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miércoles, julio 05, 2017

Vida Festival - Masia d'en Cabanyes. Vilanova i la Geltrú, 1/7/17

Crónica de la jornada del sábado del Vida Festival 2017, con los conciertos de Enric Montefusco, Rosalía & Raül Refree, Mishima, Pau Vallvé, Fleet Foxes, Warpaint, Anímic, Jagwar Ma y Las Odio.
 
La tercera jornada del Vida Festival comenzaba con un ambiente que parecía hecho a propósito para el plato fuerte del sábado; un entorno más que propicio, inmerso en el bosque de la masía, y un cielo nublado que hacía presagiar lluvia pero que al final quedó en un intenso atardecer. Las fuerzas de la naturaleza, amansadas y servidas para acoger a una de las bandas que mayor conexión respiran entre lo salvaje, la tierra, y la música. Fleet Foxes son probablemente una de las formaciones que más encajan con el espíritu del Vida Festival y el retorno de los de Robin Pecknold era, sin duda, uno de los conciertos más esperados de esta edición. Quizá es todavía demasiado pronto para digerir su disco de retorno, ese “Crack-Up” de corte continuista pero repleto de toda la belleza y orden a la que nos tienen acostumbrados. Una enésima recuperación del folk de raíces, bañado de unas armonías vocales y un sentido en la creación de atmósferas que les hace inevitablemente destacables entre el amplio panorama existente. 

No fue un concierto de entrada fácil ni mucho menos una orgía de belleza desde el principio; era inevitable que a una gran mayoría de público le costara conectar con unas canciones que resultaban en principio ajenas al oído acostumbrado a ya antiguos éxitos. Preciosista, eso sí, impecable en ejecución y fiel a la filosofía de la banda y al cerebro privilegiado de su líder, con unos audiovisuales muy sencillos pero totalmente efectivos que acompañaban en la creación de atmósferas. Fue necesaria la recuperación de temas de sus dos anteriores discos para que muchos de los presentes en el escenario Estrella Damm salieran del ensueño al que estaban sometidos y despertaran en el mundo armónico y preciosista que manejan Fleet Foxes. 

Era la del sábado una jornada jalada por varias propuestas de elevada belleza, en diferentes variaciones, que contrarrestaban el ruidismo virtuoso y las guitarras de otros escenarios. Si el viernes eran Real Estate o Pavvla los que jugaban con las sensibilidades, en esta ocasión le tocaba el turno a los mencionados Fleet Foxes, Enric Montefusco, Pau Vallvé o a Rosalía & Raül Refree. 

Montefusco sigue evolucionando en bestia escénica pero esta vez desde las esencias de cantautor de lo cotidiano que expresa con fuerza imparable en su primer trabajo en solitario, “Meridiana”, crónica de unas vidas, de un barrio, que muy bien podría ser el de cualquiera que se deje subyugar por las vivencias compartidas o soñadas. Su voz se rasga en ocasiones en grito y letanía, visitando el pasado, enmendando (o al menos intentándolo) errores, esperando lo que nunca llega. “Meridiana”, “Todo para todos”, “Flauta man”, o las visitas a otra época esperadas de la mano de “Por qué me llamas a estas horas” y “Adelante Bonaparte (I). Algunos recuerdos significativos de B.” cumplen con esa catarsis que se apellida Montefusco y culmina entre el público, a pelo, sin artificios, solo voz y música, junto a una banda que ha acogido el desafío como si de la obra de su vida se tratase. 

No es ni mucho menos el flamenco ni cualquiera de sus palos uno de mis géneros de cabecera y confieso que suelo acercarme a él con recelo, con el miedo a lo desconocido. Pero artistas como Rosalía rompen en pedazos esa zona de confort tan acogedora, para que se haga inevitable aproximarse y más con el reclamo de la guitarra y la producción de un Raül Refree que ya hace años que se está convirtiendo en imprescindible. El que fuera probablemente el concierto más multitudinario de los celebrados en el Vaixell, más la solemnidad que iba por zonas (toda, encima de la barca, y entre el público, desgraciadamente, por zonas) engrandecieron la figura de ambos un poco más si cabe. 

Ver a Pau Vallvé en formato eléctrico no es una ocasión para desperdiciar, y el catalán cumplió las expectativas abocando al ruidismo y a la amplificación gozosa unos temas que en ocasiones remiten más al disfrute solitario y ensoñador pero que se adaptan perfectamente a ambas escuchas.

Por su parte, Mishima (podríamos recurrir al lugar común de que jugaban en casa) pusieron en liza su nuevo disco, “Ara i res” en el segundo escenario, tan efectivos como es habitual. La guitarra de Dani Vega, principal culpable del filo de los temas de Mishima en directo, se conjugaba con natural costumbre con la profunda voz y los versos de David Caraben, “frontman” indiscutible. 

Otra de las bandas esperadas de esta cuarta edición eran Warpaint, y las ganas de comprobar la mayor madurez que se les supone, con la vista puesta en el Primavera Sound 2014. Y sí, efectivamente, el cambio es sustancial y ya se vislumbraba; aunque “Heads up” las aleja algo más de la oscuridad y del post-punk y las acerca sustancialmente a las pistas de baile, sin dejar de lado las guitarras incisivas, en directo suponen una descarga cada vez más rocosa y consistente. Aunque comenzaron el concierto un tanto perdidas geográficamente (ese “bona sera”...) se encontraron rápidamente entre destellos de rock progresivo y atmósferas densas, brillando cuando las guitarras y la impresionante batería daban un paso al frente. Shannyn Sossamon tiene gran parte de responsabilidad en el sonido de la banda y era inevitable fijar la mirada en su bestial concentración a lomos de la percusión. Para el final, la traca esperada que fija los dos espacios entre el devenir de su sonido: la magnifica “Love is to die” y la adictiva “New song”. Quedaremos a la espera para ver hacia donde circulan. 

Tras presenciar parte del show de Jagwar Ma, que comenzó de una manera un tanto desconcertante, y un paso fugaz por La Cabana y la propuesta de Anímic, nos encaminamos a cerrar festival con Las Odio en La Cova y su descaro y cada vez mayor presencia sobre las tablas. “Futuras esposas” posee hechuras suficientes para el disfrute y los mensajes de calado, haciendo gala máxima de esa reivindicación festiva que tienen por bandera. “Yo lo vi primero”, “A tu ritmo”, “Un cuarto propio” o “Indiespañol” fueron un broche vigoroso y netamente divertido para nuestro recorrido particular. 

Esta cuarta edición del Vida Festival ha contado, en cifras de la organización, con 32000 asistentes, 7000 más que en la del año pasado, y cuenta con la firme intención de no crecer a costa de perder calidad y personalidad. De momento, ya contamos con un primer confirmado para 2018, el cantautor londinense Nick Mulvey, y la próxima puesta de abonos a la venta a partir del 5 de julio.

Texto y Fotografías: Susana Godoy

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