CrĂłnica de las jornadas de jueves y viernes del Vida Festival, con los conciertos de Parcels, Phoenix, Rusos Blancos, Guadalupe Plata, Phoenix, Las Bistecs, Gener, Pavvla, Senior i el Cor Lomax, TĂłrtel, LĂdia Damunt, Dr. Dog, The Secret Society, Devendra Banhart, Real Estate, The Flaming Lips y La Casa Azul.
Finalizada la cuarta ediciĂłn del Vida Festival no podemos menos que hablar de Ă©xito sin paliativos para uno de los mejores festivales que pueblan la temporada estival; y todo ello sin hablar de cifras de asistencia o impacto econĂłmico en la zona. Salimos de los guarismos que muchas veces suponen el sinĂłnimo del Ă©xito (que lo hubo tambiĂ©n en este aspecto, con todos los abonos vendidos con anterioridad a la fecha de inicio) y nos centraremos en dos cuestiones vitales para la sostenibilidad del Vida y la consecuciĂłn del sobresaliente: la calidad musical y lo confortable del recinto para todo tipo de pĂșblico.
No es el Vida exclusivamente un festival familiar, ni un paraĂso para gourmets musicales de todo tipo; sin embargo, podemos afirmar que tanto niños como sibaritas han visto cumplidas sus expectativas en perfecta convivencia, gracias a una programaciĂłn muy compensada, tanto en el apartado nacional (en el que destaca por ofrecer nombres de calado y muchos no habituales en el circuito) como en el internacional. Los grandes nombres, los de fuera, tienen otro calado que en ocasiones los acerca incluso al estatus de mĂșsicos de culto o no tan fĂĄciles de disfrutar fuera de las grandes ciudades.
Un recinto en un entorno idĂlico, actividades para niños, unos servicios de hostelerĂa mĂĄs que suficientes (que este año ha aumentado su oferta), zonas de descanso y una decoraciĂłn perfectamente ensamblada en el bosque que ya forma parte de la idiosincrasia del festival de Vilanova i la GeltrĂș contrarrestan el pero de la escasa iluminaciĂłn en algunas zonas, sobre todo en las zonas de baños.
Este año el Vida Festival veĂa aumentada su propuesta en una jornada mĂĄs que, lejos de ser un trĂĄmite introductorio, contaba con propuestas tales como las letras capitales de los franceses Phoenix, el dj Erol Alkan, Joan Miquel Oliver, Guadalupe Plata o Rusos Blancos. Aunque apenas pudimos llegar a tiempo para ver unos minutos a Parcels, una de las bandas pertenecientes a esa buena apuesta llamada #VidaNextBigThing, los jĂłvenes australianos apuntan muy alto gracias a su retro pop setentero con pinceladas de electrĂłnica y funk.
El jueves comenzaba de lleno, pues, en el escenario La Cova con Rusos Blancos, que inauguraron la tĂłnica de los tres dĂas; los escenarios “menores” se quedaban pequeños en muchas ocasiones para acoger al pĂșblico. Los de Manuel RodrĂguez cuentan con tres bazas que explotaron al mĂĄximo durante su concierto: sus letras, con madera de himnos para generaciones con absurdos nombres en inglĂ©s, una banda que funciona a la perfecciĂłn y el descaro con el que consiguen controlar el ritmo del concierto entre ritmos netamente bailables y el pop de manual. Los teclados, los ramalazos disco y el tĂmido carisma de su cantante (inolvidable el final de “No soy esa clase de hombre”) pusieron en varias ocasiones La Cova en punto efervescente.
Guadalupe Plata volvieron a teñir de rojo y de polvo un escenario, en esta ocasiĂłn el de La Cabana, con su blues polvoriento y minimalista, aunque parecĂa ser que el centro de interĂ©s estaba en el escenario Estrella Damm y el resurgir de los franceses Phoenix, que han facturado un nuevo disco de hortera tĂtulo pero que les congracia con años anteriores de su carrera. Un concierto efectivo, de repaso por sus grandes hits (no faltaron “Entertainment”, “Lisztomania” o “1901”) y por ese “Ti Amo” mucho mĂĄs coherente y digerible que el fallido “Bankrupt!”. Flojeando en los medios tiempos pero infalibles cuando las guitarras afloraban (hubo un largo interludio instrumental en el que la banda se luciĂł sobremanera), cabe destacar la bestialidad (no se nos ocurre otro calificativo mĂĄs descriptivo) del baterĂa Thomas Hedlund, mĂĄs las cĂĄmaras dispuestas en el techo del escenario que proporcionaban una visiĂłn espectacular de lo que acontecĂa. EspectĂĄculo, esa es la palabra.
Y puntuales a su cita, cuando terminaron los teloneros de Las Bistecs (sic) estas saltaron a La Cova como las reinas del electro-disgusting que son; con un tĂtulo bien merecido y sin ningĂșn complejo por retratar con sus letras realidades inconfesables y cercanas. Para el neĂłfito, podrĂa ser todo un shock llegar y escuchar una oda infantil al ano para comenzar, pero ambas azotan fuerte para que no quede duda de su propuesta. Aparte de disculparse por no saber tocar ningĂșn instrumento (y ni falta que hace, ¿no?) Alba y Carla soltaron casi de golpe sus hits: “HDA”, “Señoras Bien” y “Sexy o no” ya habĂan sonado en los primeros quince minutos de concierto. Contundentes, sin complejos y al ano, perdĂłn, al grano.
El viernes, jornada central amenazada por la tormenta de la noche anterior, tenĂa una importancia especial debido a la confluencia de tres grupos valencianos y allĂ quisimos estar para dar apoyo a propuestas que gozan de muy buena prensa en la escena local y que cuentan con distintos estatus de proyecciĂłn nacional. De todos ellos, TĂłrtel es la propuesta mĂĄs conocida y, disco tras disco refuerza una calidad indiscutible, que cuenta con “Transparente” como Ășltima entrega. Jorge PĂ©rez y su banda (con un Enric Alepuz a la baterĂa que hacĂa doblete) facturan pop como artesanos de una intrincada orfebrerĂa con ecos de alta luminosidad y huellas marinas y tropicalistas; quizĂĄ en las portadas de sus tres trabajos se halle la clave de las sensaciones que provocan en la escucha.
Antes, unos Gener en estado de gracia abrĂan la jornada entre la luz de la tarde que acompañaba y que contribuyĂł a su propuesta, traducida en crisol de sentimientos y homenaje al universo femenino. “Oh, Germanes” y las pinceladas de “El temps del Llop” les convierten en un valor a reivindicar desde el principio. Poseer un tema tan brillante como “Convencionals”, que dosifican con sabidurĂa y dejan para el final de sus conciertos, supone una catarsis en la que dejarse llevar sin complejos. Y Senior i el Cor Brutal y ese trasunto de elegantes versiones a las que dan forma propia con el proyecto que le suma ese SĂndrome Lomax al nombre de pila, abrieron el escenario La MasĂa entre un pĂșblico abundante dado el sol inclemente. Micalet Landete se ganĂł al respetable con la propuesta de un toldo que mitigara las temperaturas, y su particular Valenciana que hace de la forĂĄnea Americana una casa en la que transita con notable comodidad no hizo mĂĄs que ganar enteros con muchos de los notables invitados que le acompañan en el disco, como Artur Estrada, Judit Casado o Sanjosex.
El Vaixell, hogar de propuestas delicadas e intimistas, tuvo por su parte en la tarde del viernes dos protagonistas femeninas que, guitarra en mano, devoraron el ambiente con avidez y maestrĂa. Dos propuestas diferentes pero con ciertos nexos en comĂșn, las de Pavvla y Lidia Damunt.
Dos maneras de entender el folk y sus aledaños, una desde la sobriedad, la herencia puramente norteamericana y el virtuosismo a la guitarra, y otra desde una personalidad desbordante y el country fronterizo cercano, tanto al imaginario cotidiano como a lo castizo y auténtico.
La tarde del viernes se tornaba vertiginosa y los horarios quemaban etapas a altĂsimas velocidades, si bien es cierto que lo cĂłmodo del recinto permite, al menos, disfrutar de diferentes propuestas y saltar de un escenario a otro. AsĂ, pasamos de Dr. Dog a The Secret Society, con otro baterĂsta que se multiplicaba en el festival y en todas las bandas a las que pertenece, Ricky Lavado, para llegar a uno de los platos fuertes de la noche, un Devendra Banhart tan juguetĂłn como es habitual, rodeado de una banda muy sĂłlida. Henchido de amor, ademĂĄs de poseedor de un gran repertorio de temas y una discografĂa delicatessen, el cantautor de origen venezolano se despoja de toda sobriedad y no parece tomarse muy en serio a sĂ mismo ni a las joyas que salen de su talento compositivo.
El concierto fue de menos a mĂĄs y remontĂł gracias a temas como “Never seen such good things” “Fancy man” o una interpretaciĂłn vigorosa de “Carmensita” con la que finalizĂł y que sacĂł toda la esencia latina y seductora de la que es capaz. Hay que amarse mĂĄs, que lo sepĂĄis, y si es con Devendra de fondo, mucho mejor...
El concierto fue de menos a mĂĄs y remontĂł gracias a temas como “Never seen such good things” “Fancy man” o una interpretaciĂłn vigorosa de “Carmensita” con la que finalizĂł y que sacĂł toda la esencia latina y seductora de la que es capaz. Hay que amarse mĂĄs, que lo sepĂĄis, y si es con Devendra de fondo, mucho mejor...
Ver de nuevo a Real Estate, una de nuestras bandas de cabecera, se convirtiĂł en todo un lujo en el escenario La MasĂa, aunque probablemente su Ășltimo trabajo, “In mind”, no se encuentre entre lo mejor de su discografĂa. La voz de Martin Courtney, que en ocasiones peca de monĂłtona, no comenzĂł a pleno rendimiento, y a la banda en general le costĂł entrar en calor y en el acople con las guitarras de Julian Lynch. ¿Y por quĂ©, a pesar de todo esto, constituyĂł uno de los mejores conciertos de la jornada? La respuesta es sencilla, los de Nueva Jersey cuentan con unos temas deliciosos que brillan tanto en los medios tiempos como en el reprise que se permiten, las melodĂas bañadas en psicodelia pop y clasicismo lo-fi arrancan felicidad a raudales, y cuando las guitarras se engrasan la sonrisa es de rĂĄpida respuesta. Felicidad, esa es la palabra.
Probablemente la felicidad llevada al espectĂĄculo extremo sea buena definiciĂłn de la grandĂsima contribuciĂłn de The Flaming Lips a esta ediciĂłn del Vida Festival; pero es que el grandioso espectĂĄculo, repleto de parafernalia, que manejan Wayne Coyne y los suyos, no es para menos. Con recelo, sĂ, porque recordando el concierto de 2011 en el casi extinto SOS 4.8, cĂĄscara un tanto vacĂa por debajo de los fuegos de artificio, no sabĂamos quĂ© esperar.
Sin embargo, aunque tampoco es que la propuesta haya variado en demasĂa y hay muchos elementos comunes (esa bola gigante en la que Coyne se sumerge entre el pĂșblico al ritmo de “Space Oddity” y que constituyĂł catarsis colectiva) esta vez, vaya usted a saber por quĂ©, si nos convenciĂł y en gran medida. “Do you realize?”, “Yoshimi battles the pink robots part 1”, “Oczy Mlody”, o la maravillosa “Race for the price”, ya sea en unicornios gigantes, lluvias de confeti y globos superlativos, o gigantescos homenajes al festival (Fuck yeah Vida Fest) dan por sĂ solas para la magia y el espectĂĄculo en letras mayĂșsculas y coloristas. Por mucho que a Coyne le fallara la voz por momentos.
Para cerrar nuestra particular noche de viernes, La Casa Azul dio un concierto muy parecido al que pudimos ver en el Festival de Les Arts hace escasas semanas. La propuesta de Guille Milkyway no ha deslucido un ĂĄpice a pesar de contar con el mismo repertorio y no haber llegado el tan ansiado nuevo trabajo.
Texto y FotografĂas: Susana Godoy
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