. Los granadinos (es genial que el festival lo abra una banda local) fueron los encargados de recibir a los más tempraneros del festival. Tras ellos, los murcianos
Viva Suecia hicieron lo propio a unas horas aún intempestivas para los que no son auténticos forofos entregados al ambiente festivaleros desde sus primeras horas. Magnífica interpretación de su último trabajo, a pesar de que el sonido a esa hora seguía siendo demasiado alto e inclusión de temas anteriores, tal como esperábamos escuchar en su directo. Mención del grupo a Víctor Cabezuelo, que compartió tema con ellos hace unos días.
A partir de ahí, momento pista de baile con
Amatria, animadísimos, con esos temas que nos ponen a dar saltos desde el principio y un buen rollo que hacía olvidar el calor para meterse de lleno en la fiesta y bailar con ellos esos hits como “Chinches” o “El golpe” que, por supuesto, no podían faltar. Para seguir bailando y dándolo todo, nada mejor que escuchar a
Varry Brava, siempre espectaculares, un grupo con el que el baile y la fiesta están siempre aseguradas, no sin pasar antes por el
escenario Satélite y disfrutar con los granadinos
Satélite Virginia, unos 'chaneros' que dejaron el listón bien alto con su "Armonía de las esferas", que sonó allí casi mejor que nunca.
Momentos de gran disfrute, esperadísimos y muy apreciados, con cantantes como
Quique González, magníficamente acompañado por
Los Detectives, la banda con la que comparte escenarios esta última gira. Lástima que fuese aún media tarde cuando le tocó su turno porque la escenografía callejera que llevaba preparada, a base de farolas y carteles colgantes (curioso cartel el de "Asturiana de minas 1,5 km"), hubiera dado mucho juego en plena noche. Se agradecieron especialmente sus miradas atrás en su ya amplísima discografía y que no faltaran su “Pequeño Rock and roll”, “Salitre”, “Vidas cruzadas” o la más actual “Charo” magníficamente cantada junto a
Carolina de Juan (Nina - Morgan) que ha entrado en la banda como anillo al dedo. Concierto intimista, que invitaba a dejarse llevar de guitarras y melodías, como pequeño descanso a la marcha anterior y previa euforia de lo que quedaba por venir.
Mientras tanto,
Rey Chico, Harakiri Beach y
Koel animaban el otro escenario sin que faltase gente en este “
Satélite” en todo el festival. Se nota que, a pesar de la coincidencia en el tiempo algunos fans están deseando ver a estos grupos en festivales y lo demuestran apoyando esta propuesta a pie de escenario.
Concluida la actuación de
Quique González, un viaje hasta ‘Detroit’ con
Miss Caffeina nos llevaba nuevamente a cantar y corear voz en grito los temas de este álbum y por supuesto de los anteriores entre los que no faltaron “Hielo T” o “Capitán”, imprescindibles en su repertorio, ni “Gladiador”, “Lobos”, “Oh, sana” y “Mira como vuelo” para poner punto final a su intervención. Mucha interactuación con el público, buena puesta en escena y ese buen rollo que transmiten a sus cada vez más números y entregados fans que, por supuesto, se saben todas las letras. Lástima que se nos hizo corto, no hubieran sobrado un par de temas más pero el tiempo en estos festivales es un artículo de lujo.
De ‘
Diez’ la actuación de
Niños Mutantes, que presentaban su último trabajo y por supuesto nos volvían a traer sus temas imprescindibles. Niños Mutantes son el grupo que ejercía de nexo de unión entre ambos escenarios, granadinos y consagrados, entre los grandes y junto a los que emergen. Estupendo ver a Alonso (Napoleón Solo) incorporado a esta banda aportando su destreza a la guitarra y unos estupendos coros que dan un toque distinto a la puesta en escena de este último trabajo, del que hay que decir que tiene una magnífica producción, a la altura de los veinte años de experiencia de Niños Mutantes en los escenarios. Será, quizás, el disco que nos ponga sobre lo que va a ser esta etapa actual del grupo. Estupenda actuación también de
Apartamentos Acapulco en el otro escenario, antes de que
Mordisco pusieran el fin de fiesta en esa zona del recinto para hacer bailar un rato a los que se decantaron por esa opción.
Mientras tanto,
Love of Lesbian se adueñaban del escenario
“Planetario Vipsual” con una puesta en escena redonda, llena de temazos, hits, cometas que sobrevolaban la Órbita en la que estábamos girando desde el comienzo. Quizás uno de los mejores show que he visto de la banda, interactuando en todo momento, invitando al público a hacer coros, a disfrutar, a besarse, a sentir cada canción dentro del cuerpo. Mágicos, como sólo ellos saben hacer cuando llenan la música de poesía, ver a
Santi Balmes y el resto de la banda en acción es imprescindible para entender todo lo que puede dar de sí su música.Entre sus temas no faltaron, por supuesto, "Allí donde solíamos gritar", "Bajo el volcán", "Cuando no me ves", "Club de fans de John Boy", "Incendios de nieve", "Psiconautas" o "El yin y el yen", teniendo en cuenta que algunos se echaron de menos en su última visita a Granada se agradeció doblemente escucharlos en esta ocasión.
Cierre de noche, con bastante retraso acumulado ya, de manos de
Fangoria y ahí, como el misterio de la santísima trinidad, te lo crees o no te lo crees. Vamos, cuestión de fe. Icónica y magnífica interpretándose a sí misma, Alaska ofreció un show (y ahí podría terminar la frase) porque cuando vas a ver a Fangoria sabes lo que hay, luces, cámara, acción… puesta en escena, cuerpo (cuerpazos más bien) de baile, glamour, purpurina y ambiente discotequero. Y es que Alaska hizo lo que mejor sabe hacer, dar espectáculo y contentar a las generaciones ochenteras que se deshacían coreando sus canciones. Más, no se puede pedir.
Crónica: María Villa
Fotos: FOL Contreras
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